MARTA VALLS
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Carmen Martín Gaite, Ana María Matute y Carmen Laforet. Ilustración de Eugenia Ábalos |
En la
historia de la condición femenina, el siglo XX fue el tiempo que por sus
terribles acontecimientos históricos, entre otras razones, propició la igualdad
(en algunos casos mas teórica que real) de la mujer frente al hombre. Pero no
fue un proceso lineal y muchos menos en España, en el que se vivieron avances y
retrocesos debido al cambio político que supuso la derrota de la Segunda
República en la Guerra Civil y el advenimiento del régimen franquista, que significó
un claro retroceso en los avances conseguidos años atrás.
historia de la condición femenina, el siglo XX fue el tiempo que por sus
terribles acontecimientos históricos, entre otras razones, propició la igualdad
(en algunos casos mas teórica que real) de la mujer frente al hombre. Pero no
fue un proceso lineal y muchos menos en España, en el que se vivieron avances y
retrocesos debido al cambio político que supuso la derrota de la Segunda
República en la Guerra Civil y el advenimiento del régimen franquista, que significó
un claro retroceso en los avances conseguidos años atrás.
La
historiadora y periodista Inmaculada de la Fuente lleva años escribiendo sobre esas
mujeres españolas que sobresalieron en
distintos aspectos y que con su labor contribuyeron a crear las condiciones de
lo que ahora parece muy normal. (Y muchas de ellas pagaron un duro precio por
ello). Por eso, como nos gustan los
libros y somos buenas lectoras, hemos elegido el último libro publicado por Inmaculada
de la Fuente, titulado Mujeres de la
posguerra (Sílex, 2017), que es una versión ampliada y mejorada de la
publicada por primera vez con ese título en 2002 por la editorial Planeta, para
hacerle una serie de preguntas sobre las mujeres que aparecen en él.
historiadora y periodista Inmaculada de la Fuente lleva años escribiendo sobre esas
mujeres españolas que sobresalieron en
distintos aspectos y que con su labor contribuyeron a crear las condiciones de
lo que ahora parece muy normal. (Y muchas de ellas pagaron un duro precio por
ello). Por eso, como nos gustan los
libros y somos buenas lectoras, hemos elegido el último libro publicado por Inmaculada
de la Fuente, titulado Mujeres de la
posguerra (Sílex, 2017), que es una versión ampliada y mejorada de la
publicada por primera vez con ese título en 2002 por la editorial Planeta, para
hacerle una serie de preguntas sobre las mujeres que aparecen en él.
¿Por qué tu interés en escribir un
libro sobre esta galería de escritoras y personajes femeninos de la
España de la posguerra?
libro sobre esta galería de escritoras y personajes femeninos de la
España de la posguerra?
Ante
todo, porque sus obras y su propia trayectoria son un espejo de las españolas
de la posguerra. Ellas son el contrapunto del modelo de mujer que se impone en
España desde 1939, pero forman parte también de ese mundo gris donde la mujer ve
la vida desde la ventana y tiene sus derechos más limitados aún que sus
compatriotas varones. Las españolas de esos años viven la doble dictadura
política y familiar, ya que el padre o el marido tienen poder sobre ellas por
ley. Una situación anómala que “Nada”
o “Entre visillos” reflejan de forma
nítida.
todo, porque sus obras y su propia trayectoria son un espejo de las españolas
de la posguerra. Ellas son el contrapunto del modelo de mujer que se impone en
España desde 1939, pero forman parte también de ese mundo gris donde la mujer ve
la vida desde la ventana y tiene sus derechos más limitados aún que sus
compatriotas varones. Las españolas de esos años viven la doble dictadura
política y familiar, ya que el padre o el marido tienen poder sobre ellas por
ley. Una situación anómala que “Nada”
o “Entre visillos” reflejan de forma
nítida.
Al hablar de toda esta serie de
escritoras, que pertenecen a un pasado reciente surge enseguida la
cuestión de su valor literario. ¿Cuál crees que fueron las mejores escritoras
(si bien es cierto que literariamente no todas practicaron los mismo géneros e
incluyes a una pintora, Maruja Mallo) y dejan una obra más consolidada y capaz
de resistir al tiempo?
escritoras, que pertenecen a un pasado reciente surge enseguida la
cuestión de su valor literario. ¿Cuál crees que fueron las mejores escritoras
(si bien es cierto que literariamente no todas practicaron los mismo géneros e
incluyes a una pintora, Maruja Mallo) y dejan una obra más consolidada y capaz
de resistir al tiempo?
Son
indiscutibles desde el punto de vista literario Carmen Laforet, Carmen Martín
Gaite o Ana María Matute. Y de las exiliadas, Rosa Chacel y Mercè Rodoreda. Otras
dejan una obra coherente, como Josefina Aldecoa, autora de una trilogía
narrativa que recorre la memoria de la dictadura desde personajes femeninos
(“Historia de una maestra”, “Mujeres de negro” y “La fuerza del destino”), tal
como se recoge en “Mujeres de la posguerra”. Coherente es asimismo la obra de
María Teresa León, que abarca la poesía, la narrativa, la crónica, y la memoria
(su obra emblemática es “Memoria de la melancolía”). María Zambrano, con su
obra ensayística y filosófica es deslumbrante. Otra cuestión es qué autoras
resistirán en el tiempo. Y pienso que Rodoreda, Laforet, Carmen Martín Gaite y
Matute seguirán teniendo nuevos lectores además de ser autoras de referencia. Y
desde luego Zambrano en su campo. Rosa Chacel, a pesar de su brillantez, es más
minoritaria, pero será una autora imprescindible para otros escritores. Sus
diarios, Alcancía, son magistrales.
indiscutibles desde el punto de vista literario Carmen Laforet, Carmen Martín
Gaite o Ana María Matute. Y de las exiliadas, Rosa Chacel y Mercè Rodoreda. Otras
dejan una obra coherente, como Josefina Aldecoa, autora de una trilogía
narrativa que recorre la memoria de la dictadura desde personajes femeninos
(“Historia de una maestra”, “Mujeres de negro” y “La fuerza del destino”), tal
como se recoge en “Mujeres de la posguerra”. Coherente es asimismo la obra de
María Teresa León, que abarca la poesía, la narrativa, la crónica, y la memoria
(su obra emblemática es “Memoria de la melancolía”). María Zambrano, con su
obra ensayística y filosófica es deslumbrante. Otra cuestión es qué autoras
resistirán en el tiempo. Y pienso que Rodoreda, Laforet, Carmen Martín Gaite y
Matute seguirán teniendo nuevos lectores además de ser autoras de referencia. Y
desde luego Zambrano en su campo. Rosa Chacel, a pesar de su brillantez, es más
minoritaria, pero será una autora imprescindible para otros escritores. Sus
diarios, Alcancía, son magistrales.
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Inmaculada de la Fuente |
Al leer tu libro tengo la impresión
de que las que vivieron bajo el franquismo tuvieron que soportar importantes
condicionantes políticos y sociales, pero tampoco parece que las que estaban en
el exilio tuvieran una vida más fácil. ¿A qué se debió?
de que las que vivieron bajo el franquismo tuvieron que soportar importantes
condicionantes políticos y sociales, pero tampoco parece que las que estaban en
el exilio tuvieran una vida más fácil. ¿A qué se debió?
A unas
y a otras les marcó la historia y la época. Carmen Laforet, Martín Gaite o
Josefina Aldecoa nacieron en los años veinte y vivieron su infancia en un país
que intentaba modernizarse, tenían previsto estudiar –y lo hicieron-, pero se
les cruzó la Guerra Civil en su adolescencia (o juventud, en el caso de
Laforet) y se encontraron en el 39 con un modelo de mujer que no coincidía con
sus aspiraciones. Como decía Carmen Martín Gaite, vieron que se ha había
detenido el tiempo. Sus referentes literarios estaban en el exilio y el eslabón
generacional se había roto. Pero ellas y algunas de sus protagonistas, como
decía también Martín Gaite, eran chicas raras, estudiosas, fuera de la norma,
aunque no pudieran evadirse del papel social que se les atribuía. Las
exiliadas, por su parte, tuvieron que buscarse la vida, empezar de nuevo en
diversos países, y su obra se resintió: tenían que dedicar parte de su tiempo a
hacer trabajos alimenticios (Zambrano, León, Rodoreda) o a pasar penurias
(Chacel) que les distraían de su actividad creadora. Solo Rodoreda y Zambrano
se afianzaron como autoras en el exilio, y en parte Chacel, pero esta con
muchas contradicciones y sabiendo que el reconocimiento en su país le llegaría
a destiempo. Maruja Mallo, una figura genial, reconocida internacionalmente
dentro del movimiento surrealista y con un potencial creativo extraordinario,
no pudo mantener hasta el final de sus días el camino ascendente emprendido en
España.
y a otras les marcó la historia y la época. Carmen Laforet, Martín Gaite o
Josefina Aldecoa nacieron en los años veinte y vivieron su infancia en un país
que intentaba modernizarse, tenían previsto estudiar –y lo hicieron-, pero se
les cruzó la Guerra Civil en su adolescencia (o juventud, en el caso de
Laforet) y se encontraron en el 39 con un modelo de mujer que no coincidía con
sus aspiraciones. Como decía Carmen Martín Gaite, vieron que se ha había
detenido el tiempo. Sus referentes literarios estaban en el exilio y el eslabón
generacional se había roto. Pero ellas y algunas de sus protagonistas, como
decía también Martín Gaite, eran chicas raras, estudiosas, fuera de la norma,
aunque no pudieran evadirse del papel social que se les atribuía. Las
exiliadas, por su parte, tuvieron que buscarse la vida, empezar de nuevo en
diversos países, y su obra se resintió: tenían que dedicar parte de su tiempo a
hacer trabajos alimenticios (Zambrano, León, Rodoreda) o a pasar penurias
(Chacel) que les distraían de su actividad creadora. Solo Rodoreda y Zambrano
se afianzaron como autoras en el exilio, y en parte Chacel, pero esta con
muchas contradicciones y sabiendo que el reconocimiento en su país le llegaría
a destiempo. Maruja Mallo, una figura genial, reconocida internacionalmente
dentro del movimiento surrealista y con un potencial creativo extraordinario,
no pudo mantener hasta el final de sus días el camino ascendente emprendido en
España.
¿Cómo describirías en pocas
palabras a todas ellas?
palabras a todas ellas?
Chacel,
Zambrano, León y Maruja Mallo son de lo más brillante de su generación.
Singulares, conscientes de su libertad y su potencial y dispuestas a hacer ya
desde su juventud la revolución cultural que necesitaba España en los años
veinte y treinta del siglo XX. Rodoreda encarna la gran ambición literaria de
una autodidacta`(dejó la escuela pronto) y una pionera (sin ser periodista se
dio a conocer colaborando y haciendo entrevistas en las revistas catalanas de
antes de la guerra). Laforet, irrepetible. Martín Gaite, una gran trabajadora
que tocó todos los géneros y registros y Matute, una autora prolífica que nos
ha dejado algunas de las obras esenciales de la posguerra (“Primera memoria” y
“Los hijos muertos”). Todas, inconformistas y transgresoras de una u otra
manera. No se amoldaron a las circunstancias impuestas, y las exiliadas no se
amilanaron.
Zambrano, León y Maruja Mallo son de lo más brillante de su generación.
Singulares, conscientes de su libertad y su potencial y dispuestas a hacer ya
desde su juventud la revolución cultural que necesitaba España en los años
veinte y treinta del siglo XX. Rodoreda encarna la gran ambición literaria de
una autodidacta`(dejó la escuela pronto) y una pionera (sin ser periodista se
dio a conocer colaborando y haciendo entrevistas en las revistas catalanas de
antes de la guerra). Laforet, irrepetible. Martín Gaite, una gran trabajadora
que tocó todos los géneros y registros y Matute, una autora prolífica que nos
ha dejado algunas de las obras esenciales de la posguerra (“Primera memoria” y
“Los hijos muertos”). Todas, inconformistas y transgresoras de una u otra
manera. No se amoldaron a las circunstancias impuestas, y las exiliadas no se
amilanaron.
Desde un punto de vista actual,
¿cuál crees que fue la más moderna en un sentido amplio no excéntrico?
¿cuál crees que fue la más moderna en un sentido amplio no excéntrico?
Tendríamos
que ponernos de acuerdo en qué es ser más moderna, y más al referirnos a dos
generaciones, con vidas muy azarosas algunas. No hay que olvidar que las
españolas de los años treinta eran más modernas que las de los cuarenta y
cincuenta. Pero las de los años cincuenta y sesenta contaban con avances
técnicos no desarrollados en las décadas anteriores. Sin duda, en los años
treinta las más modernas fueron Rosa Chacel (desde un punto de vista
intelectual y crítico), Maruja Mallo (a pesar de cierto toque excéntrico era
una gran creadora), la poeta Concha Méndez (que inauguró el Sinsombrerismo con
sus amigas Mallo y Margarita Manso) y María Teresa León. Pero con el paso del
tiempo y a su vuelta a España, Chacel, por ejemplo, no conectó con las nuevas
inquietudes, no entendía a las feministas, etcétera, y se había quedado anclada
en sus años más libres y felices. Entre su marcha y su vuelta se había fraguado
un abismo. León también fue perdiendo fuerza en el exilio, dejándole todo el
brillo a Alberti. Respecto a las escritoras de posguerra, Laforet era la más
individualista, no era moderna ni antigua, pero iba por libre; y las más conectadas con su
tiempo Martín Gaite y Josefina Aldecoa. Esta última era un prototipo de universitaria
moderna en los años cincuenta: viajó a Londres para perfeccionar el inglés,
traducía a autores norteamericanos como
John Dos Passos, leía a Faulkner, y obtuvo, ya casada con Ignacio Aldecoa, una
beca en Estados Unidos para estudiar su sistema educativo. La llamaban la
Pionerita en su grupo de amigos escritores (Carmen Martín Gaite, Sánchez
Ferlosio, Ignacio Aldecoa, Medardo Fraile, Matute). Matute también se adelantó
a su tiempo cuando decidió separarse de su marido en los años cincuenta, una
época en que nadie se separaba. La mujer que lo hacía perdía automáticamente la
custodia de los hijos, como le pasó a ella.
que ponernos de acuerdo en qué es ser más moderna, y más al referirnos a dos
generaciones, con vidas muy azarosas algunas. No hay que olvidar que las
españolas de los años treinta eran más modernas que las de los cuarenta y
cincuenta. Pero las de los años cincuenta y sesenta contaban con avances
técnicos no desarrollados en las décadas anteriores. Sin duda, en los años
treinta las más modernas fueron Rosa Chacel (desde un punto de vista
intelectual y crítico), Maruja Mallo (a pesar de cierto toque excéntrico era
una gran creadora), la poeta Concha Méndez (que inauguró el Sinsombrerismo con
sus amigas Mallo y Margarita Manso) y María Teresa León. Pero con el paso del
tiempo y a su vuelta a España, Chacel, por ejemplo, no conectó con las nuevas
inquietudes, no entendía a las feministas, etcétera, y se había quedado anclada
en sus años más libres y felices. Entre su marcha y su vuelta se había fraguado
un abismo. León también fue perdiendo fuerza en el exilio, dejándole todo el
brillo a Alberti. Respecto a las escritoras de posguerra, Laforet era la más
individualista, no era moderna ni antigua, pero iba por libre; y las más conectadas con su
tiempo Martín Gaite y Josefina Aldecoa. Esta última era un prototipo de universitaria
moderna en los años cincuenta: viajó a Londres para perfeccionar el inglés,
traducía a autores norteamericanos como
John Dos Passos, leía a Faulkner, y obtuvo, ya casada con Ignacio Aldecoa, una
beca en Estados Unidos para estudiar su sistema educativo. La llamaban la
Pionerita en su grupo de amigos escritores (Carmen Martín Gaite, Sánchez
Ferlosio, Ignacio Aldecoa, Medardo Fraile, Matute). Matute también se adelantó
a su tiempo cuando decidió separarse de su marido en los años cincuenta, una
época en que nadie se separaba. La mujer que lo hacía perdía automáticamente la
custodia de los hijos, como le pasó a ella.
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Carmen Laforet |
¿Por qué, en cierto modo, la
preferida de los lectores, siempre fue Carmen Laforet?
preferida de los lectores, siempre fue Carmen Laforet?
Es un
icono, una autora atípica que representa una feliz novedad en el panorama narrativo
de los cuarenta. “Nada” cambia el paradigma, implica otro lenguaje, otro estilo
mucho más moderno, aunque la autora no fuera del todo consciente. Y “Nada”,
además, es la obra más leída y reeditada de todas estas autoras y de este
periodo, un referente para varias generaciones. Laforet es un punto y aparte,
una autora de culto.
icono, una autora atípica que representa una feliz novedad en el panorama narrativo
de los cuarenta. “Nada” cambia el paradigma, implica otro lenguaje, otro estilo
mucho más moderno, aunque la autora no fuera del todo consciente. Y “Nada”,
además, es la obra más leída y reeditada de todas estas autoras y de este
periodo, un referente para varias generaciones. Laforet es un punto y aparte,
una autora de culto.
¿Crees que hay una razón clara por
la cual Laforet dejó de escribir?
la cual Laforet dejó de escribir?
No hay
una única razón. El hecho es que al llegar a la madurez en vez de proseguir hasta
el final (como Martín Gaite o Matute), se fue retirando, aplazando la
publicación de proyectos en marcha e incluso destruyendo las galeradas de una
novela a punto de entrar en imprenta (aunque sí mantuvo sus artículos en prensa
hasta los años ochenta, cuando su salud empezó a deteriorarse). Laforet no
soportó la doble presión de su propia exigencia y la expectación creada para
que siguiera escribiendo en la línea de “Nada”. Se equivocó al buscar temas
fuera de ella en vez de optar por un narrador que fuera protagonista y testigo,
como la Andrea de “Nada”, y novelar desde su experiencia (no lo hacía para no herir a
los suyos). Otro factor que pudo influir fue su afición a viajar, el vagabundeo,
la dispersión (la separación de su marido no le ayudó a concentrarse, como
perseguía, sino que abrió otro foco de inestabilidad, la de no fijar una
residencia fija y un espacio propio). Todo ello desembocó en un creciente malestar cuando tenía que escribir
porque era escritora, no porque le apeteciera. Los achaques de salud también interfirieron
en su estado de ánimo, acrecentaron su inseguridad y la alejaron de la
escritura definitivamente. Pero tiene novelas cortas y relatos muy buenos, que
reflejan bien la época de la posguerra, además de otras novelas posteriores a “Nada”.
Es inadmisible que se especule tanto sobre si escribió mucho o poco. Con lo que
escribió basta.
una única razón. El hecho es que al llegar a la madurez en vez de proseguir hasta
el final (como Martín Gaite o Matute), se fue retirando, aplazando la
publicación de proyectos en marcha e incluso destruyendo las galeradas de una
novela a punto de entrar en imprenta (aunque sí mantuvo sus artículos en prensa
hasta los años ochenta, cuando su salud empezó a deteriorarse). Laforet no
soportó la doble presión de su propia exigencia y la expectación creada para
que siguiera escribiendo en la línea de “Nada”. Se equivocó al buscar temas
fuera de ella en vez de optar por un narrador que fuera protagonista y testigo,
como la Andrea de “Nada”, y novelar desde su experiencia (no lo hacía para no herir a
los suyos). Otro factor que pudo influir fue su afición a viajar, el vagabundeo,
la dispersión (la separación de su marido no le ayudó a concentrarse, como
perseguía, sino que abrió otro foco de inestabilidad, la de no fijar una
residencia fija y un espacio propio). Todo ello desembocó en un creciente malestar cuando tenía que escribir
porque era escritora, no porque le apeteciera. Los achaques de salud también interfirieron
en su estado de ánimo, acrecentaron su inseguridad y la alejaron de la
escritura definitivamente. Pero tiene novelas cortas y relatos muy buenos, que
reflejan bien la época de la posguerra, además de otras novelas posteriores a “Nada”.
Es inadmisible que se especule tanto sobre si escribió mucho o poco. Con lo que
escribió basta.
Rodoreda se definía una mujer a la
antigua usanza, y su vida amorosa con su dependencia de Armand Obiols lo
demuestra. ¿Estás de acuerdo?
antigua usanza, y su vida amorosa con su dependencia de Armand Obiols lo
demuestra. ¿Estás de acuerdo?
Rodoreda
vivía para sus personajes, era una copia viva de ellos, como observó Gabriel
García Márquez. En su vida privada pasó de un matrimonio equivocado a la
entrega incondicional a Armand Obiols, una pareja de escritores que funcionó
porque èl, a pesar de sus continuos viajes como traductor, se convirtió en su
principal lector y no competía con ella como autor. Sus primeros años en el
exilio con Obiols fueron duros, y su experiencia
le llevaba a pensar que el amor era un juego de ganadores y perdedores. No
entendía a las jóvenes de la Transición como Montserrat Roig, que la admiraba
mucho como escritora, ni sus ansias de feminismo. Creía más en la astucia para
salir airosa que en la reivindicación.
vivía para sus personajes, era una copia viva de ellos, como observó Gabriel
García Márquez. En su vida privada pasó de un matrimonio equivocado a la
entrega incondicional a Armand Obiols, una pareja de escritores que funcionó
porque èl, a pesar de sus continuos viajes como traductor, se convirtió en su
principal lector y no competía con ella como autor. Sus primeros años en el
exilio con Obiols fueron duros, y su experiencia
le llevaba a pensar que el amor era un juego de ganadores y perdedores. No
entendía a las jóvenes de la Transición como Montserrat Roig, que la admiraba
mucho como escritora, ni sus ansias de feminismo. Creía más en la astucia para
salir airosa que en la reivindicación.
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Mercedes Fórmica |
Llama la atención lo que
dices de Mercedes Fórmica, la falangista. ¿Crees que en alguna medida el
papel de las falangistas fue positivo para la mujer bajo el franquismo o fueron
casos aislados y de nula eficacia?
dices de Mercedes Fórmica, la falangista. ¿Crees que en alguna medida el
papel de las falangistas fue positivo para la mujer bajo el franquismo o fueron
casos aislados y de nula eficacia?
Mercedes
Formica fue una falangista atípica (hubo otras, pero no la mayoría), a pesar de
que se integró en Falange desde el principio. Por lo que cuenta en sus
memorias, ella vio en el grupo de José Antonio un proyecto político, pero no se
percató de que había bravucones y pistoleros alrededor. Tampoco dio importancia
al papel que tuvo su líder en los movimientos conspiratorios antes del golpe
del 36. Es después de la guerra cuando rechaza (en sus libros) los excesos de la represión y expresa su
convicción de que la Falange debería haberse disuelto en vez de integrarse en
el franquismo, pero no reniega del Régimen. Y es por eso, por estar dentro del
Régimen, por lo que en 1953 denuncia en Abc
como abogada la indefensión de la mujer separada y emprende una campaña para reformar
la legislación más inhumana en esta materia, la que convierte a las españolas
en propiedad del marido o del padre. Y consigue que algunos artículos del
Código, pocos, cambien. Es lo que se denominó popularmente la Reformica. Hay
que tener en cuenta que en esos años la postura oficial de la Sección Femenina
era muy retrógrada: limitaba el trabajo fuera del hogar a las solteras y las
viudas, y algunas de las ponencias de Mercedes Formica en sus Congresos fueron
desestimadas por feministas. Ella nunca abandonó sus ideas, pero al final de la
dictadura trataba con todo tipo de abogadas y defensoras de la mujer, sin
importarle su ideología, e incluso intuyendo que pertenecían a organizaciones
clandestinas.
Formica fue una falangista atípica (hubo otras, pero no la mayoría), a pesar de
que se integró en Falange desde el principio. Por lo que cuenta en sus
memorias, ella vio en el grupo de José Antonio un proyecto político, pero no se
percató de que había bravucones y pistoleros alrededor. Tampoco dio importancia
al papel que tuvo su líder en los movimientos conspiratorios antes del golpe
del 36. Es después de la guerra cuando rechaza (en sus libros) los excesos de la represión y expresa su
convicción de que la Falange debería haberse disuelto en vez de integrarse en
el franquismo, pero no reniega del Régimen. Y es por eso, por estar dentro del
Régimen, por lo que en 1953 denuncia en Abc
como abogada la indefensión de la mujer separada y emprende una campaña para reformar
la legislación más inhumana en esta materia, la que convierte a las españolas
en propiedad del marido o del padre. Y consigue que algunos artículos del
Código, pocos, cambien. Es lo que se denominó popularmente la Reformica. Hay
que tener en cuenta que en esos años la postura oficial de la Sección Femenina
era muy retrógrada: limitaba el trabajo fuera del hogar a las solteras y las
viudas, y algunas de las ponencias de Mercedes Formica en sus Congresos fueron
desestimadas por feministas. Ella nunca abandonó sus ideas, pero al final de la
dictadura trataba con todo tipo de abogadas y defensoras de la mujer, sin
importarle su ideología, e incluso intuyendo que pertenecían a organizaciones
clandestinas.
¿Qué te llamó más la atención de
Zambrano cuando la conociste?
Zambrano cuando la conociste?
Todo,
su figura, su regia actitud intelectual aunque su forma de hablar fuera
persuasiva y coloquial. Es la figura intelectual femenina del exilio mejor
tratada y reconocida. Su obra es ingente y cada tanto aparecen nuevas
ediciones, estudios y epistolarios que hacen que su obra se mantenga viva.
su figura, su regia actitud intelectual aunque su forma de hablar fuera
persuasiva y coloquial. Es la figura intelectual femenina del exilio mejor
tratada y reconocida. Su obra es ingente y cada tanto aparecen nuevas
ediciones, estudios y epistolarios que hacen que su obra se mantenga viva.
¿Qué significan Ana María Matute,
Carmen Martín Gaite y Josefina Aldecoa en la generación de los cincuenta?
Carmen Martín Gaite y Josefina Aldecoa en la generación de los cincuenta?
Son
integrantes de pleno derecho de esa generación, llamada también la de los niños
de la guerra. Sobre todo Martín Gaite y Matute, aunque durante mucho tiempo en
España se consideraba que los representantes fundamentales del grupo eran
Sánchez Ferlosio e Ignació Aldecoa. Cuando se hablaba de Martín Gaite se añadía
la coletilla de esposa de Sánchez Ferlosio hasta que se separaron. Sin embargo
¿es El Jarama una novela más representativa de los cincuenta que “Entre
visillos”? Es una cuestión opinable pero yo creo que no.
integrantes de pleno derecho de esa generación, llamada también la de los niños
de la guerra. Sobre todo Martín Gaite y Matute, aunque durante mucho tiempo en
España se consideraba que los representantes fundamentales del grupo eran
Sánchez Ferlosio e Ignació Aldecoa. Cuando se hablaba de Martín Gaite se añadía
la coletilla de esposa de Sánchez Ferlosio hasta que se separaron. Sin embargo
¿es El Jarama una novela más representativa de los cincuenta que “Entre
visillos”? Es una cuestión opinable pero yo creo que no.
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Maria Teresa León. Foto de Pilar Aymerich |
De todas ellas, ¿cual crees que fue
la más feminista en un sentido amplio y actual?
la más feminista en un sentido amplio y actual?
Feministas
hay pocas, algunas porque aun siéndolo en la práctica o en su juventud no aceptaron
el término en su madurez como Chacel y Rodoreda. María Teresa León, a pesar de
defender los derechos y el papel de la mujer, optó en su vida privada por poner
más el foco en su pareja, Alberti, que en su propia obra. Dentro de la
generación del 27, la más feminista fue quizás Maruja Mallo, decidida a vivir
como un artista –algo que entonces solo se lo podía permitir un hombre-, es
decir, sin ataduras y en parte Concha Méndez, que codirigía con su marido,
Manuel Altolaguirre, la imprenta y editorial común. En la generación de la
posguerra definirse como feminista no era común… Aunque hay rasgos feministas
en algunas de las decisiones que tomaron Matute y Laforet. Con todo, las
hispanistas y estudiosas de Carmen Martín Gaite sí que han descubierto cierta
sensibilidad feminista en su obra. Ella al principio no se reconocía en este
registro, pero no le molestaba que se lo atribuyeran.
hay pocas, algunas porque aun siéndolo en la práctica o en su juventud no aceptaron
el término en su madurez como Chacel y Rodoreda. María Teresa León, a pesar de
defender los derechos y el papel de la mujer, optó en su vida privada por poner
más el foco en su pareja, Alberti, que en su propia obra. Dentro de la
generación del 27, la más feminista fue quizás Maruja Mallo, decidida a vivir
como un artista –algo que entonces solo se lo podía permitir un hombre-, es
decir, sin ataduras y en parte Concha Méndez, que codirigía con su marido,
Manuel Altolaguirre, la imprenta y editorial común. En la generación de la
posguerra definirse como feminista no era común… Aunque hay rasgos feministas
en algunas de las decisiones que tomaron Matute y Laforet. Con todo, las
hispanistas y estudiosas de Carmen Martín Gaite sí que han descubierto cierta
sensibilidad feminista en su obra. Ella al principio no se reconocía en este
registro, pero no le molestaba que se lo atribuyeran.
A la hora de hacer un balance
general, ¿en qué crees que ha cambiado en lo esencial la condición femenina en
España en la segunda mitad del siglo XX?
general, ¿en qué crees que ha cambiado en lo esencial la condición femenina en
España en la segunda mitad del siglo XX?
A
principios de siglo fue solo una minoría, una elite cultural, y el principal
reto era llevar la educación a los pueblos, abrir horizontes a las mujeres. Los
cambios legislativos de la Segunda República (derecho al voto, fomento de la
educación y la cultura, ley del divorcio) y sus aires de libertad calaron de
forma muy desigual; no hubo tiempo para que cuajaran. Y en la dictadura las
leyes enterraron los anteriores avances y se impuso un modelo regresivo que en
los sesenta y setenta se fue debilitando por la influencia exterior y por el
acceso paulatino de las chicas al bachillerato e incluso a la Universidad, aunque
su último fin fuera casarse. Y ahí es cuando surge la inflexión, porque
empiezan a trabajar y a asumir los modelos de fuera. Reverdecen los movimientos
feministas y la democracia inaugura la igualdad legal. A partir de los ochenta
el cambio ha sido espectacular. Las españolas son conscientes de que tienen
vida propia y que su proyecto vital, con hijos o no, es responsabilidad suya.
Pero no se ha alcanzado la igualdad salarial, conciliar cuando se es madre es
un lujo y falta memoria para entender que llegar hasta aquí no ha sido fácil. Algunas
jóvenes han olvidado la batalla de sus abuelas y libros como “Mujeres de la
posguerra” pueden ayudarlas a recordarlas.
principios de siglo fue solo una minoría, una elite cultural, y el principal
reto era llevar la educación a los pueblos, abrir horizontes a las mujeres. Los
cambios legislativos de la Segunda República (derecho al voto, fomento de la
educación y la cultura, ley del divorcio) y sus aires de libertad calaron de
forma muy desigual; no hubo tiempo para que cuajaran. Y en la dictadura las
leyes enterraron los anteriores avances y se impuso un modelo regresivo que en
los sesenta y setenta se fue debilitando por la influencia exterior y por el
acceso paulatino de las chicas al bachillerato e incluso a la Universidad, aunque
su último fin fuera casarse. Y ahí es cuando surge la inflexión, porque
empiezan a trabajar y a asumir los modelos de fuera. Reverdecen los movimientos
feministas y la democracia inaugura la igualdad legal. A partir de los ochenta
el cambio ha sido espectacular. Las españolas son conscientes de que tienen
vida propia y que su proyecto vital, con hijos o no, es responsabilidad suya.
Pero no se ha alcanzado la igualdad salarial, conciliar cuando se es madre es
un lujo y falta memoria para entender que llegar hasta aquí no ha sido fácil. Algunas
jóvenes han olvidado la batalla de sus abuelas y libros como “Mujeres de la
posguerra” pueden ayudarlas a recordarlas.
Mujeres de la
posguerra
posguerra
Autora:
Inmaculada de la Fuente
Inmaculada de la Fuente
Editorial:
Sílex Ediciones
Sílex Ediciones
24, 00 €
Inmaculada de la Fuente es
escritora y periodista. Licenciada en Historia Moderna y Contemporánea ha
ejercido el periodismo en el diario EL PAÍS durante un largo periodo y en 1985
obtuvo el Premio Nacional de Periodismo en la modalidad de Reportajes y
Artículos literarios. Autora de la biografía de María Moliner, El exilio interior. La vida de María Moliner
(editorial Turner, 2011) y de la novela Años
en fuga (El Acantilado, 2001), ha publicado, además, los ensayos La roja y la falangista. Dos hermanas en la
España del 36 (Planeta, 2006) y Las
republicanas “burguesas” (Punto de Vista Editores/Sílex, 2014) y ha
participado, asimismo, en la obra colectiva de Historia de las Mujeres de
España y Améríca Latina (Cátedra, 2006, tomo IV), con el capítulo Escribir su propia historia.
escritora y periodista. Licenciada en Historia Moderna y Contemporánea ha
ejercido el periodismo en el diario EL PAÍS durante un largo periodo y en 1985
obtuvo el Premio Nacional de Periodismo en la modalidad de Reportajes y
Artículos literarios. Autora de la biografía de María Moliner, El exilio interior. La vida de María Moliner
(editorial Turner, 2011) y de la novela Años
en fuga (El Acantilado, 2001), ha publicado, además, los ensayos La roja y la falangista. Dos hermanas en la
España del 36 (Planeta, 2006) y Las
republicanas “burguesas” (Punto de Vista Editores/Sílex, 2014) y ha
participado, asimismo, en la obra colectiva de Historia de las Mujeres de
España y Améríca Latina (Cátedra, 2006, tomo IV), con el capítulo Escribir su propia historia.
Marta M. Valls nació en
Santander, vivió en muy variados lugares y sus pasiones son el yoga, el
flamenco y la lectura. https://www.facebook.com/marta.valls.75
Santander, vivió en muy variados lugares y sus pasiones son el yoga, el
flamenco y la lectura. https://www.facebook.com/marta.valls.75