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Fachada del Fanelli Cafe. NYC. Foto de Concepción M. Moreno |
los taburetes de la barra y, mientras el camarero conversaba con sus otros dos
clientes al tiempo que servía mi jarra de Stella, yo imaginaba que en el
reservado de la parte de atrás Joe
Borelli y Frankie Flannery ya
departían en una de aquellas mesitas con manteles a cuadros rojos y blancos
sobre el reciente asesinato de Jimmy Cavello.
Tengo que saberlo y tengo que
saberlo ya. ¿Serás capaz de quitarnos esa espina que tenemos clavada? –inquiría
el italiano al irlandés, a lo que este, tras unos segundos de vacilación,
asentía. Aquella respuesta no era nada fácil para Frankie, pues significaba que
debía entregar la vida de su alocado hermano Jackie, autor de la muerte de Cavello, a cambio de la paz con la
banda rival.
común, pero pasear por las calles de Nueva
York es como hacerlo por un inconmensurable estudio cinematográfico, en el
que se suceden los rascacielos, los restaurantes, los carteles luminosos, las
aceras, las alcantarillas humeantes o los imprescindibles taxis amarillos que
hemos visto una y mil veces en la gran pantalla: un interminable y espectacular
decorado en el que quien lo visita puede protagonizar alguna historia peculiar.
¿Quién nos dice que, en ese momento, no seamos más que marionetas en una suerte
de “The Truman Show” (“El show de
Truman”) a las órdenes de alguien que dirige y guioniza la vida?
aquella mañana de octubre la vida iba a regalarme algo así como una escena de
película, con sus personajes llamativos, con sus diálogos y hasta con sus giros
en el guión. Había decidido recorrer un itinerario cinéfilo, diseñado gracias a
las recomendaciones de una conocida guía de viajes y a mi búsqueda freak por varias páginas de internet, de
esas que indican localizaciones de películas más o menos conocidas, por lo que,
tras pasear por algunas calles de TriBeCa,
Chinatown y Little Italy, llegué al SoHo,
barrio neoyorquino al que mucha gente va de compras y en el que yo únicamente
quería visitar el Fanelli Cafe.
de los mafiosos de “State of Grace” (“El
clan de los irlandeses”), esa película que Phil Joanou filmó en 1989 con Ed
Harris, Sean Penn, Gary Oldman y Robin Wright como protagonistas, que tanto me había impactado
cuando la vi en el cine Gran Vía en
mi época de facultad y que, hoy, cuando esa sala ya ni existe, es una de mis
infaltables en la estantería de dvds.
extraño tropezar, antes de alcanzar el 94 de Prince Street –donde se encuentra
el bar-, con el rastro de otra gran saga criminal, la de “The Godfather” (“El Padrino”). En la esquina de Prince con Mott St.
se alzaba ante mis ojos la St. Patrick’s
Old Cathedral, la misma en la que Connie
Corleone bautizaba a su hijo al tiempo que se sucedía una cadena de asesinatos
ordenada por Michael a la muerte de
su padre, don Vito. Me detuve a
visitar aquel templo antes de continuar hacia el otro, que nada tenía de sacro pero
que integraba mi vía crucis hacia el estado de gracia por el sur de Manhattan.
de Prince St. con Mercer vi el Fanelli
Cafe. En su cristalera presumía con un elocuente cartel de ser el segundo
en antigüedad en la ciudad, abierto en 1847, solo 53 años después del más
viejo, The Bridge Cafe. Mientras
leía aquellas palabras, sabía que, desde alguno de los ventanales del otro lado
de la calle, Jackie Flannery y Terry Noonan podían observar mi llegada
mientras aguardaban la llamada de Frankie desde el interior avisándoles de que
había acuerdo con los italianos y suspendiendo, por tanto, el ataque sobre el
grupo rival, marcado a las dos de la tarde.
Where are you from? –me preguntó
Branco, el camarero serbio del local.
Oh, Madrid, Real Madrid!!!
–exclamó con los ojos bien abiertos.
team is Atletico de Madrid.
de los otros dos ocupantes de la barra, dos turistas daneses que esperaban a
que sus mujeres terminasen de recorrer las tiendas del barrio antes de irse a
almorzar a otro lugar, gritó de manera muy divertida que había estudiado
durante un tiempo en mi ciudad y que se había hecho simpatizante del Atleti
tras visitar el estadio Vicente Calderón. A partir de ese momento, los cuatro
nos enfrascamos en una conversación –por supuesto en inglés- sobre fútbol.
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Fotograma de la película «State of grace». |
Duró poco. Las damas
cargadas de bolsas abrieron la puerta del café para llevarse a mis compañeros
de barra, así que, tras las pertinentes despedidas, Branco y yo quedamos como
únicos interlocutores. Poco imaginaba yo las sorpresas que me depararía la
charla con aquel hombre fornido de unos nada aparentes 61 años.
invitaba a la segunda birra, me habló de su vida en España en pleno franquismo
y me describió el amor por el boxeo que tenía el dueño del establecimiento –lo
que explicaba los retratos y los recortes enmarcados en la pared contraria-. Yo
le hablé de la devoción con la que emprendí mi peregrinaje hasta su bar, pero
Branco desconocía la película de la que le hablaba.
esas escenas apocalípticas de películas o teleseries, algo espectacular llamó
mi atención desde el televisor anclado en una esquina de la barra, cerca del
techo. “Gadhafi is dead”, anunciaba la CNN
en rótulos bien llamativos, mientras yo no daba crédito a lo que leía y oía…
What happened? –pregunté con los
ojos bien abiertos a Branco.
something like that… -explicó con tal naturalidad que me dejó helada.
asociación de ideas recordé un cartel que había visto por la mañana en el
metro, una de esas llamadas de atención de las autoridades neoyorquinas para
que la ciudadanía avise a la policía si ve una bolsa o una mochila abandonadas
a su suerte: “No creas que ha sido por accidente”. Sin tener muchos datos sobre
el caso, a la luz de los primeros testimonios, tan inciertos e imprecisos,
aquel giro noticioso de la mañana me hizo temblar.
advertir que ya eran más de las dos, decidí pagar y salir del local por si los
chicos de Flannery decidían cruzar la calle ante la ausencia de llamada de
Frankie y cambiaban la historia ya escrita…
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Fotograma de la película «State of grace» |
Wowowowowowow: sorpresón tu aparición por acá. Un besazo y mil gracias por dejarte transportar.
Querida, es un placer que me transportes al Fanelli… Mil besos
Juampe: muchas gracias por tus palabras. Ya sabes que, cuando quieras, nos tomamos una Stella y te cuento este y muchos más relatos. Un besazo y gracias por visitar este nuevo rinconcito repleto de amigos.
Leer el relato ha sido como si te tuviera enfrente, contándomelo. Dejas luz por dondequiera que vas y nos traes pedazos de vida que encuentras en tus viajes. ¡Gracias! Un beso con guiño rojiblanco.
Alberto: tienes toda la razón con lo de la cinematografía y la mítica (yo diría incluso épica). Un besazo madrileño.
Anónimo: me hubiera gustado saber tu nombre para personalizar la respuesta. Muchas gracias por tu comentario. Saludos
Es un bonito café, el Fanelli,y si se adorna con una bonita narración, mejor
¡Eh, eh! Que fuiste tú y no yo quien empezó hablando de fútbol y del atleti, jajajaaa. ¿Y hay algo más cinematográfico y más dado a la mítica que este equipo? Como dice Sabina, nadie gana ni nadie palma como lo hace el atleti.
JAJAJAJAJA. Alberto!!!!!!!!!!!!! Jamás pensé que mi cuento (tú que eres tan cinéfilo y tan mitómano) te llevase a hablar de fútbol y a mandarme esta historieta friki que, efectivamente, desconocía. Muchas gracias por seguir recorriendo Ítaca y muchas gracias por tus aportes. Un beso madrileño
Sobre nuestro Atleti y la ciudad de Nueva York, te voy a entregar un incunable:
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/preview/1978/09/06/pagina-9/1032905/pdf.html
Esa fue una victoria de la de prestigio, ya que ha sido el único equipo español capaz de ganar al Cosmos y me parece que fue el único equipo europeo que le venció en su estadio, aunque este dato no he podido contrastarlo.
No importa nada que esos tipos nos la devolvieran…
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/preview/1978/10/01/pagina-7/1451232/pdf.html
Sólo un detalle: mira las alineaciones.
Enhorabuena por el texto.