David Heras

Invitado por la gente de este blog, a la que agradezco su amabilidad, doy mi opinión acerca de lo que está ocurriendo en el mundo árabe, con la intención, como se me ha pedido, de interpretar estos hechos desde “el otro lado”.
Antes que nada, repasando la prensa europea y sus artículos de opinión, observo que no resulta fácil encajar estos hechos en la mentalidad política europea. Frente a la sorpresa inicial, pues nadie esperaba un tan rápido desenlace en Túnez y Egipto, incluidos los propios actores de la revuelta, la euforia general se ha frenado con la situación en Baréin y Libia, donde Gadafi no sólo ha resistido sino que parece tener suficientes recursos para ganar la partida. También en otros países las revueltas por la libertad y la democracia no han conseguido de momento hacer tambalear otros regímenes más o menos dictatoriales.
La más seguida de las protestas en el mundo árabe fue, sin duda, el movimiento egipcio de la plaza cairota de El Tahir que hizo caer a Hosni Mubarak. Gracias a la retransmisión en directo de los acontecimientos, el espectador occidental se identificó con una gente que pedía democracia. Sin embargo, pronto empezaron las primeras dudas. ¿La democracia avanza o es el islamismo el que al final se va a llevar el gato al agua? ¿Aumentará la inmigración debido a la situación de inseguridad generalizada? ¿Y el terrorismo de Al Qaeda? ¿Saldrá fortalecido de esta oleada?
Sabemos lo que significa escribir islamismo. Ya no se trata de gente que pide votar en libertad, sino mujeres con el velo, machismo, opresión, antimodernidad e, incluso, violencia y terror, pues no podemos negar que, amplias capas de la población hacen una lectura textual del Corán a través de una cultura patriarcal instalada en… un mundo de pobreza y atraso.
Pero empecemos por Al Qaeda, la organización que presumió de infligir en el pasado duros golpes a los «cruzados» occidentales y sus aliados árabes, aunque por cada «cruzado» muerto haya habido cien muertos inocentes árabes. Reconozcamos que Al Qaeda también ha servido para justificar una teoría geopolítica y la implicación bélica de la OTAN en Afganistán, primero, e Irak luego. (Así, el líder libio Gadafi, con un ojo puesto en Occidente, nos dice que los rebeldes que intentaban echarlo son miembros de Al Qaeda.) Sin embargo, no parece que esta organización terrorista haya ganado en influencia en el mundo árabe en los últimos años, sino más bien lo contrario. Lo cual no tiene nada de extraño, porque su realidad la forman una serie de grupúsculos que, gracias a la Red, pueden dar la impresión de una cierta coordinación, pero que no dejan de ser pequeños núcleos sin una influencia real salvo en ciertas zonas de Pakistán y Afganistán. Pero lo más preocupante es que esta palabra ha servido para aterrorizar a la población local y permitir una política represiva que ha hecho caso omiso de los derechos humanos.
A mi juicio, es un error hacer de este grupo una organización mas propia de una película de ciencia ficción que de una realidad que es más compleja de lo que parece. Muchos episodios terroristas que se producen en el mundo árabe son producto de los enfrentamientos intermusulmanes que se vienen produciendo hace años entre suníis y chiís, moderados y extremistas… y donde a lo sectario se suma lo tribal, pues no olvidemos que, en todos los países árabes, hay una situación étnica complicada. (Algo que también conocen los europeos. ¿Se acuerdan de las guerras de los Balcanes de los años noventa?) Además, los árabes percibimos de una forma distinta a la occidental (y esto es más difícil de entender) las etnias. Para nosotros el origen, la raza, no es sólo una entidad administrativa, sino que lo hereditario, la cultura y la religión tienen una importancia decisiva para saber quienes somos.
En cuanto al islamismo moderado, no debemos olvidar que nació al calor de la lucha contra el colonialismo de comienzos del siglo pasado. Además su idea fue siempre de que solo dentro del Islam se podía emprender la vía de la modernidad. En cualquier caso, no son un calco del fundamentalismo saudí o afgano como muchos creen, lo mismo que tampoco hemos visto en las protestas consignas o pancartas anti-occidentales ni anti-israelíes, pese el apoyo de Israel a Mubarak.
La pregunta que deben hacerse los occidentales es si estan dispuestos a que estas fuerzas, si hay elecciones libres y las ganan, pueden gobernar libremente o por el contrario, con el pretexto de que esa democracia no les gusta aunque haya salido de las urnas, dicen que los resultados no son válidos.
Pero volviendo a las protestas, ¿qué deseaban los manifestantes? Honestamente, creo que la rebelión ha sido y es contra regímenes ineficaces, corruptos y tiránicos que hemos venido soportando desde hace demasiado tiempo gracias también al apoyo, no sólo de los Estados Unidos, sino de Europa entera. Incluso, partidos tan corruptos como los del egipcio Hosni Mubarak y el tunecino Ben Alí, formaban parte de la Internacional Socialista como miembros de pleno derecho. Y como tampoco queremos seguir hurgando en la herida pasaremos por alto que Ben Ali y Mubarak, lo mismo que Gadafi, han sido no sólo amigos y aliados de los países occidentales, sino también socios en múltiples negocios y empresas.
Si, nos hemos rebelado contra unos regímenes ineptos, corruptos y violentos. Entonces, ¿también deseamos la «democracia»? Por supuesto, sólo que no como las de Afganistán e Irak (reinos de la corrupción) y que, lo siento, tampoco los europeos y norteamericanos aceptarían en sus países.
Creo también que parte de problema, es que existe un desconocimiento occidental (y no digamos europeo) respecto a sus vecinos árabes, lo que no es recíproco. Nosotros sí sabemos bien cómo se vive en la Unión Europea. Muchos tenemos familiares que trabajan, son inmigrantes y, además, no conviene olvidar que vemos vuestra televisión, somos hinchas de vuestros equipos de fútbol y lo seguimos en la Red que, como todos sabemos, ha sido importante para la movilización de las protestas.
Pero ahí está el burka y los minaretes de las mezquitas que de la mano de la inmigración musulmana son demasiado visibles en Occidente. Algunos lo ven como una invasión indeseada, la mayoría mira hacia otro lado porque son brazos necesarios, pero no gusta. Falta una visión lúcida y valiente por parte de ls autoridades que ayude a resolver los problemas. Por ejemplo: ¿Por qué no se adaptan las mezquitas a la arquitectura occidental? Se puede enseñar al recién llegado (por parte del Gobierno local u otro musulmán con autoridad) cuáles son las leyes y cómo comportarse: mas no olvidemos que la mayoría de los españoles, franceses o alemanes musulmanes no tienen problemas con la ley ni con su cultura, y se consideran europeos. Europa también tiene una población autoctona musulmna que no está asociada a la inmigración.
También deberíamos tratar de entender otra cosa. En una encuesta oficial divulgada hace unos días en Marruecos sobre demografía, resulta que la tasa de fecundidad en el país llegó el año pasado a 2,19 hijos por mujer, a diferencia de años atrás,  Este índice está muy cerca del de Túnez (2,05) o Líbano (1,69), pero también es muy similar a la de los países europeos. 
La vida está difícil para todos y la crisis económica también se siente con fuerza en este lado del Mediterráneo, aunque nuestras rentas son mucho menores, pese a que algunos países árabes tienen petróleo y gas. Por eso, otra clave de las protestas es la desigualdad económica, la terrible pobreza de amplias capas de la población que les empuja a la inmigración, frente a la riqueza de unos pocos.
De acuerdo, estas oleadas de protestas traerán una época de inestabilidad, conflictos y peligros pero la solución no es el apoyo a nuevas dictaduras militares o falsas democracias, pues hay que romper la dicotomía entre dictadura e islamismo radical. También hay gente que desea una democracia y aunque occidentales y árabes no tenemos la misma tradición y visión del mundo, ambos sabemos bien lo que significa ganar uns elecciones de forma limpia.  
Los países de la Unión Europea, y en especial del sur como España, Italia y Francia, nuestros vecinos, deberían pasar a tener otra actitud más allá de ser una fábrica de comunicados y condenas, o refugiarse bajo el paraguas norteamericano para cualquier intervención. La situación en Libia así lo exige. ¿Qué hará Gadafi con todos los que se han levantado en contra de él? ¿Estará Europa a la altura de sus responsabilidades históricas y políticas?
Mucho me temo que, una vez más, Europa seguirá mirando para otro lado, prisionera de sus propias contradicciones y llena de buenas intenciones, como la alianza de civilizaciones del presidente español, Zapatero. Seguro que el comunicado de condena a Gadafi por el exterminio de la oposición, será duro con el líder libio, pero papel mojado para las víctimas. Entonces será mejor pensar, como ponen los jóvenes árabes en sus mensajes en Twitter, en un Gadafi cansado de ser el amo de sus esclavos y que, aburrido, se decide a probar  junto a sus hijos la droga que según él toman los rebeldes, la “halwassa”. Confiemos en que el camello (traficante) que se la puede proporcionar esté en la parte más desierta del desierto libio.
(*) Mohamed A. es un periodista tunecino que, entre otros medios, ha trabajado para la agencia de noticias tunecina TAP de la que fue corresponsal en distintas capitales europeas.