El nuevo libro de Fernando Castillo (Madrid, 1953) es una sorpresa, como cada uno de los suyos. Especialista en reconstruir huellas, al modo de un Lupin que resolviera misterios, y el pasado por el mero hecho de serlo resulta poseer esa cualidad en grado extremo, Castillo se ha adentrado en la historia, su pasión más manifiesta, para rastrear paisajes acotados que en el fondo se resuelven en una biografía imaginada que parte de experiencias reales.

Así, Tintin-Hergé. Una vida del siglo XX; Noche y niebla en el París ocupado; Los años de Madridgrado; Españoles en París 1940-1944; La extraña retaguardia. Personajes de una ciudad oscura. Madrid 1936-1943… entre otros muchos, libros que nos perfilan un mapa donde París y Madrid… y Bruselas configuran un paisaje que da cabida  a una época, la de las guerras totales que asolaron estas ciudades, obligando a que floreciera gran parte de lo que constituye esa “historia universal de la infamia”, para referirnos en términos borgianos. Castillo nos habla de esos personajes infames movido por un referente esencial, el Patrick Modiano que en su momento escribió La trilogía de la Ocupación. De ese referente pasado Castillo ha construido, al modo y las maneras y el hálito de un historiador de la cultura como Herbert Lottman, el recreador del París de Man Ray, de figuras como Julio Verne, Albert Camus, Gustave Flaubert…, su particula historia infame. Un logro de la historiografía española, poco dada a estas cosas, e inmersa aún en la fantasmagoría académica del XIX. Fernando Castillo, nuestro escritor-historiador.

De todo esto ya dimos cuenta en su momento incluso en estas mismas paáginas, pero el motivo que nos ha impulsado a reseñar este nuevo libro de Fernando Castillo, Atlas personal, publicado por Renacimiento, es la sorpresa que nos ha causado, hay que decir que relativa pues a poco que lo pensemos no podía haber sido de otra manera, ya que se trata de un libro de viajes, de aspecto fragmentario y que se correspondería metafóricamente en su estructura con los objetos que un viajero mete en su maleta antes de emprender el camino: objetos heteróclitos pero que sirven para que el viaje se facilite en sus precisos momentos.

Así, el libro está creado de objetos que pueden rastrarse en Cuadernos Hispanoamericanos, catálogos de las exposiciones que ha comisariado, en revistas como Frontera D. y, desde luego, algunos textos inéditos, ocho, de los que destacaría dos por el modo en que están construidos: una especie de prosa poética, “Ciudad Jardín. Un recuerdo del Madrid ramoniano” y “Geografía esencial”, un catálogo de ciudades recorridas e imaginadas, las dos cosas a la vez, resueltas en una frase que tiene mucho de aforismo de cariz ramoniano. Así, “ Atenas, la de Pericles, de donde procedemos”; así, “Roma, la capital del mundo para Goethe”; “París, siempre”; “Bruselas, la ciudad natal de Tintín”; “La Atlántida, mito prístino y eco de civilizaciones perdidas. El eterno no-lugar”… ni que decir tiene que la cosa estriba en frases como esta “el eterno no-lugar”. Ya digo, el escritor-historiador.

En el libro hay de todo, desde una escapada a geografías como la Marina alta, muy poco trabajada por nuestros escritores, y que Castillo pasea con la sombra de Gabriel Miró, hasta un fascinante recorrido por el Madrid de Ramón, muy bien estructurado entre información e impresión, pasando, cómo no, por la geografía habitada de Patrick Modiano o por Lisboa, Tánger, Trieste, ciudades que se sobreviven por su incidencia en el imaginario literario y desde luego en el caso de las dos últimas, en exclusividad; ni que decir tiene, un recorrido por la Centroeuropa más literaria, Praga, la Baviera de Luis II y sus castillos de aire kitch que prefiguran Disneylandia, Munich, Marienbad…

 

Fernando Castillo

 

Un abanico geográfico muy amplio que se resuelve en el mapa europeo y que llega hasta la frontera de la imaginación de la cultura occidental durante siglos y donde uno se abismaba en otro mundo, la Costantinopla que durante siglos fue la Puerta, sublime o no, de dos continentes. Esto por la parte del Este. Por el Oeste, Castillo nos deja en el lado imaginado y terrible del Plus Ultra de las Columnas de Hércules, pues lo más occidental que nos topamos aquí es la ciudad de Lisboa. Es decir, Atlas personal es un espacio reservado a Europa. Ello conlleva una estética y una ética y también un modo de ser. Castillo se mueve como pez en el agua en sus propias referencias personales recorriendo esas ciudades, desde las huellas medievales a las de la decadencia de la Belle Époque que prefigura las dos guerras mundiales… Otra vez el escritor- historiador que nos construye una sensibilidad eligendo momentos determinados en el tiempo que condicionan nuestro modo actual de ver, sentir y actuar. En este sentido Castillo recrea, para hablar en términos hegelianos, nuestra particular prosa del mundo.

El autor, como buen historiador, nos abruma con la información que nos ofrece en cada espacio geográfico en que se mueve. Pero aquí nos viene en ayuda el escritor, que elige con cierta delectación el detalle significativo, el que realza ese detalle y lo elige como esencial. En este sentido el viaje que realiza a las Hurdes es ciertamente modélico, por ejemplo, y ese equilibrio entre historia y literatura es lo que hace de estas páginas algo tan especial.

Castillo, claro, intenta ofrecer antecedentes a este modo de presentar geografías, y se siente deudor de multitud de autores, autores tan dispares como Azorín, Ortega y Gasset, César González Ruano, Eugenio Nadal, Sánchez Mazas, Mourlane Michelena… Josep Pla, Camilo José Cela, Álvaro Cunqueiro, Otero Pedrayo, Jorge Luís Borges, en fin, Paul Morand…

El caso es que esa deuda podría entrar en aquella categoría a que se refirió Cabrera Infante cuando le preguntaron qué autores y obras habían influido en su obra y comenzó a recitar una eterna letanía que abarcaba desde la Biblia hasta James Joyce, vale decir, la literatura toda desplegada en la historia de la misma.

Eso le sucede a Fernando Castillo. Este libro es deudor de todo lo escrito anteriormente sobre el tema. Es la cultura. Un magnífico libro.

 

 

Fernando Castillo. Atlas personal. Renacimiento. Sevilla. 2019. 280 pp

https://www.editorialrenacimiento.com/los-viajeros/2120-atlas-personal.html