ANGIE PAGNOTTA
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Fotografía de Bangsanghyeok Rangbang |
Se
despierta. Sueña con el pasado. El pasado vuelve escalonado, desacomodado,
trastocado. Se despierta molesta. Todavía tiene ese gusto en la boca. Suena el teléfono.
Va al baño. Se lava la cara y los dientes. Se mira al espejo y recuerda
fragmentos del sueño. Flashes. Imágenes. ¿Por qué con mis ex?, se pregunta
inquieta. Con uno fantasía, amor, sexo, cariño. Con el otro reproche,
violencia, enojo, agresividad. Por uno, hubiera dado la vida. Por el otro, tuvo
que dar la vida a cambio de nada o menos que nada. Nada. Por uno, dejó pasar el
tiempo, actuó tarde, lo dejó ir sin saber lo que perdía. Por el otro, anestesió
parte de su vida en años que no valieron la pena, no actuó, se dejó ir a sí
misma, sin saber —tampoco— qué perdía de ella. Federico y Martín, dos
antagónicos e insoportables pasados que volvían en sus sueños.
despierta. Sueña con el pasado. El pasado vuelve escalonado, desacomodado,
trastocado. Se despierta molesta. Todavía tiene ese gusto en la boca. Suena el teléfono.
Va al baño. Se lava la cara y los dientes. Se mira al espejo y recuerda
fragmentos del sueño. Flashes. Imágenes. ¿Por qué con mis ex?, se pregunta
inquieta. Con uno fantasía, amor, sexo, cariño. Con el otro reproche,
violencia, enojo, agresividad. Por uno, hubiera dado la vida. Por el otro, tuvo
que dar la vida a cambio de nada o menos que nada. Nada. Por uno, dejó pasar el
tiempo, actuó tarde, lo dejó ir sin saber lo que perdía. Por el otro, anestesió
parte de su vida en años que no valieron la pena, no actuó, se dejó ir a sí
misma, sin saber —tampoco— qué perdía de ella. Federico y Martín, dos
antagónicos e insoportables pasados que volvían en sus sueños.
En el
sueño Agustina era como hubiera querido ser. Estaba radiante, brillante,
etérea. Federico le decía —por fin— que quería estar con ella; entonces nada
más había que decir: se besaban en un beso eterno, sin prisas, demorado y
apasionado. Los dos se sentían vivos, enteros. Estaban embarcados en una
fantasía que habían reprimido por mucho tiempo, años enteros en la vida real,
pero que en este sueño cobraban vida y se iban transformando rápidamente en una
sensación de bienestar. En cambio, desde la otra esquina del ring y en lo ideal
de su sueño con Martín, Agustina era como hubiera necesitado ser: tras la
terrible discusión hecha monólogo —casi tal como la vivió unos meses atrás—
Agustina decidía no callarse y tomaba las riendas del conflicto, después de una
larga y convincente explicación en donde argumentaba los motivos reales de su
infidelidad. Después de un tiempo, lograba —mediante un gesto— que Martín
comprendiera todo lo que necesitaba comprender de un tirón, sin planteos.
Martín se dejaba rendir y caer al piso, y con él en el suelo caían también
todas las fichas con dolor. Ella se iba y él —esta vez— no la frenaba. Ambos
habían comprendido todo: la relación empezaba a ser pasado y la pareja se había
disuelto para siempre. Sin escenas de sentimentalismo barato, sin violencia,
sin marcas en el cuello, sin insultos ni golpes bajos. Entonces, el cariño (que
alguna vez habían sentido), quedaba en un cajón; como un recuerdo feliz; sin
rencor.
sueño Agustina era como hubiera querido ser. Estaba radiante, brillante,
etérea. Federico le decía —por fin— que quería estar con ella; entonces nada
más había que decir: se besaban en un beso eterno, sin prisas, demorado y
apasionado. Los dos se sentían vivos, enteros. Estaban embarcados en una
fantasía que habían reprimido por mucho tiempo, años enteros en la vida real,
pero que en este sueño cobraban vida y se iban transformando rápidamente en una
sensación de bienestar. En cambio, desde la otra esquina del ring y en lo ideal
de su sueño con Martín, Agustina era como hubiera necesitado ser: tras la
terrible discusión hecha monólogo —casi tal como la vivió unos meses atrás—
Agustina decidía no callarse y tomaba las riendas del conflicto, después de una
larga y convincente explicación en donde argumentaba los motivos reales de su
infidelidad. Después de un tiempo, lograba —mediante un gesto— que Martín
comprendiera todo lo que necesitaba comprender de un tirón, sin planteos.
Martín se dejaba rendir y caer al piso, y con él en el suelo caían también
todas las fichas con dolor. Ella se iba y él —esta vez— no la frenaba. Ambos
habían comprendido todo: la relación empezaba a ser pasado y la pareja se había
disuelto para siempre. Sin escenas de sentimentalismo barato, sin violencia,
sin marcas en el cuello, sin insultos ni golpes bajos. Entonces, el cariño (que
alguna vez habían sentido), quedaba en un cajón; como un recuerdo feliz; sin
rencor.
Agustina
vuelve al baño. Se refriega los ojos y la cara con agua. Las gotas caen por su
rostro hacia el lavatorio. Sus ojos están pálidos. Sus mejillas están levemente
rosadas. Se sonríe. Se arrepiente de esa sonrisa. Se tira agua bien fría en la
cara, de nuevo. Se seca despacio y toma su celular. Manda un mensaje para
Federico: “Querés que nos encontremos este viernes? Beso enorme”
vuelve al baño. Se refriega los ojos y la cara con agua. Las gotas caen por su
rostro hacia el lavatorio. Sus ojos están pálidos. Sus mejillas están levemente
rosadas. Se sonríe. Se arrepiente de esa sonrisa. Se tira agua bien fría en la
cara, de nuevo. Se seca despacio y toma su celular. Manda un mensaje para
Federico: “Querés que nos encontremos este viernes? Beso enorme”
ANGIE
PAGNOTTA, nació en Godoy Cruz, Mendoza, pero a los
pocos meses su familia se trasladó a Buenos Aires, por lo cual es 99% porteña.
Escritora y Periodista. En 2012 fundó Revista Kundra: literatura
aleatoria y el portal de Arte y Cultura, Baires Digital.
Trabajó en contenidos de redes sociales y publicidad para Duro de Domar,
TVR, Fútbol para todos, 678 y Diario
Registrado, entre otros. Colabora en distintos medios de Argentina como
Revista El Gran Otro, el suplemento Cultura Registrada,
Continuidad de los libros, Diario Femenino, el
portal de entrevistas Entrevistar-Te, Solo Tempestad y
Revista Kunst. Nada que no quieras, su primera novela, se
encuentra en proceso de corrección y Memoria de lo posible (2017,
Peces de Ciudad), es su primer libro de cuentos.
PAGNOTTA, nació en Godoy Cruz, Mendoza, pero a los
pocos meses su familia se trasladó a Buenos Aires, por lo cual es 99% porteña.
Escritora y Periodista. En 2012 fundó Revista Kundra: literatura
aleatoria y el portal de Arte y Cultura, Baires Digital.
Trabajó en contenidos de redes sociales y publicidad para Duro de Domar,
TVR, Fútbol para todos, 678 y Diario
Registrado, entre otros. Colabora en distintos medios de Argentina como
Revista El Gran Otro, el suplemento Cultura Registrada,
Continuidad de los libros, Diario Femenino, el
portal de entrevistas Entrevistar-Te, Solo Tempestad y
Revista Kunst. Nada que no quieras, su primera novela, se
encuentra en proceso de corrección y Memoria de lo posible (2017,
Peces de Ciudad), es su primer libro de cuentos.