Francesco Hayez.Venganza bajo juramento, 1851
 Juan Terranova (Buenos Aires, 1975) es una de las voces más importantes de la nueva literatura argentina. Licenciado en Filosofía y Letras, ha publicado, entre otras, las novelas Los amigos soviéticos, Hiroshima, Mi nombre es Rufus y El caníbal. Provocador y sagaz observador del día a día es uno de los más prestigiosos escritores de la nueva narrativa latinoamericana. El vampiro argentino es su primera novela publicada en España (Lengua de trapo). Ya terminó un nuevo libro de ensayo y para el 2012 tiene un regalo muy especial para los lectores: Instrucciones para dar el gran batacazo intelectual argentino que se podrá descargar de manera gratuita en la Web.  Cuenta que le gustaría escribir un libro con Celia Dosio. Vivió la experiencia de peregrinar a la Virgen del cerro, se nutrió de los devotos y luego escribió uno de sus libros. agregando a este su experiencia vivida. Y se imagina un cortometraje con la película de “Siempre tendremos Lisboa”, otro de sus libros. Actualmente escribe una columna semanal en el http://hipercritico.com

 ¿Cómo y cuándo te diste cuenta que lo tuyo era la literatura? ¿De haber elegido otra profesión cual hubiese sido?

Desde que empecé a leer me di cuenta de que me gustaba estar solo y que leyendo no me aburría. Eso fue determinante. Leer calmaba mi ansiedad. Después pensé que podía escribir. Estudié Letras pero también llegué a evaluar la posibilidad de estudiar medicina o ingeniería, o arquitectura, porque mi viejo era arquitecto. Si no hubiera sido escritor me habría gustado ser soldador, carpintero, marino mercante o aviador.
Del libro: Música para rinocerontes: tu primer libro de relatos cortos, ¿Cuál es el relato que más te gusto? ¿En un futuro puede venir “Música para rinocerontes II”?
Música para rinocerontes II se llama Instrucciones para dar el gran batacazo intelectual argentino. Ya está terminado y se va a publicar el año que viene con una versión para descargar gratis de la web.
¿Qué no puede faltar en cada uno de tus libros aparte de la ironía?
Es una pregunta difícil. Creo que en la mayoría de mis libros, y esto me estoy dando cuenta ahora, hay un elogio muy puntual de la amistad. Podría ser entendido, creo, como un estadio superior de la ironía. Amistad, estadio superior de la ironía. También en relación a estos dos temas creo que aparece mucho el poder, el prestigio, la legalidad y sus fallas, y los grandes malentendidos que estos generan. Desdoblándome y viendo en perspectiva mis libros encuentro que antes que la ironía, que es un gesto, un mecanismo o un estilo, y no un tema, lo que casi nunca falta es la tematización de un equívoco.

Juan Terranova. Foto de Vito Rivelli


¿Qué te diferencia a vos de otros escritores nacidos en los años setenta?
Muy rápido me di cuenta de que yo iba a ser el lector de mi generación. Desde el principio me puse a leer a mis contemporáneos con mucha dedicación, con dedicación casi podría decir de coleccionista. Y entonces me los encontraba y les decía “¿vos leíste a tal?” y al principio me la pasaba recomendando escritores jóvenes entre los escritores jóvenes. Creo que eso me diferencia, esa pasión, un poco taradúpida, por lo que está escribiendo y leyendo ahora la gente de mi edad.
¿Cómo ves la nueva ola de escritores contemporáneos?
La veo bien, con mucha curiosidad y mucho interés. Creo que tanto para un narrador como para un crítico, el presente es su más importante capital simbólico.
¿Qué estas escribiendo ahora?
Terminé un libro de ensayos y voy a empezar una novela que me va a acompañar todo el verano. O al menos eso espero.
¿Cuántas horas por días le dedicas a la escritura?
Todas las que puedo. Me levanto, prendo la computadora y escribo. A veces me ha pasado de ir desde la diez de la mañana a las tres de la madrugada. Pero eso es excepcional. Por lo general escribo a la mañana un poco y después hasta las cinco de la tarde y un rato más a la noche, si no salgo. Y entiendo ese tiempo como “lecto-escritura”. El tiempo que paso en la computadora es un tiempo de escritura lleno de tiempo de lectura, sobre todo de lectura web.

¿Cómo es el proceso en cuanto al comienzo de un nuevo libro, tenes un borrador al que va  sufriendo una metamorfosis o partís de una idea a la continuas escribiendo y  agregando?
Lo primero que tengo siempre es una historia, o en realidad varias historias, y lo que encuentro es la forma de cortarlas y combinarlas.
¿Si tuvieras la posibilidad de escribir un libro con otro colega: ¿a quién escogerías? ¿Por qué?
Qué buena pregunta. Siempre escribí solo. Me gustaría escribir algo con alguna escritora, por ejemplo con Celia Dosio, con la que estoy seguro nos pelearíamos mucho pero lograríamos contar una historia interesante.  
¿Qué libro de todos los que publicaste te imaginas adaptado para un  cortometraje?
Me gustaría ver un corto de un cuento que se llama “Siempre tendremos Lisboa”. Es la historia de un guardavidas italiano y una telépata celosa. Creo que se podría filmar. La locación debería ser una pileta pública de Roma.
Carlos Alcolea. Woman in pool, 1971
En El pornógrafo hay una serie de diálogos entre un ginecólogo y un fotógrafo- me gustaría saber a la hora de escribir ¿En qué te apoyas en cuanto a los personajes, sentimientos, emociones e ideas?
Esos personajes se me ocurrieron mientras nadaba en la pileta de Ferro. Nadar me da muchas ideas. Supongo que si viviera cerca del mar, en el Caribe, se me ocurrirían más y mejores cosas, pero perdería la ciudad de Buenos Aires que también aparece en mis libros y es casi fundamental.
¿El último libro que leíste?
Una lectura del Quijote de Federico Jeanmaire. Está muy bien.
¿Alguna anécdota que te haya marcado a lo largo de tu carrera?
Hace algunos años, estaba trabajando en la redacción de un diario y me llamaron de recursos humanos para echarme. El tipo que me echaba estaba muy nervioso porque en la editorial que sacaba el diario había muchos problemas gremiales. Las condiciones no eran malas para trabajar pero al dueño le gustaba maltratar a sus empleados y pagar sueldos bajos y bajísimos. De hecho, me echaban porque yo había señalado demasiadas veces este maltrato que era patético y ridículo y sobre todo innecesario. Así que eso generaba tensiones todo el tiempo y el jefe de recursos humanos, que finalmente no era un mal tipo, tenía miedo de que al comenzar con los despidos, los empleados le quemaran el edificio. La charla fue corta y nerviosa, y en un momento este burócrata levantó el telegrama que yo iba a recibir y el papel y la mano se movían como una licuadora en el aire. Insisto, la charla fue breve. Pero mientras el tipo me comunicaba que me iba a quedar sin trabajo, yo pensaba “bueno, voy a tener que escribir un relato con esto”. Creo que con cosas como esas te das cuenta un poco de quién sos y a qué cosas te tenés que dedicar en este mundo.
Juan Terranova. Foto de Vito Rivelli