FERNANDO LÓPEZ GARCÍA











Una tarde de marzo cayó en mis manos un libro de Rosa Berlanga titulado “De mujeres y miedos” (Carena, 2017).
Quemaba. Ardía. Traspasaba ferozmente las tapas y pedía voz en grito una
puerta, una ventana, una camisa abiertas. Para poder respirar.
“De mujeres y miedos” es poesía para voz alta, para leer
y no para leerse.
Contrariamente a la tendencia actual, la obra que nos ocupa lleva aparejada una
cualidad de otro tiempo, dotándola de una categoría elevadísima: posee tono
propio.                                 
La sonoridad recorre cada una de las cuatro partes que lo conforman y
sirviéndose, no sólo de las exclamaciones, interrogaciones, aliteraciones o de
un (excepcional) acertado uso de los puntos suspensivos, señala si lo que se
está leyendo merece aullido, susurro, tono firme pero no estridente, tono
cálido pero no amable. Se trata de una obra poética con narradora, con voz en off incorporada.
Decíamos que este poder comunicativo es poco o nada frecuente en la poesía
actual. Es por ello por lo que vamos a saborear pizcas de las autoras del 27,
entre otras. En “De mujeres y miedos” respira
una María Teresa León, una Champourcín, una Chacel. También una Gloria Fuertes,
especialmente visible en la fase Compromiso.
Todas ellas tenían en común la sonoridad a que nos referimos, que añoramos y
que hoy recuperamos gracias a Rosa Berlanga. Aquellas gigantes leían en voz
alta, grababan sus poemas, los recitaban en fiestas, encuentros, televisiones,
radios, teatralizaban sus obras porque sin duda éstas requerían de un salto
vital hacia fuera, para el
megáfono, no para el papel, para el oído, no para la vista.
Otra cualidad de nuestra autora, compartida por los nombres citados y
denostada por los no-citados de nuestro tiempo, es su dominio del léxico: todo
imaginario pende de la expresión a la que se le somete en la elección de
palabras, pues, como decía Wittgenstein, «los límites de mi lenguaje son
los límites de mi mundo». Y el de Berlanga es extenso, vasto, campo grande
que descubrir. Su riqueza se traduce en precisión terminológica, requisito no
menor para la configuración de las imágenes proyectadas:
«Y sentir, entre tactos de excesos,
luminarias de abrazos y de cuerpos,
eterno desnudo -estíos e inviernos-,
derrumbados
del peso viejo
».
[Ramas de marzo]
Rosa Berlanga y Emilia Díaz
El poemario se compone de cuatro fases (explicaremos por qué
«fases» y no «secciones», «bloques» o
«etapas»): Género, Íntima, Compromiso y Erótica, con cuatro poemas
cada una, así como de cuatro cuadros de la fascinante pintora extremeña Emilia
Díaz, que plasma su propio imaginario paralelamente al ejercicio poético,
construyendo un ensamble de ideas complementarias que sugieren una armonía
perfecta entre las dos artes representadas. Las pinturas, definen por sí solas,
en su color y expresión, cada sentimiento de este maravilloso libro donde se
demuestra la conjunción de dos arte, reducido todo ello a poesía.
El empleo de fases en
detrimento de otros modos de calificar la división, atañe a la cumbre alcanzada
por la poeta, última meta de todo escritor: Identidad.
En todas las fases de “De mujeres
y miedos” leemos a Rosa Berlanga; no leemos a cuatro autoras
parcialmente distintas, sacudidas por la inmediatez del discurso centrado en un
tópico o por la restrictiva forma de adaptar el lenguaje a uno u otro mensaje.
Reconocemos a una autora única, capaz de elegir medios y fin, desde sus ojos y
sus manos, no alienada:
«Voluntad luchante, hermana y amiga,
enjugó mis lágrimas con mi vanidad,
tuve que empujarte para que partieras
rehaciendo los cimientos de mi mundo,
de mi
casa, de mi soledad
».
[Por respirar]
La poesía forjada a mano en esta obra es fruto de una inspiración
desbordante y generosa, no obstante, aderezada por los finos giros que le
introduce la pluma en reposo. No detectaremos solapamientos, parches o cierres
estróficos vacuos (uno de los bastiones de la poesía 2.0.): cada rincón de la composición tiene un porqué,
redondea, define y equilibra; no sobran palabras ni se calibra empíricamente el
gasto de versos en la necesidad de expresar.
Quien se acerque, levante las cejas y clave las pupilas sobre la inmaculada
superficie de “De mujeres y miedos”
hallará una invitación a entrar en un universo en permanente ebullición,
permanente reflejo, caricia de una cosmovisión de contrastes, vertebrada por un
juego dos-a-dos en torno a sus cuatro esquinas: Género (cimientos y
techo)-Íntima (puerta y ventanas cerradas); Compromiso (paredes pintadas,
teñidas, raspadas)-Erótica (ventanas abiertas y puerta grande). En el centro de
la habitación, una mujer sin miedo con un micrófono, un cuadro acompañando a
cada palabra, que esconden a otra mujer detrás, la pintora, y resaltan el
contorno de las emociones recogidas en su voz:
«Sé que al acabar el eterno turno de la
muerte
te recibiré desnuda de medida,
desnuda de la convención humana que nos pauta
y
lloraré de placer, no de nostalgia
».
[¡Dónde está la magia…!]

Entrega. Emilia Díaz

La autora de “De mujeres y miedos”, Rosa Berlanga y la pintora  Emi Díaz que ha ilustrado el libro, nos explican en esta conversación su proceso de realización.
Rosa: Cuando empezamos a hablar,
¿qué te lleva a pensar que tu pintura y mi poesía podían encajar tan bien?
Emi: Cuando te escuché por
primera vez recitar «Por respirar», me acordé de «Entrega»
uno de mis cuadros más queridos.

Emi: ¿Por
qué este no es un poemario tradicional como la mayoría de los libros de poesía?
Rosa: «De Mujeres y
Miedos» no es propiamente un poemario, sino un baile de sensualidad donde
se juntan las emociones de dos mujeres, completamente distintas pero que
comparten los envites de la vida enfrentándolos cada una con su causa… Un
poemario al uso serían letras, versos y poemas, que promoverían más o menos
emoción, el nuestro intenta absorber todos los sentidos del lector, rodearle de
un mundo onírico donde los sentimientos visten de colores y se vuelcan sobre
imágenes… Va más allá.

Lluvia. Emilia Díaz

Rosa: ¿Cómo surge el germen para iniciar «de Mujeres y Miedos» y
como se desarrolla el trabajo?, ¿Ha sido arduo?
Emi: Surge en el
mismo instante que, no sólo oigo recitar poesía, en este caso la tuya, sino
que, también, me emociona su contenido y la veo reflejada en mis colores. Aún
recuerdo la mesa de aquella cafetería donde nos faltaba espacio para organizar,
después de 6 horas, el orden de tus poemas y mis pinturas. Y cuando todo estuvo
hecho, comenzaron las largas noches y encuentros, y más poemas y más
pinturas… Ha sido un trabajo duro.., pero maravilloso

Emi: ¿No te dio “miedo” hacer un poemario distinto a los cánones establecidos, al incluir
pinturas a cada uno de tus poemas?
Rosa: Siempre
fue una bellísima idea que surgió un poco al unísono,
mientras charlábamos en aquel recital en que nos conocimos, y un auténtico reto
para ls dos. Ha valido la pena y el esfuerzo hecho paso por paso hasta el
resultado final.

Rosa: ¿Crees que la pintura es capaz de expresar por sí misma los
sentimientos que derivan de las palabras?
Emi: Creo que la
pintura, como cualquier otro arte cargado de
sensibilidad, puede expresar todo tipo de sentimiento, en
este caso unido a palabras, poemas de mujeres y de miedos.

Emi: Gloria Fuertes era una gran poeta y escritora. Escribió poemas para
adultos, también para niños adjuntando ilustraciones. ¿Crees que por ese mero
hecho de incluirlas con los poemas, “De mujeres y miedos”, no sería un libro
serio?
Rosa: Es precisamente más serio por su vocación de ser
distinto e involucrar al lector en todos su aspectos, visuales, sentimentales,
rítmicos, coloridos, sonoros… Sabes cuan cuidadosamente hemos seleccionado
los poemas para buscar la emoción y redondear las palabras con las imágenes y
los colores, y el esfuerzo y el trabajo que ha supuesto. No sería, en absoluto,
más serio si fuera un poemario tradicional.

Velo. Emilia Díaz
Rosa: ¿Puedes explicar el proceso seguido para elegir los poemas y su
posterior encaje con las ilustraciones?
Emi: Es
fácil.., solo pinto aquello que me transmite. Algunas de mis obras parecían
estar pintadas como por arte de magia para tus poemas.

Emi: ¿Por qué el título “De Mujeres y miedos “..?
Rosa: Soy mujer. Este título es perfecto para hablar
de violencia, nostalgia, compromiso y sexo desde un punto de vista femenino,
aunque esos miedos puedan ser de cualquier género humano.

Rosa: ¿Cómo explicarías el «color» del
resultado final de «De Mujeres y Miedos»?, ¿Ha valido la pena el
esfuerzo?
Emi: No es sólo un
poemario ilustrado. Es algo más. Dos mujeres expresando, a cielo abierto,
sus sentimientos de amor, pasión, rabia, miedos…que aman lo que hacen, que se
comprometen con una vida cargada con todos sus colores, los fríos y cálidos.

Emi: Dicen que extremos
opuestos se atren, ¿Crees que ser tan distintas y
,
a la vez tan iguales, ha hecho posible un poemario también distinto, valga la
redundancia?

Rosa: Tener
caracteres tan distintos en algunas facetas ha sido tremendamente enriquecedor,
el poemario alberga todo un compendio de emociones derivadas de nuestro
«enfrentamiento» en el proceso de trabajo. Me hace tan feliz como
nuestros puntos en común, plasmados en cada una de tus pinturas.
Ella. Emilia Díaz