SANDRA ÁVILA

 

Leila Sucari nació en la ciudad
de Buenos Aires en 1987. Estudió artes visuales, periodismo y filosofía.
Colabora en diferentes medios, como BrandoLa Agenda, So
phia, Rumbos y AltaAdentro tampoco hay
luz 
ganó el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes y es su
primera novela. Sucari estaba embarazada cuando comenzó a escribir Adentro tampoco hay luz. La escritora
ve el mundo de una manera muy particular y justamente esta cualidad le sirvió
para producir este libro. Escribe
porque se conecta con ella misma, porque es una manera de multiplicarse y por
impulso, dice la escritora.
¿En qué te inspiraste al escribir Adentro
tampoco hay luz
? ¿Cuánto tiempo te llevo escribirlo?
Escribí
la novela durante todo el embarazo y el primer año de mi hijo. Estar habitada
por un otro me produjo una inquietud y una fascinación que funcionó de motor
para la escritura. Fue una época de mucha introspección y, al mismo tiempo, de
mirar el mundo de una manera particular, distinta. Cuando estaba embarazada me
quedaba horas tirada en el piso con mis gatos. Sentía el sol en la cara,
cerraba los ojos y me quedaba así, suspendida,  tocándome la panza y
pensando en los personajes de la novela. Después, cuando mi hijo nació, la
escritura se transformó en algo desbordado. Me desesperaba por escribir una
frase. Corría a la computadora después de darle la teta, escribía hasta que
escuchaba el llanto, entonces salía corriendo, le daba más teta, lo dormía y
volvía al living rogando tener diez minutos más. Fue un estado de pura
adrenalina.  Incontinencia de leche y de palabras.
¿Qué otras técnicas y herramientas son validas a
la hora de escribir?
Todo es válido. Las técnicas y las herramientas
cambian según las personas y los momentos.
¿Para qué escribe Leila Sucari?
Escribo para entender lo que se me escapa. Desde
chica siento que todo pasa demasiado rápido, que se fuga. Escribir es una manera
de hacer un paréntesis. De bucear, mirar y detener la vorágine. También escribo
porque es mi forma de estar sola, de pensar, de encontrar mi lugar, de
multiplicarme. Y escribo por curiosidad, por intriga y por impulso. La lista
podría ser infinita, pero la verdad es que veces ni siquiera yo sé por qué,
cómo ni para qué escribo.
Leila Sucari
¿Cómo fue tu experiencia con la distinción del
Primer Premio del Fondo Nacional de las
Artes? 
Me acuerdo cuando recibí el
mail que decía que mi novela había ganado. Lo leía una vez y otra, ¿se habrán
equivocado?, pensaba. Me puso muy feliz porque, además del reconocimiento,
sabía que era la oportunidad de publicar por primera vez, de que el universo
que vivía adentro de mi computadora y de mi cabeza saliera para afuera. También
la plata fue un alivio. Trabajo como periodista freelance, eso significa que no
tengo estabilidad económica, que siempre tengo miedo de quedarme sin trabajo y
que para pagar el alquiler y la vida tengo que hacer una enorme cantidad de
notas y notitas por mes. Así que la experiencia del premio fue positiva al
cubo.
¿Escribirías por encargo? 
Escribo notas por encargo todo
el tiempo. Pero ficción no escribí nunca por encargo y creo que tampoco lo
haría. Mi escritura es bastante caprichosa y así la respeto. No puedo
planificar, no tengo método. Me siento a escribir cuando siento la necesidad física,
el deseo y la urgencia de tener algo para decir. Si no me sucede, no escribo.
Prefiero el silencio, esperar a que surja algo nuevo. No me impongo.
¿Tu escritura ha sido
influenciada por escritores contemporáneos o clásicos?
Estoy influenciada por un
collage heterogéneo que incluye escritores contemporáneos, clásicos, música,
cine, pintura, naturaleza. No discrimino. Tampoco es algo estático.
Leila, ¿Qué estas escribiendo
ahora?
Estoy escribiendo sobre una
mujer con su hijo. Sobre la búsqueda –incierta y errante- que nunca se
satisface ni llega a ninguna parte.
 
 
 
<<…Mi
prima es hermosa y quiere ser vegetariana, pero la abuela no la deja. La obliga
a comer carne y ella se traga las lágrimas y escupe sin que nadie la vea.
Cuando crezca me gustaría ser como vos, le digo, y la abuela me pega con el
repasador de flores. Me quiere fea y carnívora para no sentirse tan sola.
         La abuela aplasta las bolsas que cubren
la mesa, las hace un bollo y las tira al tacho de basura. Mi prima se levanta y
se mete abajo de la ducha. En la cocina, la abuela tiene una colección de
frascos de vidrio, dice que después de la siesta me va a enseñar a hacer dulce.
Vos andá al cuarto con tu prima, si la escuchás llorar no te preocupes, le
gusta armar escándalo para llamar la atención. A veces le pega una que otra
piña a la pared pero al final se cansa y duerme hasta la noche de corrido…>>