LUCAS
DAMIÁN CORTIANA

Pensamiento de tarde de lunes (previo al pensamiento
suicida, finalidad innegable de cualquier principio de semana): el morbo es la
fuerza más poderosa del universo.

Podría ser la antimateria o los agujeros negros; tal
vez podrían ser los cuásares, los púlsares o los Objetos Hanny, pero no, los
descarto por una realidad fundamental: no tengo pruebas para demostrarlo y esto
se debe a mi exceso de ignorancia astronómica y vagancia enciclopédica (la
carencia de poderes, el desgano y el aburrimiento también se presentan como
fuerzas elementales y pueden entenderse como la tendencia opuesta, la fórmula
de una antítesis de los poderes evidentes: movimiento-quietud, euforia-apatía,
caos creativo-silencio de siesta, erección-programas de TV).
Debo reconocer que mi primera opción fue el dinero,
por motivos innumerables y obvios, principalmente por la capacidad de ocultar
tan demoníacamente su verdadero rostro con otros rostros, los de Lincolns y Washingtons sobre manoseado papel verde que ocultan además, la
función alienante que desempeña en el occidente capitalista, que ocultan el
hambre, que ocultan la guerra, que ocultan el machismo, la soledad, las
adicciones, el calentamiento global, la vacuna del sida, lo que hay detrás de
las elecciones, lo que hay detrás de los medios, lo que hay detrás de la
educación, que ocultan, ocultan, ocultan, todo menos el nihilismo… y que
fomentan otro poder cuando no está presente o cuando está presente sólo en
algunas latitudes: la miseria.
Consideré a la muerte, pero a decir verdad hace tiempo
quedó obsoleta y pasada de moda. Hoy cualquiera puede ser inmortal con un
celular en la mano y algunas frases ocurrentes en Twitter, algunas fotos
calientes en Instagram o contando los pequeños logros de la gente común por Facebook:
“empecé la dieta”, “salida con amigos”, “a la nena se le cayó su primer diente
de leche” y así hasta el infinito de la estupidez y su pozo insondable. ¿Quién
le concede autoridad a la muerte cuando la popularidad es abominablemente
expeditiva como vehículo de distracción? La fama ya no es lo que era. El paso a
la posteridad tampoco. Tampoco la muerte. Todas ellas sepultadas por un carpe diem fútil.
Creí que podía ser el arte, pero su poder se ha
ramificado en entretenimiento y consumo descartable. Pocos miran una pintura
sin premeditar un meme. La música
sólo es, cuando un producto la captura para convertirse en jingle publicitario.
Shakespeare, Goethe y Mendelssohn son sinónimo de carcamal. Ya lo es incluso el
Siglo XX. Woody Allen es tedioso, a Marcel Duchamp se le malinterpreta su
charlatanería oportunista. El poder del arte es entelequia hasta en las
galerías elitistas. 
 
Pensé en el amor. Pero inmediatamente pensé en el
sexo. Entonces pensé en las mujeres. Esta ecuación, esta suma no siempre positiva
ni negativa, con alternancias de protagonismo, estas intersecciones cuasi
obligadas producen un resultado interesante pero que le quita poder a las tres
unidades primarias: el matrimonio. Por lo tanto, por descarte o para evitar la
letanía, decidí arbitrariamente que la fuerza más poderosa del universo es el
morbo.
  
Y lo es. Es la fuerza que nos lleva, como moscas a la
mierda, a presenciar extasiados un accidente automovilístico o a deleitarnos en
la tragedia ajena. Morbo, poder que se alimenta de otros poderes: de la ley de
atracción, de energía magnética, de la idiotez de masas. Y sí, no estamos en la
Francia del siglo XVI, pero las decapitaciones espectaculares en las plazas
públicas aún siguen vigentes. Guillotinas, verdugos, amarillismo, chimentos,
qué más da. Lo fundamental es aniquilar y saborear el desmembramiento hasta que
caiga en el olvido dándole lugar a la siguiente y más llamativa matanza. Los
eufemismos no son indispensables.

El morbo no sólo tiene poder, es necesario para la
continuidad de la raza humana. La cópula es asequible sólo a partir del morbo.
Es dependiente del morbo. Primero el pecado. La relación carnal deberá llevarse
a cabo con quien más estímulos obscenos provoquen. La fantasía. El levante y el
chamuyo vienen después. El morbo de ser el más macho y llevarse a la mejor
hembra. La de mejores tetas y la de piernas infinitas. El morbo de que ya no
basten los atributos físicos al natural. Allí los disfraces. Luego las luces de
colores. Luego el fuego. Morbo. Morbo. Luego sangre. Morbo. Luego el cuero
negro. Las cadenas. Luego el fetichismo, la filmación. Morbo. Morbo. El video
en Internet. Morbo. Morbo. Luego. ¡Boom! Explota el universo. Morbo: la
respuesta no científica al Big Bang.
Lucas Damián Cortiana (Chivilcoy, Argentina, 1983) es poeta y escritor. Ha colaborado en diversos medios y publicado en diversas antologías y ha obtenido primer premio «Pluma de Plata» en el certamen de poesía organizado por SADE. En la página de Facebook “Rata Carmelito” pueden encontrarse retales de su poesía