anillo al dedo? Conviene a todo el mundo(…)
Decía, escribía el príncipe
de Ligne, dieciochesco aristócrata belga, militar, bon vivant y fino
escritor, observando un pensamiento fúnebre que no le era propio, pues era
hombre alegre y con un sentido muy positivo de la existencia, envuelto, como
estuvo en muy distintos affaires políticos, galantes e intelectuales. Goethe
dijo de él que le parecía el hombre más
feliz de su siglo.
príncipe de Ligne fue un personaje anterior. Como militar participó en la Guerra
de los Siete Años (1756-1763), que se iniciase por la reclamación de una
región, Silesia, y acabase siendo una verdadera guerra internacional en
distintos continentes. Tuvo línea directa con la emperatriz María
Teresa de Austria, y con su hijo José
I. Luchó contra los otomanos, y viajó lo suyo por Eurasia. Soportó la Revolución
Francesa como pudo, sufriendo mucho menos que lo haría Chateaubriand,
François-René, otro de nuestros favoritos en estas galerías. Ligne murió
con la Restauración, tras el Congreso de Viena en el que participase, en
1814, habiendo vuelto cierta calma al solar europeo.
príncipe belga de espíritu francés, Charles-Joseph de Ligne, súbdito del
Sacro Imperio Romano Germánico, entonces bajo el control austro-húngaro, fue un
intelectual prominente que tuvo por amigos a Voltaire y a Rousseau (el sabio del analfabetismo como le llamó
nuestro Julio Camba). También, y como otras figuras importantes de la
época, estableció una preciosa amistad con la reina de las reinas, la
emperatriz zarina Catalina la Grande, a la que –dicen- puso este
calificativo. Y de remate, nuestro príncipe amable fue amigo de Giacomo
Casanova, asunto difícil siempre, pues el trepidante veneciano fue pura
controversia en sus relaciones.
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La muerte de Chatterton. Henry Wallis (1856) |
estos párrafos hablando de muerte, tema lúgubre que no corresponde bien al
personaje que se presenta, tan activamente involucrado en su época, pero sus
escritos suscitan esta graciosa controversia, con un interés que puede parecer
frívolo, pero que es el que es. Para mí, muy serio.
comenta lo obvio: que la muerte es una realidad siempre inmediata, un axioma,
una gran verdad. Que pensar y hablar de ella resulta muy socorrido en los
términos de los sentimientos y las emociones. La muerte, principal e
inexorable, es la clave inevitable de nuestras vidas. Un final seguro,
fundamental. No hay por qué tenerle miedo.
es un momento sombrío que debiera ser luminoso, que debiera serlo para muchos.
Ligne acentúa este aspecto, el de su conveniencia. Escribe sobre lo mucho que
puede gratificar la muerte a buena parte de los seres humanos. Apologiza sobre
sus bondades y yo quiero compartir ahora esas virtudes de pensamiento, de
pensar en ello y dejar sus recomendaciones por escrito con el grácil verbo que
tenía.
puede ser de otra manera, lo primero que se plantea es una reflexión muy
manida. Que si eres creyente, te vas a un mundo mejor, tarde o temprano, y ello
tendría que resultar encantador. Que es lo suyo. Lo propio. No entiendo la
cobardía del hombre religioso, su temor. ¿Miedo a morir? Además de un consuelo,
es una esperanza, una gran esperanza, puede ser una vida mejor. El famoso cielo
que casi todas las religiones tienen.
varias posibilidades. Creer o no creer, que tampoco es necesariamente la
cuestión.
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La muerte de Séneca. Manuel Domínguez Sánchez. |
eres creyente en vidas futuras, pues te resignas a la Nada, algo que tampoco
está mal, que también está muy bien, te condenas al se acabó, polvo eres y en polvo te conviertes, sin mayor destino.
Todo eso del Vacío Cuántico no puede estar mejor. Es la calma total y
“te quita mucho peso de encima”.
reencarnados, los creyentes de esas cosmogonías orientales, quizá, con un poco
de suerte y magia, puede que tengas felices vidas nuevas, te conviertas en
capullo, luego crisálida y finalmente mariposa, en un lepidóptero de vida
breve, en una orquídea o un alegre colibrí. Excelente. Si tienes ganas de vivir
reencarnado mucho más, puedes hacerlo en tortuga, en elefante, en alerce, en
secuoya si estás por la zona correspondiente.
alegato triste que, como se ha dicho, no le corresponde en su discurso vital y
literario, el príncipe de Ligne hace su particular recuento de los beneficiados
por la Parca. En su relación eutanásica, dice que las almas sensibles,
dolidas por una pérdida romántica, esperan reunirse con la persona amada sin
más dilación. Las insensibles, ¿para qué tener que vivir esta vida? Los
felices… que lo serán aún más en los verdes campos del Edén. Los muy
enfermos y muy pobres, quizá mejor que la vida sea breve si van a sufrir como
sufren. A los muy graves sobre todo, a los extremadamente dolientes, para que
se acaben sus sufrimientos. Vivir con extremo dolor es un horror. Lo sé. La
pobreza es otra cuestión, esto no lo sé, pero la miseria lleva “eme” de muerte.
Como “M, el Vampiro de Dusseldorf”, terrible film protagonizado por Peter
Lorre, aquel personaje divino y miserable.
merecen la muerte esos miserables, así como los malvados que los hay y muchos.
Si hacen el mal de natural, mejor su inexistencia, su desaparición, una justicia
real y verdadera. Como pisas a una hormiga, como matas a una mosca incómoda.
(Vuelve Lorre, al lado de Sidney Greenstreet en “Casablanca”, matando moscas con la pala sobre la mesa del
“Rick´s”).
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El suicidio de la condesa. William Hoggarth |
Ligne que la muerte también conviene a los sensatos,
hastiados de ver tanto loco y a los virtuosos cansados de ver tan mala gente. A
los justos que sufren viviendo injusticias, y a más, a los engañados y a
los que engañan, a los hombres de guerra, a muchos y variados, al final, a
todos. Los beneficios de la muerte son cuantiosos. Beneficios de la muerte,
bien es cierto, que suponen el fin de tantos sufrimientos, y que habría que
contemplarlos como una buena solución a los problemas sociales.
de la vida. ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Con quién? Seremos fantasmales con blancas túnicas,
o celestiales como el candil iluminado por el rayo que dicen no cesa, un haz de
luz eterno y candoroso. Si la vida resulta breve y rápida, pensemos lo que supone
vagar toda la eternidad tranquilamente.
hacer? ¿Serán los cielos inmensos salones y bibliotecas fabulosas? ¿Serán tan
solo una sala de billar? ¿Un complejo ajedrez? ¿Serán ese mar de nubes altas
entre el gran azul, las estrellas y el radiante universo? O la nada de nada
cuántica. ¿El colibrí, el alerce? ¿Alguien la eludió? ¿Alguien evitó la muerte?
¿El Cristo resucitado? ¿El Buda? ¿Thor u Odín? No lo sé.
es algo cercano, solución de nuestras vidas, conveniente más o menos, según los
casos, según la entendamos. Charles Joseph de Ligne concluye sus reflexiones al
respecto con una observación final, y es esta una de las mortuorias
apreciaciones que más me interesa: que también la muerte
puede seducir a los que están de vuelta
de los placeres, que han saboreado la ingratitud, y que conocen demasiado bien
a la especie humana como para apreciarla, a excepción de unas pocas criaturas
privilegiadas.
morirse por desilusión, es la culminación del desencanto, es… me muero porque
me aburro y estoy harto, el harto ya de
estar harto, ya me cansé, muy común en la senectud o en realidades
incómodas. Mejor, entonces, la Gracia mayúscula del posible Más Allá, con la
excepción de si eres “criatura
privilegiada”, o tienes la felicidad de estar con alguna de ellas, que son
pocas. Si los ángeles te protegen, la vida se aguanta más fácilmente.
(Yo, de momento, estoy conformado, un ángel me conforta.)
a estos pensamientos nada banales que me ha suscitado la lectura de los
escritos de este príncipe valiente del que sus amigos decían tenía una cabeza que parecía un jardín chino
de esos que juntan de todo lo que hay en la naturaleza y el arte ha inventado,
grutas, minas, torrentes, praderas, montañas, templos…
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La muerte de la princesa. Jean Françoise de Troy |
Pido disculpa al respetable y al interfecto por las imperdonables faltas tipográficas y errores que se deslizan en mi comentario por no haberlo revisado, mea culpa.
Excelente disquisición, amigo mío, digna de un espíritu libre y burlón como el tuyo, de un hombre a quien mejor le hubieran ido casacas de raso y pelucas empolvadas, cajita de rapé en la mano y bastón con empuñadura de marfil, alto y en posición inclinada nunca de apoyo.
Ay, mi dandy garboso, cómo te gusta jugar a las cartas con la Parca como un dandy colega de Casanova: Debe estar cansada la vieja bruja de que le ganes tantas partodas y te tiene ya por imposible.
Te adoramos, titán, tu Guri y tu Nacho. Hasta el vórtice más profundo dfe nuestro destino cuántico.
Y dale un abrazo enorma a Luis Barga, ti prego