La nave de Ishtar (The Ship of Ishtar) es uno de los mejores libros de ciencia ficción del escritor norteamericano Abraham Merritt (1884-1943). Fue publicada por entregas entre noviembre y diciembre de 1924 en la revista de fantasía Argosy.  Merritt es uno de los primeros cultivadores de la literatura fantástica norteamericana. Periodista y director de diversas publicaciones, empezó a escribir por entregas en 1917. Algunas de sus novelas fueron llevadas al cine.

En este novela nos cuenta la historia de John Kenton que al contemplar la detallada miniatura de un barco antiguo encontrada dentro de un bloque de piedra en  una excavación arqueológica, se verá inmerso en prodigiosas aventuras. El barco, tiene propiedades milagrosas y es ajeno a las leyes del espacio y tiempo. También es el  escenario de un enfrentamiento entre la diosa del amor y la fertilidad Ishtar, y Nergal, el señor de los muertos y el inframundo. El amor sacrílego entre dos sumos sacerdotes incita a los dioses a castigarlos con la inmortalidad y la imposibilidad del reencuentro.

Gracias a lanave,  Kenton realiza un viaje heroico a través del tiempo y el espacio, y se enamora de una hermosa sacerdotisa de Ishtar, a quien tendrá que rescatar de Klaneth, el sacerdote negro del terrible dios Nergal. La novela mantiene su gracia debido a la matriz mítica y atemporal de la misma. Estos universos nuevos vienen a ser una alternativa a la difícil realidad americana de los años veinte, y donde el misterio, las pasiones y la aventura siguen siendo posibles.

Merritt tuvo una influencia decisiva en Lovecraft e Ira Levin, entre otros escritores, y critica un mundo en el que ha desaparecido el «buen gusto»,  las disputas se han vuelto «demasiado diferentes» y «los nuevos dioses parecen tontos».

 

Abraham Merritt

De las cinco novelas dedicadas por Merritt a las «civilizaciones paralelas» (las otras tratan de lo oculto en el mundo moderno),  esta es la más extraña. El mundo en cuyos mares fosforescentes navega la diosa babilónica no coexiste con la realidad que conocemos. No se encuentra en cuevas subterráneas ni en el fondo de volcanes extintos, entre las cumbres de los Andes ni en la desolación de la Antártida. Es un universo paralelo, mitológico, y dominado por criterios mágicos.

Por eso lo fantástico es natural y no produce una ruptura con la realidad, ni tampoco crea terror, angustia o extrañeza. Por el contrario, asume las connotaciones de lo inusual, de lo que está fuera de la realidad.

Es en este universo mágico-mítico el arqueólogo John Kenton se siente atraído a través del valor del símbolo según las tradiciones mítico-religiosas. La imagen dominante del libro de Merritt, es el barco místico que lleva su carga de inmortales más allá de toda condición humana. La nave y todos sus significados están encerrados, sin embargo, también en su símbolo, la joya de marfil y ébano regalada al arqueólogo.

“Kenton -escribe Merritt – comprendió que el barco sombra era el verdadero barco, mientras que la baratija con forma de baratija era su símbolo. Comprendió que el símbolo y la realidad eran uno, unidos por la sabiduría ancestral, creada por los poderes antiguos para que las desgracias y las fortunas de uno correspondieran a las del otro. Una doble forma: un simulacro y una realidad. Aún así, uno!»

La novela, muy bien traducida por Amelia Pérez de Villar, fue editada en 1991 por Valdemar y recuperada en 2018 por Cyberdark.

 

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