![]() |
George S. Patton |
Aun humeaban las ruinas del
bunker de Hitler cuando en la primera semana de mayo de 1945, Alemania se
rendía a los aliados. Por fin finalizaba la guerra que había dejado una
Europa destruida y doliente y que había cambiado para siempre al continente. La
guerra no suponía el fin de los conflictos.
posguerra que no tardaría en convertirse en una nuevo tipo de conflicto
conocido como la Guerra Fría del que ya se habían dado las primeros
enfrentamientos y a un temor desconocido, el miedo atómico. Por las modernas
autopistas alemanas interminables columnas de civiles y militares se
dirigían hacia el Oeste huyendo del avance del Ejército Rojo, a pesar de haber
finalizado las hostilidades. Apenas se oía más que el sordo ruido de los pasos
de los refugiados, que marchaban en silencio, cargados con los restos de su
pasado. Parecía cierto que, como dijo la escritora Elisabeth Borchers, quien también formó parte de esas columnas, “la
paz no hace ningún ruido”.
cruzado el general George S. Patton en las ultimas semanas cuando
desplegado su 3º Ejército en el sur de Alemania y en el oeste de lo que
entonces era Checoslovaquia, tuvo que frenar su avance por ordenes superiores,
renunciando a llegar a Berlín. Se trataba de una extensa y estratégica área de
la Mitteleuropa en la que las tropas norteamericanas estaban en contacto tanto
con las fuerzas de la Wehrmacht como con las del Ejército Rojo. No es de
extrañar que en aplicación de sus competencias políticas y siguiendo la lógica
bélica y la tradición militar, el general Eisenhower, jefe supremo de
las fuerzas aliadas, nombrase a Patton
-máxima responsabilidad militar sobre el terreno- Cónsul General de
Baviera. Era un titulo de inequívocas resonancias romanas que le otorgaba
la condición de suprema autoridad militar y civil para esa importante zona de
Alemania en la que las destrucciones y los daños de la guerra, siendo grandes,
no eran excesivos si se comparan con la situación de otras regiones.
versión adaptada a la persona de Patton y a las peculiaridades de Baviera del Allied
Military Government of Occupied Territories (AMGOT), el organismo
creado por Estados Unidos y Gran Bretaña para administrar militarmente los
territorios liberados que carecían de gobierno legitimo en espera de que la
sociedad civil pudiera recomponer la gobernanza. En su nuevo puesto, en
el que asumía amplias responsabilidades y disponía de extensas competencias
administrativas y militares propias de un virrey, Patton tenía encomendada la
misión de reconstruir la vida política y económica de Baviera de acuerdo con
los criterios emanados del Cuartel General Aliado. El objetivo perseguido era
restablecer la normalidad en la vida social y establecer las bases del sistema
político de los países aliados que iba a inspirar la Carta de San Francisco y a
las Naciones Unidas.
![]() |
Múnich, 1945 |
que ocurría en otras zonas de Alemania bajo control aliado y, aun más,
soviético, en el área situada bajo la autoridad de Patton no se aplicaron con
rigor las medidas de desnazificación impuestas por el Cuartel General Aliado,
que exigían apartar de la administración pública local a todos aquellos que
hubieran tenido alguna vinculación con el régimen hitleriano. Unas recomendaciones
políticas que se completaban con la indicación de mantener cierta prudencia en
la reconstrucción económica, pues en estos primeros momentos de posguerra no se
contemplaba la posibilidad de que Alemania pudiese recuperar una capacidad
industrial que le permitiera convertirse de nuevo en potencia militar.
criterios estaban próximos a las tesis que mantenían algunos sectores de la
vida política norteamericana encabezados por el Secretario del Tesoro, Henry
Morgenthau, quien elaboró un plan que contemplaba a una Alemania de
posguerra desindustrializada y agraria, casi devuelta a la Edad Media, con el
objetivo de impedir que emprendiese una nueva guerra en Europa. Frente a esta
opción radical se situaba el grupo más posibilista representado por el
Secretario de Guerra, Henry L. Stimson, y el Jefe del Estado Mayor del
Ejército, general George C. Marshall, que se inclinaba por la
reconstrucción total de Alemania como garantía de su democratización y de su
integración en la comunidad de naciones diseñada por los aliados, pero también
como tapón a la expansión soviética. Como es sabido, al final y a impulsos de
los acontecimientos que confirmaban la realidad de la Guerra Fría existente
entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, el Plan Marshall acabó
imponiéndose al Plan Morgenthau, dando vía libre a una Alemania rica e
industrial, plenamente integrada en Europa que iba a servir de posición
avanzada ante la amenaza que representaba la Unión Soviética.
a Alemania en su “año cero”, cuya realidad dio nombre la película de Roberto
Rossellini, de ambiente opresivo y final tan desolador como las ruinas que
protagonizan la obra. Una realidad a la que también se aproximaron entre
otros los relatos de Heinrich Böll, que constituyen una verdadera
crónica de la devastación en que se encontraba un país ocupado por cuatro
ejércitos, arrasado y desestructurado por los bombardeos aéreos y los combates
terrestres, cuya población y sistema se suponía que encarnaba el mal y cuyos bienes
y personas, especialmente las mujeres, se consideraban sometidos al derecho de
conquista. A todo ello hay que añadir que las relaciones entre los ocupantes
comenzaban a ser manifiestamente complicadas, pues las diferencias entre los
Aliados occidentales y la Unión Soviética, que hasta entonces se habían
enmascarado en la lucha contra el nazismo, desde la reunión de Potsdam
anunciaban de manera abierta lo que no tardaría en llamarse la Guerra Fría; un
conflicto que amenazaba con convertir a Alemania de nuevo en campo de batalla,
ahora entre el Este y el Oeste. Era el drama de un país culpable sin duda, pero
también, en 1945, de un país martirizado cuya realidad ha estudiado
recientemente Richard Bessel en su Alemania 1945, y ante
cuya descripción la literatura parece resultar insuficiente, al contrario que
la fotografía y el cine, que llevó las cámaras a las calles para recoger el
drama alemán con éxito sabedor de la novedad y de la fuerza que tenia la
estética de las ruinas que había creado el siglo de Auschwitz.
las funciones propias de Cónsul en la católica Baviera –una región convertida
en punto de fuga hacia la vecina Italia por los nazis de toda Europa, que
empleaban la red monacal de la Iglesia como refugio en su huida–, Patton
desplegó la referida tibieza desnazificadora, que fue especialmente destacable
en lo relativo a los cargos públicos. Escudándose en la necesidad de procurar
el correcto y efectivo funcionamiento de la administración local que permitía
que la vida se desarrollase, el general gobernador mantuvo en sus puestos a los
funcionarios del Reich e incluso nombró a autoridades y asesores que habían
ostentado responsabilidades en el periodo nazi. Esta voluntad de efectividad,
de búsqueda de resultados a ultranza por encima de criterios ideológicos y de
consideraciones políticas que desplegaba el general americano en su acción de
gobierno, se puede considerar una suerte de “tecnocracia militar”,
de moderno absolutismo administrativo de carácter militar dotado de un
innegable tinte autoritario. Sin embargo, también es evidente que las
controvertidas medidas adoptadas por Patton en sus escasos meses de gobierno
bávaro dieron resultado, pues la política de reconstrucción de Baviera fue muy
efectiva. La zona bajo el control del cónsul americano recuperó con
rapidez un cierto grado de normalidad económica y administrativa que
contrastaba con el estado en que se encontraban otras áreas de la Alemania
ocupada, especialmente de aquellas que estaban abajo control soviético, las
cuales se vieron sometidas a un saqueo sistemático que retrasó su recuperación
total casi hasta la reunificación en 1990.
![]() |
Alemania, 1945 |
con las directrices elaboradas por el general Eisenhower y el Cuartel General
Aliado para Europa, cuyas competencias en estos meses de posguerra eran tanto
militares como políticas, en una insólita combinación que daba lugar a muchas
reticencias institucionales. Estas diferencias unidas al conflictivo historial
de Patton, que había hecho publico su malestar por no ser destinado al Pacifico
donde aun seguía la guerra, alertaron a los periodistas destacados en Alemania,
siempre atentos a lo que sucedía alrededor del polémico general americano que
tantas noticias les había proporcionado desde los ya lejanos días de Sicilia.
No es de extrañar que la comparecencia de Patton ante la llamada de un irritado
Eisenhower, anunciada por el general Walter Bedell Smith, su jefe de
Estado mayor, para tratar de su actitud hacia los nazis en Baviera, una zona
inicialmente considerada fácil de democratizar, fuera recogida por todos los
periódicos y agencias, incluso españolas.
muestra aun más destacable de la independencia de criterios desplegada por
Georges C. Patton ante las directrices y la política aliada, fue el más que
notable anticomunismo del que hacía gala, tanto en público como en privado,
cuando tenía ocasión. Una inclinación que se unía a un antisemitismo
incontrolable que aparecía en momentos tan inoportunos como la visita a
refugiados de los campos de concentración, que escandalizaba a quienes le
rodeaban, impresionados por las recién descubiertas imágenes del Holocausto. El
general americano, poco dotado para las sutilidades de la política, al igual
que su aun más ambicioso colega Douglas McArthur, antes de acabar la
guerra ya había expresado en público su idea de que era necesario llegar a
Berlín antes que los rusos e, incluso, parece que en algún momento llegó a
comentar a los periodista americanos, siempre ávidos de carnaza noticiable y a
la espera de los comentarios del militar, que después de ocupar la capital
alemana sus tanques debían dirigirse contra Moscú para acabar definitivamente
con la amenaza de una guerra y con los enemigos de la democracia.
(La segunda parte de este artículo se publicará la próxima semana)
![]() |
Los generales Patton y Eisenhower |
Políticas y Ciencias de la Información. Ha comisariado exposiciones de pintura
y fotografía y colabora en diversas revistas culturales. Entre otros libros ha publicado:
Capital
aborrecida. La aversión hacia Madrid en la literatura y la sociedad del 98 a la
postguerra (Madrid, Polifemo, 2010); Madrid y el arte nuevo.
Vanguardia y arquitectura 1925-1936 (La Libreria 2011); Tintín
Hergé, una vida del siglo XX (Fórcola 2011); Noche y Niebla en el París
ocupado. Traficantes, espías y mercado negro (Fórcola 2012); Un
torneo interminable. La guerra en Castilla en el siglo XV (Sílex, 2014)
y París-Modiano.
De la ocupación a Mayo del 68 (Fórcola, 2015)