contertulio televisivo que me cae especialmente bien por su manifiesta y real bonhomía,
trayectoria y juicio crítico conocedor y moderado, (…)
nos dice en un programa de debate, que este país nuestro no está tan mal,
trasmitiendo una opinión optimista, válida y legítima. Nos dice que a pesar de
las vicisitudes tan especiales que vivimos en la situación política a día de
hoy, han sido treinta años muy fructíferos desde la muerte de Franco, y que no
debemos ser pesimistas con el futuro de este país. Bien, muy bien, puedo estar de acuerdo. Claro que también
estoy en lo contrario y ser pesimista.
es fácil serlo, y estar disgustado y cabreado. Treinta años de esfuerzos democráticos,
de fundamentación de determinadas libertades, treinta años para esto, para
sufrir en buena-mala parte una política delictiva, para la extensión de la
corrupción en todos los niveles administrativos, para que una miseria evitable, que podía ser superflua con tanto
progreso, se haya enquistado de la manera que lo ha hecho con el paro y con
determinados sistemas de pensamiento y morales.
a todo, me gustaría ser todo alegría, ánimo e ilusión. Pues no, me temo que no.
Que hoy los próceres políticos me tienen escocido testicularmente (perdónenme
la expresión) y que me liaría a cachavazos, no con el bastón de marfil y mucho
menos de pasta, sino con el de plata que hace más daño, siendo su fuste de
ébano de Coromandel, puro acero.
escribir este artículo pesimista y
antipático, pero no todo va a ser jujú
jaja, como ahora decimos, o sonreírle al entorno con ánimos críticos,
cínicos o sarcásticos. Hay momentos en esta vida que te cabreas de verdad, que
observas que la cosa no tiene ninguna gracia, y uno de ellos es el actual momento
sociopolítico, que unos viven con su interesada euforia revanchista, y otros
tratando de ocultar tanto desmán delictivo instituido durante décadas. Basura.
Mierda para todos éstos que, encima, son los que mandan.
es la realidad, la actual y la que ha sido, durante siglos, nuestra realidad
histórica. Los españoles si podemos,
jodemos. Seamos ciudadanos o ciudadanía, gentes o pueblo, si podemos joder, lo
hacemos. Siempre contra el contrario, frecuentemente contra el inmediato. Y
para colmo, nos creemos y decimos de nosotros mismos, que somos buena gente,
andando como lo hacemos siempre a garrotazos.
Sí. Sin solución en asuntos tan importantes como la disolución de nación y
cultura, algo que discutimos desde hace siglos. Sobre la situación e ideologías
actuales… Baile de máscaras sin más antifaz que el estilo por el que se opte esa
temporada. A mí me parece que las ideologías del presente son lo que ahora
llaman tendencias, ¡semejante
tontería! ¡Soberana frivolidad!
se puede ir más justo, más holgado, con más color, con un pachtwork, más o menos
fashion, más o menos guays. Según
el aire publicitario que sople, según las influencias y presión, según las
gorras o los sombreros con la que la gente se toca sus cabezas. Ese es el
sistema de pensamiento, ¿qué me pongo en la cabeza? La cuestión es el look y el ambiente, el entorno, estos
son parte de la forja de las ideologías actuales, en las que decimos creer y
practicar en este mundo moderno y en este hediondo momento político actual. ¿No
es triste? Ridículo. Sí, sí, algunos se
atreven a hablar de ideologías. ¿Ideologías? Nada de eso… Partidos y
bandas.
se ha dicho que en el medio está la virtud,
lo triste es que en el momento que vivimos la deseada virtud se muestra rodeada
de vicio a diestro y siniestro. En la política todos quieren el centro pero son
víctimas de un desorden terrible, de unas ubicaciones irreales, falsas también,
un desorden que viene provocado en muchas ocasiones por el delito, el
falseamiento ideológico, los arribismos, los mezquinos intereses. Partidos en
el que unos te roban y otros también, bandas que, además de robarte, te
arruinan para una temporada. Aquí lo que se tiene es una jeta, una cara dura impresionante. ¿Qué hayamos sido Imperio?
Ahora somos una mesa de juego de trile sobre el asfalto, rodeada de monumentos
con distinto valor artístico o histórico que recuerdan un pasado que ya casi
nadie conoce.
se pueden decir las cosas que escuchamos? ¿Observar hacer las maniobras que
hacen nuestros dirigentes tan diligentes para lo suyo y tan incapacitados para
las cosas del común? Una situación estupefacta. Cosas extravagantísimas y
groseras como tener una oficina de administración del dinero de los parados en el club donde consumen cocaína sus
responsables. Cobrar un impuesto secreto de nada menos que del 3% a todo lo que
se mueva, y ser los protagonistas del latrocinio la emblemática familia
dirigente con patente de corso real y estatal de una importante región de
España, para algunos su propia nación. ¿Sicilia? No, mucho más que eso. Casi
casi Calabria. No es alucinante que se robe la comida de un niño huérfano
organizadamente. Que la filantropía y el altruismo sirvan de vías para villanas
tropelías estructuradas en todo el orbe, excepto en los llamados países fallidos, calificativo que no
puede ser más definitivo en muchos, tristes y peligrosos casos políticos,
económicos, ecológicos.
la política interior, más mentiras. Un mundillo el de lo público que, además de
muy grosero, como se ha dicho, se presenta grotesco como una bruja con su
verruga y subida en una sucia escoba. Una política socioeconómica cuyos papeles
principales se los reservan los que manejan los sobres de dinero sucio, los sueldos
clandestinos, los sobornos y extorsiones, los sobreprecios, las súper estafas; fraudulencias
tan comunes como beberse un long drink.
en este comienzo de año que hay un origen malsano en todo ello. El mal de
siempre desde que el homo sapiens se
hizo tan guerrero como lo ha venido siendo.
podrán tildar de conservador,
reaccionario, un demodé, pero sé, como lo sabe la gente normal, afirmo que hay
un problema de relativización de principios básicos, que como diría un castizo,
hay una falta de principios y de valores,
los valores eternos, aquellos grabados en Las
Tablas de la Ley, en los Diez Mandamientos. Esto de los valores universales puede sonar rancio, pero nadie me
discutirá seriamente que determinadas formas y maneras, fundamentan nuestra
cultura positivamente en muchos aspectos, y se dice fomentar una presunta buena
relación de las sociedades, por más que los conflictos sean inevitables y
eternos, por más que te pelees con los vecinos del balcón de enfrente desde que
los egipcios pusieron miradores en sus palacios. ¿Quién niega que matar al
vecino de enfrente es una barbaridad? ¿Que la violación de una dama o de un
señorito son de una brutalidad imperdonable? ¿Quién me justifica que el robo es
una aptitud encomiable? Que no es mejor procurar el bien y no ponerse los pelos
por encima de la cara, tatuarse barbaridades de las que puedes renegar.
se ha hecho relativo y con esta influencia determinante, mucho ha pasado a
ser mentira o extremadamente frágil moralmente. Las verdades éticas y sociales,
haciéndose relativas se han fastidiado a sí mismas con el exceso y acelerado revolucionarismo
que explosionase con la Ilustración y Las Luces con el despertar de la
Razón, y, especialmente, en el venenoso siglo XX (dos Guerras Mundiales, el Holocausto,
los gulags, especialmente los gulags soviéticos, y los desastres multicolores
en todos los confines del Mundo). Tras disfrutar el discurrir -para bien o para
mal- de cierta calma durante el Siglo XIX, del imperialismo en la política
internacional y desarrollo de los pueblos con el bueno o malo colonialismo,
todo era posible y lo fue. Se descubrió casi todo el mundo, faltaba el
firmamento. Y también.
Siendo la verdad y la virtud fundamentos incuestionables, se argumentó que
éstas fueran relativas también. Relativismo
muy positivo en algunas cuestiones fundamentales para la tolerancia y el
entendimiento entre las sociedades, pero que se ha enturbiado con la falsa
ecúmene internacional, que poco consigue solucionar los múltiples conflictos
bélicos que tenemos en cada rincón continental, con la excepción de la paradisíaca
Oceanía, cuyos problemas legales los llevan gabinetes de abogados maorís. En un
mundo que lucha por la Paz y dice
organizarse para ello (gastando un pastizal, por utilizar esta explicita
locución), hay más guerras y miserias que nunca.
se observa otro desastre, un peligroso panorama con esta ética del relativismo en la consecución de las cosas, el cotidiano devenir en el que no
sabes que decir, que decidir, adónde ir. En el que estás permanentemente
vigilado, controlado y todo eso del GH, las nubes, los Drop-box, no sé, yo no entiendo nada de esto. Otro horror. ¿Por qué?
Porque todo es relativo y puede
ocurrir cualquier cosa sin ser proscrito, sancionado o “humanamente” juzgado.
el problema eterno es que “no hay principios” como diría el castizo y rubrica el que os escribe. No hay “consenso” escribiría alguien más
letrado y concepto que suscribo también. Si la mejor promoción del ser humano
la han llevado líderes como Confucio, Buda, Jesucristo, Mahoma, u otros más
modernos como Jean-Jacques Rousseau, Voltaire, o para el que se lo crea, Carlos
Marx. Pero el hombre sigue siendo lobo para el hombre y decimos que los pueblos
se quieren mucho, la fraternidad, la igualdad, la libertad, las monsergas, las
milongas.
verdades, pocas, casi ninguna, desde la Creación hasta nuestros días, mucho es
mentira. Muchas mentiras en nuestras sociedades y culturas, y no digamos en las
religiones y cosmogonías, que son los imperios del engaño mayúsculo. Por
ejemplo: ¿Reinos? ¿Reino? ¿Democracia en la que los menos votados deciden los
destinos políticos? ¿Qué es esto?, nuestro país. República monárquica,
monarquía republicana, taifas, comunidades, mancomunidades, y
requeté-comunidades. Intereses creados, espurios, intereses cretinos.
de la política, a deshojar. Hoy sí, mañana no; hoy quizás, mañana tampoco. Sí o
no, o lo que convenga decir y vislumbre el vuelo de la cámara para su mejor
visualización. Todo se visualiza, real o virtualmente. Visualizando mucho se
sustituyen otras muchas labores y lances en torno al conocimiento real de las
cosas. Hemos visto mucho, vemos mucho, vivimos en una pantalla. ¿Real? ¿Plasma?
Ver para creer y poco pensar en
ello.
que determinados sinvergüenzas del verbo y la actitud amoral, envueltos en las
capas de la política, con el solo poder de la visualización, de lo virtual, del
eslogan, tienen la osadía de pretender dirigir nuestros destinos, siendo personajes
entre los que proliferan golfos, gánsteres, gilipollas (por utilizar la G); entre
los que abundan caraduras, cara pijos, cara papas (por la C). Se salvan pocos
adjetivos en la calificación de nuestros líderes adalides en sus lides.
hay tu tía. Jodemos, en su acepción grosera y grotesca. De la deriva de una
política como la que tenemos, vienen lo lodos, los fangos y complicaciones de la
evolución de este país tan progresista y con tanto pasado. No sólo se progresa
en el robo a mansalva que tienen a gala practicarlo hasta el último momento, en
base a que todo es una estafa administrativa institucionalizada. El estado vs el individuo.
la deriva gangsteril, y la insurgencia de consignas de los podemos joder y jodemos, la política actual carece de pies ni
cabeza, está metida en un buen lío, y nosotros con ellos, pues marcan el precio
de vivir, el valor de nuestras vidas, y definen los modos de comportamiento: si
ponemos o no un buey en el Belén o si dejamos pasar primero a una señora sea
guapa o no. No es justo que gente sin moral y con determinadas extravagantes
éticas, sean los que controlen los movimientos en la faz de la Tierra y en el paso
de cebra de la calle a la que se cambia de nombre a gusto del munícipe.
inmediato, en estos momentos de la política de este país asistiremos a la burda
soca-tira. A unas pedradas vestidas de pedreas en el bombo de la democracia.
¡Es horrible!, ¡el trile al poder! Que tan listos sean tan tontos, y nosotros,
la ciudadanía como ahora nos llaman, “la gente”, aceptemos masivamente el latrocinio
como mal menor o, en su contrario, los falsos argumentos zafio-comunistas, los
más baratos, además.
preguntaréis si hoy, en este diván tumbado no habré estado bebiendo y leyendo a
Schopenhauer, a Søren Kierkegaard. Pues no. Lo que he estado leyendo es el
libro que ha escrito Mauricio Wiesenthal sobre Rilke que
es una maravilla, y que recomiendo a todos los interesados en la Mitteleuropa y aquellos estupendos
personajes, y en el gran verbo de este soberbio escritor. Angustia y pesimismo
son claves de la existencia, pero a mí es la causa hedonista la que me gusta
defender. (Sobre el filósofo prusiano y el danés seductor, no les pregunten
nada a nuestros políticos.)
cualquier caso, feliz año, feliz todo, todo lo que se pueda.