Hace un par de noches fui a un festival de danzas donde participaba mi hija pequeña en un grupo de tele acrobacia. Nos convocaron por el grupo de WhatsApp a las 20:30 horas pero el evento no empezó sino hasta pasadas las 22. Por suerte quienes fuimos pronto a verlo conseguimos asientos en las primeras butacas, pues muchos niños y jóvenes andaban por ahí corriendo y atropellando a todos como caballos.

Después de una semana agitada aproveché ese momento para aflojar tensiones. Empecé observando a una generación de niños bailar, mejor dicho zarandear, torcer sus caderas a lo que hoy se los denomina baile de Fornite, que consiste en la combinación de movimientos rápidos donde la cadera se sacude de un lado hacia otro y en coordinación los brazos se mueven de manera firme con los puños cerrados y de manera opuesta. Baile que muchos de nuestra generación no logramos realizar por falta de coordinación o vaya a saber si es porque estamos casi finalizando los treinta y pico y estamos ya entumecidos y oxidados. Lo cierto de este baile que muchos creen que inventaron el súper paso cuando ya estaba inventado a los finales de los años 90’. Pero ahora la sociedad de los jóvenes padece una epidemia de movimientos clonados que cansan.

Entre tanto barullo y movimientos corporales repetitivos intenté repasar mentalmente los temas leídos para un exámen parcial que estaba próximo. Muchos temas los recordaba sin inconvenientes y hacía un recorrido visual y de memoria fotográfica de anotaciones que había hecho en una pizarra frente a mi escritorio: “Axiomas, Presumidores, Consumidores, Cultura participativa…”. Cada título me llevaba  a un camino de definiciones adquiridas y otras eran una especie de caminos perfectos pero en un momento eran como un callejón sin salida o mucho peor el borde de una cornisa. Esto me llevaban a un significado: una laguna, un vacío, un ¿después que seguía ?… tal vez el ruido me sirvió porque ahí me di cuenta que había temas que no estaban del todo bien sabidos ni leídos ni tan perfectamente aprendidos, que todavía me faltaba más fosfovita y lecturas.

 

Después dos directivos subieron al escenario y anunciaron que en breve comenzaría el evento. Entonces saqué mi celular y mientras mi esposo conversaba con un señor que estaba sentado al lado suyo, yo intenté apurarme a borrar todo aquello que estaba en la memoria de almacenamiento del dispositivo para poder grabar algún video o hacer fotos. Después de borrar mucho, cuando mi hija hizo su número no pude grabarla porque el dispositivo no tenía memoria. Me dio mucha lástima no haber podido hacerlo aunque nosotros ya la habíamos visto y el recuerdo quedaba en mi memoria, pero yo quería un video para guardar y esto únicamente tomaría valor dentro de media década no antes. Me planteé cuánta información recibimos continuamente y no la borramos o cuantas veces necesitamos el teléfono para hacer una llamada y no tenemos batería.

La denuncia de la actriz argentina Thelma Fardin (Thelma Fardin denunció que en 2009, durante la gira de una serie por Nicaragua, fue presuntamente violada por Juan Darthés. Fardin dio testimonio de lo sucedido junto al colectivo Actrices Argentinas hace unas semanas lo que me dio por pensar en ello.

El Colectivo de Actrices han impulsado a muchas mujeres a denunciar abusos, sin duda este hecho está marcando un antes y después porque muchos sucesos de esta magnitud fueron callados por temor o por vergüenza, y ahora salen a la luz y por suerte, se multiplican las denuncias  en las redes sociales. Como dije en mi muro de Facebook “Mil de cada mil mujeres han sufrido y tienen historias de abusos y se están animando a contar”; y no hace falta sentarse a leer mucho para darse cuenta la cantidad de testimonios que existen, uno más desgarrador que otro.

Thelma Fardín denuncia la presunta violación

Y ante toda esta oleada de mujeres unidas viene a la cabeza una escena de una película en la que una adolescente es violada, después de huir de las manos de la bestia y de semejante episodio la chica lastimada y golpeada corre por las calles de una ciudad que duerme. Con la ropa desgarrada llega a su casa y en un acto de desesperación entra en el baño, se ducha, llora, se lava, siente culpa, repulsión, después va a la guardia del hospital donde es asistida. Vivimos en una sociedad donde la víctima se siente culpable y el culpable disfruta de una maratón de películas. Donde no hay penas ni castigos donde lamentablemente cualquiera hace lo que quiere.

Los denominados «cuadernos K» que implican a la anterior presidenta argentina Cristina Kirchner  en diversos casos de corrupción me vinieron a la memoria al ver los posteos del descontento de la gente con respecto al gobierno actual, de quien no lo votó, o de quien lo votó y está arrepentido. Cada vez que cae granizo el presidente argentino,  Mauricio Macri, es señalado con el dedo. Hay un sector de fanáticos que desean fervientemente que vuelva Kirchner. Afirman que con ella estaban mejor. Hay otro sector que se basa en las estadísticas y sabe que esto es imposible. Y cuando me doy cuenta el baile del fornite terminó.