El verano es la estación de las lecturas demoradas. Nuestra mirada arcádica promovida, sentida y asumida a pesar de la experiencia cotidiana, por lo menos así lo quiere. Como el deseo de hallarse ante una soleada y solitaria playa, como el rumor incesante que nos tira de la manga de la adolescencia para fantasear con una aventura, como la primera sorpresa del año ante la desnudez ajena y la misma sorpresa que nos embarga cuando semanas después, nos sentimos cansados, ahítos, de la misma y confirmamos que nos portamos como mamíferos, de esos que miran con indiferencia el manjar en forma de animalito saltarín que se le ofrece porque está ya satisfecho de comer justo animalitos saltadores, como los platos lentamente comidos y más lentamente digeridos en un restaurante con buenas vistas y además, agradable, bonito y barato…
Luego constatamos que hemos leído poco o nada, que la playa a la que hemos ido todos los días con obstinada querencia estaba llena de ruidos, de gente, de carabelas portuguesas, de plásticos gordos y visibles y esos que ahora llaman “microplásticos” y que son más terribles porque no los ves, te cuentan que están ahí, que la sorpresa ante la desnudez ajena no se había presentado porque…, que para comer había que esperar en cualquier restaurante colas extremas y que de nada valía intentarlo adaptándonos al horario europeo porque el restaurante estaba desde las doce y media lleno de alemanes, ingleses y franceses, más ruidosos que los connacionales de uno mismo, que estaba lejos de ser agradable, desde luego nada bonito y, por ende, carísimo…
El verano es esto pero no sólo esto… es el verano expresado por Camus donde se es capaz de asesinar un árabe sin saber la razón pero también el de la nostalgia de la infinita melancolía, por lo menos tanto como los granos de arena, de las playas de Orán; es la memoria de las playas cerca de la Saboya donde Pavese constataba su destino desde la adolescencia no cumplida; es la épica terrible del golpe de Estado del 36 en España visto desde un niño veraneante en un pueblo que sabe que el tiempo de la estación de las bicicletas ya no volverá; es el recuerdo de los tiempos de la guerra en la niña Ana María Matute; es el del drama envuelto en una tormenta de verano que describe García Hortelano… es también la literatura, en definitiva.
De ahí que no desistamos de recomendar las novedades literarias del año cada mes de julio porque suponemos que el lector hipotético habrá hecho buena provisión de libros, en espera de cumplir lo que a todas luces forma parte de la quimérica estación, donde todo se confunde, como supo ver hasta la dolorosa lucidez el dramaturgo inglés que concibió El sueño de una noche de verano, donde todo, también, es lo que no parece, en un escenario pleno de máscaras hasta donde el amor es fruto de un filtro mágico. ¿Hay quién haya expresado mejor la estación?
De ahí que presentemos una lista ni corta, por aquello de no desanimar, ni larga por no pasarnos de optimistas… y no es porque creamos en las virtudes del justo medio horaciano sino por algo mucho más simple: el dinero que gastamos en libros no llega a veces al de una comida media. Así que ustedes deduzcan…
Vicente Valero. Duelo de alfiles. Periférica
http://editorialperiferica.com/?s=catalogo&l=222
Es este un libro optimista pues intenta darnos una visión de la Europa de entreguerras, época por la que el poeta ibicenco está subyugado, pero en realidad es un delicioso relato de los autores que venera. Así nos muestra a Walter Benjamin jugando al ajedrez en 1934, cómo se desarrolló la única conferencia que dio Kafka en Munich, aquello que escribió Nietszche poco antes de defender a un caballo maltratado en Turín y perder la razón… una hermosa narración donde la cultura es capaz de hacernos llevar más llevadera las pequeñas frustraciones vacacionales.
Juan José Millás. La vida a ratos. Alfaguara.
Millás en estado puro, es decir, describiendo a un jubilado repleto de manías. Tema idóneo para él. De hecho lo borda. Cotidianeidad aparentemente inocua, depresiones a tutiplén, ansiolíticos en justa correspondencia, apariciones fantasmales o no, precupación por el destino de los vegetales y de las cosas manufacturadas como seres sujetos a destino… todas las obesesiones que el escritor ha llevado a cierto límite en sus narraciones y columnas de prensa llevadas la paroxismo.
Enrique Vila Matas. Esta bruma insensata. Seix Barral
Un ejercicio pertinente aunque con un cierto sabor a dejà vu de nuestro escritor experto en literatura pórtatil, en guiños posmodernos, en persistentes citas culturales…Aquí hay un tal Simon Schneider que le da por distribuir citas literarias a otros escritores: que si Thomas Pynchon, que si Georges Perec, que si Samuel Beckett… y eso en los días en que Cataluña se constituye en República independiente.
Luís Landero. Lluvia fina. Tusquets
Landero es autor que últimamente ha escrito novelas basadas en experiencias familiares de claro contenido autobiográfico. En esta última entrega las tensiones familiares son capaces de desencadenar dramas de tono similar al de Bernarda Alba. La muerte de una matriarca da lugar a que los sentimientos más reprimidos, las frustraciones, estallen y acaben en caos celebratorio. A notar ciertas disposiciones donde Landero sugiere, las medias palabras, lo apenas susurrado… Es lo mejor del libro.
Sergi Pámies. El arte de llevar gabardina. Anagrama
El autor es hijo de Teresa Pámies y de López Raimundo, lo que parece marca, por lo menos atendiendo a lo que se dice en el libro. Ser hijo, luego padre, abandonar y ser abandonado, volver a ilusionarse pasados los cincuenta años… Pàmies lleva aquí las relaciones familiares hasta el extremo de ser prácticamente metáfora del mundo.
Juan Bonilla. Totalidad sexual del cosmos. Seix Barral
https://www.planetadelibros.com/libro-totalidad-sexual-del-cosmos/290980
En esta narración Juan Bonilla atiende a la figura de la pintora mexicana Carmen de Mondragón, luego Nahui Olin, que fue musa de los muralistas mexicanos antes de que Frida Kahlo acabase con cualquier rival que la hiciera sombra. Nahui Olin murió abandonada por los que habían sido sus mentores. Bonilla, bibliófilo, rescata vidas sepultadas… aquí lo importante es la recreación de una época.
Vasili Grossman. Que el bien os acompañe. Galaxia Gutenberg
https://www.casadellibro.com/libro-que-el-bien-os-acompane/9788417747299/9086909
Un gran libro de Grossman respecto a las cosas pequeñas, que diría Josep Plá. Se relata un viaje en tren a Armenia, entonces un zona inhóspita… Grossman nos regala con su buen hacer periodístico relatos de bodas, una excursión a las montañas, la inauguración de una estatua de Stalin… Soberbio
Michel Houellebecq. Serotonina. Anagrama
https://www.anagrama-ed.es/libro/panorama-de-narrativas/serotonina/9788433980229/PN_994
Una novela de Houellebecq con la marca inconfundible y bien visible, como agente provocador en unos tiempos en que nadie provoca pero nos gusta pensar lo contrario. Los personajes son irredimibles, pero como apunta Houelebecq, como todos nosotros: a una mujer le da por practicar zoofilia con perros, hay una consabida huelga de ganaderos en Francia, descripción de una gasolinera en Almería en tiempos de Franco, al que no deja de alogiar, Proust y Mann, en fin, no son para tanto… acabemos, además, con un toque de pederastia pero no excesiva. Houellebecq tiene lectores que parecen formar una secta. No es de extrañar. Es autor que aprendió de grandes maestros, tal Céline, e inteligencia y astucia no le faltan.
Andrés Trapiello. Las armas y las letras. Destino
https://www.planetadelibros.com/libro-las-armas-y-las-letras/292206
Reedición de un libro que en su tiempo levantó ampollas porque reclamaba ciertas actitudes éticas a unos intelectuales de izquierda que habían participado en la Guerra Civil de aquel modo y que al convertirse en víctimas perdedoras se tendió a olvidar bajo la épica de la derrota otra derrota menos convincente. Hoy día muchas de las cosas que sostenía Trapiello forman parte de cierto modo cotidiano de abordar el papel de los intelectuales comunistas en la Guerra Civil. Es la principal aportación de un libro por lo demás ampliado que se ha convertido desde hace tiempo en referente.
Fernando Castillo. Atlas personal. Renacimiento
https://www.editorialrenacimiento.com/los-viajeros/2120-atlas-personal.html
El historiador Fernando Castillo, autor de libros sobre Tin Tin, Hergé, los años de plomo de la ocupación alemana en París, siguiendo una estela modianesca, aspectos muy poco explorados del Madrid sitiado por las tropas franquistas, hasta convertirse en cierto modo en nuestro Herbert Lottman particular, nos regala en este Atlas personal una serie de artículos sobre viajes a diversas ciudades europeas en un afán de registrar clarividencias sobre diversos aspectos de este continente. El libro posee la belleza de aquel que sabe rastrear melancolías y es viajero de nostalgias y memorias. Afecto a autores de viajes como Camilo José Cela, Josep Plá, Azorín… Castillo aporta al género un afán de recración d eun mundo ya desaparecido que en el fondo es una manera de encarar el presente.
(sigue)