Norwid, poeta polaco, hablaba de
la belleza en función del compromiso social del artista, del trabajo artístico
como una contribución al desarrollo cultural de un pueblo, de resurgir, de
renacer, de una especie de ave fénix que se identificaba con la persona dotada
por el talento para crear de la nada.
un recorrido histórico encontramos que en el judaísmo, este concepto reside en
las facultades interiores del hombre y en especial en la mujer, que debe
defenderse practicando ciertas virtudes referentes a los quehaceres domésticos
y sobre todo aprender a escanciar el vino de la vida.
pueblos antiguos, la belleza estaba asociada a la magia. Se pensaba que
dibujando los atributos de la divinidad se tomaban posesión de ellos logrando
que pase al hechicero o figura de autoridad que ejercía así su dominio al resto
de la población. Son conocidos los jeroglíficos egipcios. Había una estética
religiosa que se respetaba fielmente.
adentrados en la Grecia de los grandes filósofos, surge el concepto de Kalogathia, que significa bondad y
belleza al mismo tiempo. Es decir todo lo que poseía una cierta utilidad podía
denominarse bello. El bien era una condición sine qua non para lograrlo y se expresaba justamente en las cosas
armónicas. Para Platón era la idea, lo justo. Pitágoras hablaba del número, la
proporción matemática que daba la armonía.
Media vuelve su mirada a Dios y se centra en él. El artista es un instrumento
de la divinidad que guía sus manos y sus pensamientos hacia las formas más
excelsas por eso no firmaba sus obras. El alma en gracia será la belleza y el
alma pecadora un reflejo de lo disociado. Es importante resaltar que también la
búsqueda de la perfección era habitual en esta época.
renacimiento encuentra la libertad creadora, la autonomía del autor que se abre
a la fantasía y a las ideas que van surgiendo de su mente. El realismo en la
representación trae a los observadores la posibilidad del goce estético. Del
teocentrismo al humanismo, aparece el capitalismo, las reformas, las
contrarreformas, la conquista de América, entre otros eventos que marcarían a
fuego a la humanidad.
barroco es sorprendente, desproporcionado, recargado, ingenioso y agudo. Lo feo
pasa a ocupar un lugar destacado, se retratan enanos y personas que escapan del
canon de belleza cultural. La sensibilidad y la agitación intelectual son parte
de esta nueva etapa. Es época de guerras eternas, pestes, diseminación
religiosa y social.
siglo XX, encontramos nuevas premisas para definir la belleza. Bajo el mando de
los dos grandes filósofos que tuvo la centuria, Martin Heidegger y Jean Paul
Sartre, se vuelve a reflexionar sobre la conciencia de existir del hombre. En
esta disyuntiva encontramos a Héctor Tizón, escritor argentino, cuando escribe
“La belleza del mundo” en 2004.
libro que emula la proeza homérica de Ulises, toma el nombre del personaje
griego pero lo convierte en un humilde apicultor que sale de su casa, en algún
lugar del norte argentina y, realiza un itinerario más o menos desventurado y
regresa a su casa envejecido pero conocedor del mundo.
belleza aquí está dada por la libertad, por la conciencia de existir, de formar
parte, de comprometerse con un destino, con la capacidad de llamar a las cosas
por su nombre.
De
alguna forma este pequeño repaso histórico nos indica la importancia del
artista, de todo tiempo, que refleja en su quehacer diario, el contexto social
en el que vive, con su visión propia que permite transformar la realidad
del hombre y la mujer. Retomando a Cyprian Norwid, el compromiso social
que adquiere el poeta logra que su pueblo no olvide el color al transformar la
tierra y el cielo en la tradición de sus mayores.