SANTIAGO
OCAMPOS

Foto de Jean Mohr

John Berger (Londres, 1926) desnudado por el otoño de la vejez, no sin cierta nostalgia, recupera el género
epistolar para narrar el fragmento de una historia de amor de dos personas, A
ida y Xavier, inmersas en una lucha por no dejar de ser, por no dejar de creer,
que no renuncian a la libertad de hacer lo que piensan. 

La cuenca
narrativa se desprende como una cascada de sentimientos espesos, dulces,
ásperos que cargan de densidad la atmosfera del relato.  Cartas que buscan
rescatar al alma de la oscuridad que pesa en la palabra que apoya a Ida en el
papel con el que elige escribir. La protagonista está enamorada de un hombre
que se encuentra preso por estar acusado de ser terrorista.

Entre las páginas, se teje una urdimbre de hechos sin relación aparente
unos de otros, son escogidos al azar, sujetos a la imprevisibilidad del
acontecer diario. El tiempo transcurre violentamente y sucede por las imágenes
que la mujer esboza en su diálogo interior. La vida pasa por el propio deseo
que intenta vencer a un poder que avanza sin juicio y la amenaza constantemente
cada día, cada minuto.
John Berger

Al
ser subjetiva la construcción literaria y hundir los hechos en un yo único,
individual, alumbrado por una cierta esperanza particular, cada carta es
animada por el pensamiento del autor. La mujer es la llave para abrir la puerta
de un mundo privado, de olores, de recuerdos, de placeres, de ropa interior, al
que tenemos acceso, de alguna forma, porque somos invitados a resistir, a
involucrarnos políticamente, a tomar una decisión personal.
Ambos, el preso, la mujer que
cuenta y sueña, al igual que Sherezade, están unidos por un hilo invisible que
los obliga a imaginar abrazos sobre sábanas limpias y arar lunas por los cielos
que anuncian el ciclo fértil de un nuevo tiempo, inspirado, sudado, que demora
su ardor con peculiar intensidad.
No hay grandes epopeyas ni
dulzuras prolongadas. Se describen situaciones sencillas, lentas, rutinarias,
omnívoras, impulsadas por una ansiedad, una agonía que connota una agitación
interior, que denota la certeza próxima de una inevitable derrota de las
utopías, una vez más por cierto.
John Berger celebra un amor que
a pesar de la ausencia, no deshace sus nudos nocturnos, sus promesas. La
palabra es utilizada tanto para definir una estrategia ideológica como para
anunciar la caricia sobre una piel encendida. La revolución es quizás para el
autor esa capacidad humana, inagotable, que es el coraje de llevar a la amada
al lecho nupcial. Y eso sólo baste para cambiar el mundo.
El escritor inglés trata de
descifrar en esta ingeniosa novela, la intimidad de la resistencia de cualquier
orden, desterrando todo idealismo y preconcepto. De esta forma toma la memoria
que le queda, después de las interminables lluvias de juventud del espíritu,
para seguir narrando lo que sueña un hombre cuando cree todo lo posible hoy es
una mujer.


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Santiago Ocampos 
Cipolletti, Río Negro, ArgentinaEscritor, Corrector Literario (USAL) , Técnico en Comunicación Social (ICES), Periodista especializado en cultura y religiones, y autor de la página web literaria «El Serafo de plata». 2008-2014