La novela que más me ha gustado en castellano de todas las leídas el año pasado es Patria de Fernando Aramburu. Ya sé que con esto no digo nada original. Creo que ha habido unanimidad en casi todos los medios escritos y digitales españoles en situarla como una de las grandes novelas del 2016.

Me ha gustado también porque creo que Fernando Aramburu se ha atrevido a llevar a cabo algo que hace tiempo no se leía por  estas tierras y que es una forma de novela que nos llega periódicamente desde el otro lado del Atlantico norte, made in USA, o el Tercer Mundo. La “gran novela” que trata un asunto importante de la historia de un país y en la que el número de páginas va parejo a su ambición sin que por ello se quiera decir que a cuantas más páginas más calidad.
Este tipo de novela made in USA o en India, por poner  otra zona geográfica opuesta, es impensable en España, salvo para géneros como la novela histórica cuando trata asuntos de hace diez o quince siglos, pues lógicamente es mucho lo que hay que explicar y aprender, que para eso las leemos y disfrutamos. Cierto es que a veces dudamos de su verosimilitud o exactitud, pero tampoco buscamos un tratado de historia riguroso, sino tal vez aprender historia de una forma amena.
Fernando Aramburu
Por cierto que también antes la gran novela, al menos en páginas, era muy propensa a tratar los asuntos del corazón, la llamada novela rosa, pero está claro que los asuntos amorosos clásicos hace tiempo que están a dieta en la vida real e imaginaria. Y si abarcan muchas páginas, se serializan o tienden a la perversión que es una variante amorosa más con éxito creciente de lectores, como certifican las cincuenta sombras de Grey. Pero tal vez todo se resume en que el amor ya no tiene más barreras que las que nos ponemos nosotros mismos y en consecuencia es difícil añadirle épica.
Pero dejemios a un lado esta interesante cuestión para más adelante y hablemos de la novela de Fernando Aramburu. Patria es una  gran novela sobre un “asunto” que estaba aparcado en este país a la espera de que alguien lo narrara sin maniqueísmos ni miedos. Como tantos otros que se encuentran en una situación parecida. Por las razones que sean aunque son imaginables, las raras versiones librescas que han tratado el mal llamado “conflicto vasco” lo han hecho desde una posición supeditada a lo canónico y previsible, o sea, liberación nacional frente a la opresión del “Estado”.
Por eso Patria viene a llenar un vacío que existía en la novela sobre el terrorismo o la “violencia política” en el País Vasco durante varias décadas. Aramburu nos lo cuenta a través de la historia de dos familias, en las que campean dos antiguas amigas: una mujer cuyo marido será asesinado por ETA tras resultar hostigado durante un tiempo con pintadas, amenazas y amigos que le retiran el saludo por miedo, y su
antigua amiga íntima con un hijo terrorista encarcelado en el sur de España.
Patria no es una novela de dos personajes principales. Son muchos los protagonistas que van tejiendo el relato, como hijos, matrimonios, vecinos, curas, taberneros, guardias civiles.. y que junto a sentimientos como el dolor, el amor, el miedo y la muerte, y hechos históricos que nada tienen que ver con lo ocurrido en siglos anteriores, nos explica bastante bien lo que ha sucedido en estos últimos cuarenta años desde
un punto de vista literario. Patria no es una novela histórica. Es literatura y ahonda en la condición  humana que eslo que nos interesa a los novelistas.
Si técnicamente es una novela muy bien construida, verosimil, realista, también es una narración ética y por eso no hay que hacer una lectura política de la misma. Patria sólo ayuda a entender una Historia con mayúsculas que hasta ahora sólo había generado tímidas aproximaciones o panegíricos.
No es una novela maniquea, ni tampoco una historia de buenos y malos. Es una novela necesaria que a lo mejor sólo podía escribir alguien nacido allí como es el caso de Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) y con la ventaja añadida de vivir en Alemania, lo que ha podido ayudarle a ver la reciente historia de su tierra natal con cierta distancia y libre de presiones. Dos factores que sumados a sus cualidades narrativas le han impedido perderse en un camino sin salida a la hora de contar unos años importantes de la reciente historia del País Vasco.