No sé cómo me atrevo a escribir estas cosas con lo poco que me importan, (…)
incluso ponerme a pensar en ellas, pero quiero comentar algunas cosas del lenguaje que está a la orden del día. ¿Se sigue diciendo esto de “al orden del día”? (No sé, pero esta canícula parece estar transformando algunas de mis neuronas y mi manera de expresarme también, lo que me empuja a escribir estos párrafos un tanto tontos como tantos lo son, tan tontos como somos los tantos tontos. Vaya lío.)
La verdad es que no hablo con muchos, ni tengo contacto con demasiada gente, pero entre radios, algo de televisión, y lo que escucho por ahí en los escasos paseos que doy, algo raro observo en el lenguaje del personal, bueno, del “personal” ya no se dice, que ahora se le llama ciudadanía. Yo nunca me he sentido muy “ciudadanía”, pero estoy seguro que lo soy pues todos dicen que eres un ciudadano de la ciudadanía, , aunque vivas a la orilla del rio o no veas un semáforo en tu vida. También me han dicho que soy “gente” (quizás como los del “Viva la Gente” setenteros), algo que ahora se dice mucho y que me tiene estupefacto. Lo de la “Casta” es otro asunto, parece y creo que de real importancia. Vale.
Lo de la “casta” supone la pertenencia a un grupo de raigambre determinado o indeterminado, y en mi caso seguro que indeterminado. (Lo de “la Casta” yo creía que era algo hindú, brahmánico, lejano, o, en otra acepción, el tener “un punto” castizo pero no creía ser de una casta. Pero sí, creo que también soy de alguna de éstas castas que dicen. Tengo un poco de lío. Serán los calores, la calor.
Así que todo vale, ¿vale? No hablo de permisividad, ni del valor cuantitativo de las cosas. Quiero hablar cómo lo hace la gente que en cada frase interlocutora dice… vale. Vale.
También oigo continuamente lo de “correcto” y “perfecto”. Lo del “correcto” ya empezó hace un par de años, que sustituyó –afortunadamente- al horroroso guay, al famoso ¡que guay tío! Ahora, lo de “perfecto” se ha extendido “exponencialmente” (que también se dice abundantemente), lo que tampoco está mal pues expresa la voluntad de hacer las cosas bien, algo encomiable si es cierto, aunque mucho me temo que no es más que una coletilla indicando que se acepta todo, el “cualquier cosa”… el “no pasa nada”, el “así está bien”, sabes… Porque al “sabes” ya no lo mueve nadie. Se está escuchando más el “vale”, que vale para todo, pero el “sabes” ya lo utilizamos hasta limpiándonos los dientes, (se lo dicen algunos dientes a otros, los colmillos a las muelas…), su uso desmedido viene de la influencia fascista capitalista imperialista americana con su you know. 
Todo el mundo dice “correcto” por menos sobrios que estemos o emitamos la mayor de las tonterías, tipo de verbo tonto cada vez más extendido a juzgar por las chorradas que escuchamos a quienes protagonizan los medios de comunicación populares y la basura moral de sus personajes tan queridos, amados por el pueblo, perdón, por la ciudadanía. Vale. Todos decimos “perfecto” aunque se doble la punta de la chincheta en el corcho, tan mala la chincheta, tan ajado el corcho.
Y todo puede que sea tan perfecto porque primero, amigos, ya no vemos, ahora visualizamos, y lo de “pensar” es apenas necesario. Lo que se hace ahora es canalizar, canalizamos, canalizamos a tope, vale, lo que supone una de las mejores y más interesantes actividades de la mente ya sea demente o no. 

¿Qué les parece, amigos lectores? Antes veíamos una cosa, algo bonito o feo, interesante o aburrido, y nos quedábamos tan contentos, tristes, flipados o lo que fuese, “tan panchos” se decía. Ahora no, ahora visualizamos que es como mucho más interesante e importante. Pero no sólo eso. 
Tras visualizar… repito, canalizamos, que ahí es nada. Canalizar es mucho. No se puede vivir sin canalizar las cosas. Vale. Cuando canalizas utilizas el pensamiento, lo neuronal que es cosa compleja, y en ello hay full de aplicaciones y de hashtag que no sé bien lo que es. No es broma que el otro día ingresado en el hospital donde he pasado la semana anterior, una encantadora enfermera me dijo que en el centro hospitalario estaba “prohibido pensar”, algo que la protesté y que me produjo el lógico repelús. Pero creo que me confundí, pues ya no se piensa o no está de moda hacerlo. Ahora se twitea y se wasapea, y así la cosa va rapidita, nada mejor que un mensajito corto y que lo mueva el facebook. Tú luego visualizas, canalizas, vale, y todo es correcto y perfecto. 
Yo no wasapeo porque es mucho lío para mí, pero sé que lo que antes era digital, ahora es táctil, que suena más sensual sin duda, y tiene una curiosa fragilidad sonora, a pesar de llevar dos T. Sé que todo el mundo wasapea porque observo a la ciudadanía que continuamente están pendientes de una pantalla entre sus manos, abducidos por la inmediatez de todo y lo barato que te permiten estar todo el rato táctilmente hablando con alguien, diciendo vale, correcto, perfecto o nos vemos para tomar un gin tonic que es la bebida obligada del momento que vivimos, o esas birras molonas que son más de chaflán y plazuela.
También frases de más enjundia, como “dicho esto”, algo que es continuo entre tertulianos aunque no hayan dicho nada antes. Otra frase reina muy propia de los tiempos que corren es lo “no doy crédito”. Nadie puede dar crédito excepto los que se lo dan entre ellos, los que son más listos. En los años de la prosperidad del final del siglo pasado, siglo XX, se pasó de decir “mil gracias”, a “un millón de gracias”, y en época “mariocondista” a “mil millones de gracias” (que maldita la gracia que tiene la cosa). ¿Dónde metes tantísimas gracias? Gracioso que uno ha sido y hombre social, me han dado toneladas de gracias que me desbordaban y ¿qué no sabía qué hacer con ellas? ¿Cómo haces un buen reparto entre gente que no tiene ninguna gracia ni las quiere? Porque la ciudadanía no quiere que le den las gracias, lo que quiere son derechos (aunque sean “retorcidos” y bajo mesa), muchos derechos y pocos deberes. 
El caso que para visualizar correctamente y canalizar a la perfección, hay que estar pendiente de la pantalla. Sin pantalla somos nada, muy poca cosa, aunque me han dicho que somos “la generación más preparada de la historia”, lo que está fenomenal, y que no se necesita estudiar o currarse la memoria, porque todo está en la red y lo tienes al instante gracias a unos nuevos amigos que dicen llamarse gigas, mega gigas, bits y chips y que son casi inmateriales, puramente virtuales. Nombres raros que no están mal. Yo no sé qué eso de la memoria Ram, pero suena estupendo, puro Kurosawa. Se empiezan a olvidar muchas de esas cosas que te gustan, la historia, las geografías, o los intereses que otros tengan, pues todo está a un click  o en un streaming que es algo que suena divino, hay que decirlo. La pantalla te permite estar tranqui-tronco que es una posición hedonista, epicúrea, guay. Tomándote tu botellón en el parque, junto al semáforo flipando en tres colores, viendo pasar a la ciudadanía, o en la vuelta de la esquina para tener mejor visualización y canalizar a dos bandas, que para eso todo es relativo. Entre coleguis, compis, la gente, tío… la ciudadanía, se pueden pasar los días chachi guay, calificativo éste ya histórico y que dará nombres a plazas sustituyendo las de lingüistas o historiadores. Y en este ambiente chachi es fácil pillar una buena performance a la que das dos pasos, pero performances con meada en la calle, que es algo atávico en el ser humano, que es la naturaleza, lo más. ¿Vale? Yo voy y si quiero me meo en medio del paso de cebra y no estoy como una cabra, que tío, vale, que es una cosa natural, eco natural, biodegradable ¿vale? Es la libertad, la verdadera libertad, mear donde te venga en ganas  y el poder insultar a quien te apetezca hacerlo. Se puede decir cualquier cosa que no pasa ná. Si te imputan por la barbaridad que hayas dicho o la ofensa que hayas emitido, ¿qué es lo que te puede ocurrir?, pues que te imputen, y esto es algo que ya empieza a ser una categoría para muchos de la ciudadanía que les gusta canalizar las cosas a su manera, pues visualizan de forma distinta y son –generalmente- mucho más listos y por eso son imputados. En poco tiempo todos tendremos una imputación. Al final, no será una putada.
Hay algo que parecía fatal hace algún tiempo, pero que es lo más normal en estos nuevos tiempos: lo de estar “indignado”. Otra categoría fundamental. Yo también debo ser un indignado, no sé bien por qué, pero razones hay, las ha habido siempre y, ciertamente, muchas cosas no van a mejor. Si por A o por B, no tengo grandes motivos para serlo, para ser un buen indignado, puedo tirar de Memoria Histórica que, además de sonar lo bien que suena, es un recurso infalible: el acordarse de asuntos endemoniados, sucesos o errores graves del ser humano que te arreglan la situación. Siempre tienes alguna tragedia recurrente para poder estar verdaderamente enfadado si es cómo quieres estar. Sé que la Memoria Histórica es Trending topic y esto es lo más. Ser Trending topic es mucho si tienes millones de followers y si encima pillas crowdfunding,  y ya, si consigues ser una it girl, seas girl o no pues te conviertes en un crack que los hay por miles de millones. 
Lo cierto es que las condiciones sociales de libertad superguay son fantásticas en los tiempos que corren, tiempos en los que puedes hasta correrte en el parque público pues la ciudadanía y los ciudadanos y ciudadanos somos seres humanos libres. Hay ciudadanos y ciudadanas de la casta y ciudadanos y ciudadanas con perro, con flauta o con lo que se quiera que para eso, con tanto paro y paradas y festejos sobre el mismo, hay oferta suficiente. 
Y si la cosa se pone difícil te haces zen. Ya lo de minimal resulta más aburrido. Ya vale con tanto diseño y más diseño del diseñador que no para de diseñar. O de lo que te diga el coach, nuevo “ser sombra” que también está deviniendo en ser necesario para que otro “ser” lo sea. Yo no tengo coach, pero lo tendré. Lo zen es guay porque –chico- estás tranquitronqui y ello te permite estar en buenas posiciones en medio de la calle que es donde más se visualizan las cosas, ¿vale? 
En la calle está la ciudadanía y la gente, los que van corriendo con sus runners fofis, los que van con la bolsa de la compra customizada de kevlar, con mochila o sin ella, con pantalla en las manos todos. En la calle hay tribus de todo color y condición, tatuados a mogollón, tíos que son tías, tías que quieren ser tíos, “ojos azules” que se ponen rastas para llevar el pelo un poco sucio, que creo que mola para estar tocándoselo permanentemente. Hay mucho wellness, mucho body, mucho bíceps y spinnings, y seres que llevan “esculpido de abdominales” que también es algo principal y tan común como lo de parecer talibán, tratar de asemejarse a su aspecto. Y culos, culos por todas partes, el asunto es fabuloso. El verano es un culo y visualizando positivamente, nunca negativamente, ¿qué hay mejor que un buen culo de un ciudadano o de una ciudadana?

Siempre hay problemas, sería iluso negar esta realidad, pero para ello hay soluciones. Están los Big Macs o los Burger King de los americanos fascistas imperialistas asquerosos capitalistas, que con una salsa barbacoa te arreglan todos los males. O si eres más exótico, pues vale, un buen kebab que es buen rollo cuando el rollo del kebab es bueno. Perfecto. Correcto. Vale.
Y lo dicho, lo que se quiera, todo vale, no hay que engañarse, si no tienes algo que hacer siempre puedes “descargarte” algo, tienes lo del youtube, que se visualiza estupendamente, las músicas de los spotify los iTunes, o algo parecido, lo de las redes sociales de toda trama para decir lo que quieras viralmente, que esa otra. Pero no seguiré en estos vericuetos pues sería meterme en camisa de once varas y no se trata de quedarte sin varas y ponerme una camiseta con el calor que está haciendo con el cambio climático. 

En cualquier caso, lo dicho, correcto, perfecto, vale, seguiré observando los dimes y diretes, consignas y twits y si alguien me enseña a wasapear… pues bendito sea dios. Preferiría pasear, pero si hay que wasapear, pues correcto, y si sólo es twitear, perfecto. 
Me despido con un bye bye en la pantalla que otra cosa no se me ocurre. Creo que también hay que poner un ¿emoticón?