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John Gutmann. The artist lives dangerously, 1938 |
Ignacio Molina (Bahía Blanca, Argentina, 1976)
es autor de los libros de relatos Los
estantes vacíos (Entropía, 2006) y En
los márgenes (17Grises, 2011), los poemarios Viajemos en subte a China (Pánico el Pánico, 2009) y El idioma que usan todos (PeP, 2012) y
las novelas Los modos de ganarse la vida
(Entropía, 2010) y Los puentes magnéticos
(Entropía, 2013), entre otros textos. Como periodista ha colaborado en
medios gráficos y publicado el libro Tribus
Urbanas (Kier, 2009).
es autor de los libros de relatos Los
estantes vacíos (Entropía, 2006) y En
los márgenes (17Grises, 2011), los poemarios Viajemos en subte a China (Pánico el Pánico, 2009) y El idioma que usan todos (PeP, 2012) y
las novelas Los modos de ganarse la vida
(Entropía, 2010) y Los puentes magnéticos
(Entropía, 2013), entre otros textos. Como periodista ha colaborado en
medios gráficos y publicado el libro Tribus
Urbanas (Kier, 2009).
¿Cómo surgen una nueva
historia y sus personajes?
historia y sus personajes?
Siempre de modos diferentes. Puede ser a partir
de una escena, una sensación, una línea de diálogo, algo que me contaron o que
escuché en la calle, algún recuerdo filtrado por el tamiz de la ficción, etc. Y
las características y las voces de los personajes van surgiendo a medida que
voy narrando y que la historia empieza a tomar vida propia.
de una escena, una sensación, una línea de diálogo, algo que me contaron o que
escuché en la calle, algún recuerdo filtrado por el tamiz de la ficción, etc. Y
las características y las voces de los personajes van surgiendo a medida que
voy narrando y que la historia empieza a tomar vida propia.
¿Qué relación tienen tus
libros publicados entre sí?
libros publicados entre sí?
Los estantes vacíos (2006), Los modos de ganarse la vida (2010) y Los puentes magnéticos (2013) podrían formar parte de un mismo
proyecto estilístico, que es el que mejor me define como narrador. En los márgenes (2011) tiene más que ver
con mi escritura ligada a los blogs y
a las redes sociales: una clase de escritura con tintes más autobiográficos y menos
pensada. También están los poemarios, que si bien forman parte del mismo
universo que los demás se diferencian por el uso de lo que un lector amigo
definió como URC (uso responsable de la cursilería). En el primer grupo de
libros me alejo tanto de eso –de manera inconsciente– que nunca vas a leer palabras
como amor o melancolía –aunque el amor y la melancolía puedan sobrevolar o
abrazar los relatos-. En los poemas, en cambio, me permito ese tipo de
palabras. También publiqué un libro más periodístico, que nada tiene que ver
con los demás.
proyecto estilístico, que es el que mejor me define como narrador. En los márgenes (2011) tiene más que ver
con mi escritura ligada a los blogs y
a las redes sociales: una clase de escritura con tintes más autobiográficos y menos
pensada. También están los poemarios, que si bien forman parte del mismo
universo que los demás se diferencian por el uso de lo que un lector amigo
definió como URC (uso responsable de la cursilería). En el primer grupo de
libros me alejo tanto de eso –de manera inconsciente– que nunca vas a leer palabras
como amor o melancolía –aunque el amor y la melancolía puedan sobrevolar o
abrazar los relatos-. En los poemas, en cambio, me permito ese tipo de
palabras. También publiqué un libro más periodístico, que nada tiene que ver
con los demás.
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Ignacio Molina |
¿Cuánto tiempo te lleva desde
la primera página a la última?
la primera página a la última?
Es diferente en cada caso. Los cuentos de Los estantes vacíos me llevaron seis o
siete años, aunque no empecé a escribirlos pensando en un libro. Entre la
primera y la última palabra de Los modos…
habrán pasado dos años, más o menos igual en Los puentes… Es difícil precisarlo porque, salvo cuando estoy muy
enganchado, promediando o acercándome al final del texto, no escribo todos los
días ni con una rutina establecida. Puedo estar escribiendo, o intentándolo,
seis horas un día, y después dejar reposar eso durante una semana. Pero ese
lapso no es ocioso: en mi cabeza va tomando cuerpo y solidificándose el relato.
Supongo que si me dedicara solo a escribir libros, si pasara ocho horas diarias
haciéndolo, podría terminar cada novela en dos o tres meses. Pero como hago
muchas otras cosas –entre ellas, laborales–, es difícil dar una respuesta. Cada
libro me acompaña durante un lapso de mi vida y me ayuda a periodizarla, como
ayudan los noviazgos, los trabajos que se tuvieron o las casas donde se vivió.
siete años, aunque no empecé a escribirlos pensando en un libro. Entre la
primera y la última palabra de Los modos…
habrán pasado dos años, más o menos igual en Los puentes… Es difícil precisarlo porque, salvo cuando estoy muy
enganchado, promediando o acercándome al final del texto, no escribo todos los
días ni con una rutina establecida. Puedo estar escribiendo, o intentándolo,
seis horas un día, y después dejar reposar eso durante una semana. Pero ese
lapso no es ocioso: en mi cabeza va tomando cuerpo y solidificándose el relato.
Supongo que si me dedicara solo a escribir libros, si pasara ocho horas diarias
haciéndolo, podría terminar cada novela en dos o tres meses. Pero como hago
muchas otras cosas –entre ellas, laborales–, es difícil dar una respuesta. Cada
libro me acompaña durante un lapso de mi vida y me ayuda a periodizarla, como
ayudan los noviazgos, los trabajos que se tuvieron o las casas donde se vivió.
¿Trabajas en borrador y luego
va mutando?
va mutando?
A mano no escribo más. Hasta Los modos… escribía primero a mano en un
cuaderno y después lo pasaba al Word. Y en ese tránsito el texto tomaba mejor
forma. Pero ahora ya me cuesta bastante más escribir a mano. Tomo notas,
escribo apuntes, diálogos, escenas, en el Word, y después, en el mejor de los
casos, todo se va encaminando y cobrando vida.
cuaderno y después lo pasaba al Word. Y en ese tránsito el texto tomaba mejor
forma. Pero ahora ya me cuesta bastante más escribir a mano. Tomo notas,
escribo apuntes, diálogos, escenas, en el Word, y después, en el mejor de los
casos, todo se va encaminando y cobrando vida.
¿Cómo fueron tus comienzos?
Supongo que como casi todos los que se dedican
a alguna disciplina artística: en la adolescencia, como un cable a tierra, como
un modo de canalizar miedos y obsesiones, como una forma de hacer más llevadera
la vida, de liberar y expresar cosas que no se pueden liberar de otra manera. Y
–también como casi todos–, no pensándolo como un oficio.
a alguna disciplina artística: en la adolescencia, como un cable a tierra, como
un modo de canalizar miedos y obsesiones, como una forma de hacer más llevadera
la vida, de liberar y expresar cosas que no se pueden liberar de otra manera. Y
–también como casi todos–, no pensándolo como un oficio.
¿Cómo te inspiras?
La única manera consciente de invocar a la
inspiración es poniéndose a escribir. En ese trance se llega a un estado mental
donde ya no es uno el que decide las palabras que va escribiendo, sino una voz
misteriosa que se las va diciendo al oído o, directamente, una fuerza que va
moviendo los dedos sobre el teclado. Eso es la inspiración para mí.
inspiración es poniéndose a escribir. En ese trance se llega a un estado mental
donde ya no es uno el que decide las palabras que va escribiendo, sino una voz
misteriosa que se las va diciendo al oído o, directamente, una fuerza que va
moviendo los dedos sobre el teclado. Eso es la inspiración para mí.
¿Qué estás escribiendo ahora?
¿Te gustaría escribir un
libro con otro escritor?
libro con otro escritor?
No. Sería una lucha constante. Los escritores
tienen demasiado ego.
tienen demasiado ego.
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John Gutmann. Man in Straw hat passing by lady and clown graffiti, 1939 |