
-Tengo la sensación de que usted se pirra por todo lo que no le atañe.
-¿Qué hacer? Soy hombre. Lo que equivale a decir que hago cosas inútiles.
-¿Observa de vez en cuando a los animales, Doctor?
-Mucho menos que a los individuos de nuestra especie.
-Yo les miro con bastante frecuencia. ¿Y sabe lo que me ha parecido notar?
-He creído notar…y eso nos devuelve de golpe a su mal. Al mal de la actividad.
-Lo había notado… Además, había notado lo mismo en los niños. Esos seres, mi querido Doctor, no tienen el mal de la actividad.
-¿Pero a que niños ve usted? Los pequeños que se portan bien son unos revoltosos, unos diablos. Intente que se queden tranquilos! ¡Qué monstruos!…Si ven un grifo lo hacen girar; si es una campanilla la tocan. A falta de campanilla ¡se tocan la nariz! Activan, manipulan y ponen en funcionamiento todo lo que encuentran a mano…¡Si eso no es una forma aguda del mal de la actividad!
–Pues no… Lo único que quieren es oírse. Ese tipo de actividad solo es un mal para los padres, los relojes, los hermosos libros de ilustraciones y el filósofo del piso de arriba. Es un bien para ellos. Por eso digo que ni los niños ni los animales pueden hacer nada inútil.
Paúl Valéry. La idea fija

Paul Valéry fue un escritor, filosofo, poeta y ensayista francés que nació en 1871 y falleció en 1945