Del retratista a las retratadas
Semíramis González
Una vida intelectual
Una de las cuestiones más frecuentes cuando se analiza el trabajo de Josep Alemany es intentar trazar un paralelismo entre su vida y su obra; este ejercicio, que resulta vano por lo poco que sabemos de él, no resta interés a una figura tan particular como la suya; muy al contrario, provoca que la extensísima producción fotográfica que conocemos y la multitud de temas que abordó se vuelvan aún más fascinantes. Sí que sabemos que Josep Alemany nace el 15 de febrero de 1895 en Blanes, un pueblo de la costa catalana, y que era hijo de un escritor1. Crece en un ambiente intelectual y se forma en la escuela de artes, mostrando ya desde muy temprano una disposición a la creación, con algunos dibujos muy precoces con apenas once años. Sin embargo, la figura de Alemany reviste de interés y misterio por lo poco común de lo que será verdaderamente su vocación, la de fotógrafo, que se verá impulsada tras su huida de España. Poco antes de cumplir los veintiún años (en 1915) huye para evitar el servicio militar que entonces era un paso previo antes de ser destinado al Norte de África, en lo que Margarida Gratacòs i Alemany (descendiente familiar suya) califica de ser “un objetor de conciencia avant la lettre”.
Como intelectual formado en un ambiente literario, Alemany hablaba perfectamente inglés y francés (y esperanto, según cuenta Gratacòs i Alemany) y la pregunta de por qué no escogió destinos más cercanos para su marcha (como Inglaterra o Francia) se explica por la posición activa de estos dos países en la Gran Guerra. Es decir, en un momento convulso en el contexto nacional y en el internacional cercano, la marcha a Estados Unidos se presentaba como la más adecuada, sobre todo por facilidad del idioma y por el pujante crecimiento de lo que aún se consideraba una “nación joven”. La marcha de Alemany se explica más allá de su no deseo de involucrarse en el conflicto y por su firme oposición a la guerra: era un pacifista convencido. Así, huye en barco con destino América donde terminará su formación (se doctoró en psicología) y comienza a dar clases de lenguas modernas en distintas universidades, como la de Cornell o Siracusa, entre 1922 y 1925.
Lo curioso de Alemany (que explica también su figura) es que nunca dejó de escribir y dar conferencias, publicando artículos en revistas españolas y catalanas de carácter republicano; mantuvo siempre un interés por los valores humanistas de defensa de la libertad y se implicó en las artes, la economía o la política. Con la Guerra Civil española se posicionó como activo militante antifascista, donando conferencias, publicando escritos y organizando recogidas de fondos para apoyar al bando republicano.
Su asentamiento definitivo en la ciudad industrial de Pittsburgh se sitúa en torno a 1926, al contraer matrimonio con Alta Costen, estableciéndose como profesor en el Carnegie Institute of Technology. En 1931 tienen un hijo. Son estos años 30 en los que comienza a desarrollar profesionalmente su carrera fotográfica y a realizar sus primeras exposiciones, siendo ya completamente reconocido como tal en el año 1939. Premiado y expuesto en distintos concursos, entre 1935 y 1941 sus fotografías van a pasar por las exposiciones del Camera Club en América y Europa y por el Segundo Salón Anual de Miniature Camera de Pittsburgh, además de Boston, Filadelfia, Minneapolis… No en vano, el interés fotográfico de Alemany por investigar y experimentar con técnicas y procesos coincide con un momento de auge del propio medio. Como señala Horacio Fernández2, son precisamente estos años 30 en los que la actividad fotográfica con intenciones artísticas se desarrolla en Estados Unidos en sociedades y clubes aficionados de fotografía.
Entre su llegada a Estados Unidos y su reconocimiento profesional en estos años 30, la propia idiosincrasia del medio estaba cambiando; son los años que dan pie a un precoz “robo” del arte moderno de Nueva York a París. Si bien pensamos en estos términos al finalizar la Segunda Guerra Mundial, lo cierto es que los estragos de la Gran Guerra (y de la Guerra Civil en el caso español) convertían el destino americano en un lugar seguro y pujante para el desarrollo artístico. De hecho, en 1913 se celebra la reconocida Armory Show – International Exhibition of Modern Art (Exposición Internacional de Arte Moderno) y en 1917 la primera de las exposiciones de la Society of Independent Artists en el Grand Central Palace de Nueva York, donde se expusieron, entre otras obras, el urinario de Duchamp. Las fotografías más propiamente surrealistas de Alemany coinciden con la Exposición Internacional Surrealista en París de 1938, año en el que está en la capital francesa y puede contemplar en primera persona las fotografías de Man Ray que tanto le influirán.
Su asentamiento en Pittsburgh, su matrimonio y su trabajo como profesor proporcionaron a Alemany una estabilidad que permitió el desarrollo de su carrera fotográfica de manera más o menos cómoda. Poco más se sabe de su vida hasta su fallecimiento en 1951, aparte de que siguió siendo un ávido lector y que continuaba escribiendo, en una vida desahogada y tranquila junto a Alta Costen. Si bien su impulso creativo se desarrolló tras su salida de España, nunca dejó de tener contacto con sus orígenes, algo que se intuye en algunas de las obras presentes en esta exposición.
Su amplísima producción en un período tan corto de tiempo resulta también curiosa, por la multitud de abordajes en torno a la propia técnica fotográfica y a los temas representados, lo que ha permitido exponer una y otra vez a Alemany como si fuera la primera, con temas desde el mar a dunas de arena, retratos, flores, naturaleza, estructuras industriales o experimentos más artísticos. Alemany bebía de esa modernidad que estaba despuntando ya en América y donde la fotografía buscaba su propio lenguaje, como hacían Man Ray, Alfred Stieglitz o Alexander Rodchenko. La experimentación y el eclecticismo propios de Alemany beben directamente de este momento creativo y de fuerte impulso del medio fotográfico. Es aquí donde se sitúan las obras de esta exposición, retratos se mueven entre distintos mundos, tanto intelectual como técnicamente.
Texto del catálogo publicado por la Galería Guillermo de Osma con motivo de la exposición realizada entre el 30 de mayo y 27 de julio de 2022, en Madrid, dentro de PhotoEspaña.
https://guillermodeosma.com/pdf/alemany-mujeres.pdf