
La poesía ha sabido encontrar su espacio en la vida cultural de las ciudades y saltar de las páginas de los libros a los escenarios de los bares para convertir los recitales en un evento donde el verso se da la mano con la música, la representación, el baile y la magia.
Como en cualquier espectáculo, la coreagrafia, el vestuario y la iluminación tienen una gran importancia. Pero también el mérito de estos recitales es ser una forma de dar a conocer lo que es minoritario y volver a descubrir autores y poemas. Una tendencia que incluso cuenta con festivales internacionales de poesía muy seguidos en muchas ciudades del mundo.
En el caso de Madrid, estos recitales empezaron a celebrarse a comienzos de los años ochenta en salas y bares como Galileo Galileo, el Buho Real y el café Libertad 8, que por cierto hoy día siguen en pie ofreciendo también este tipo de recitales. Sin embargo, se han ido ampliando a otros muchos lugares y adquirido una estabilidad sorprendente con un público entregado y fiel.
Uno de estos recitales con solera se celebra en una localidad cercana a Madrid, Pinto. Denominado “Cortejando fuego” se anuncia con llamativos carteles. El próximo uno de agosto homenajea la faceta como poeta de la actriz Marilyn Monroe, que dejó algunos poemas y que en este caso serán los traducidos por el escritor José Luis García Martín. (Quien quiera ahondar en los poemas de Marilyn Monroe puede leer la entrada en el blog de este escritor: http://cafearcadia.blogspot.com/2012/08/fugacidad-eternidad-verano-poemas-sin.html )
La organizadora de Cortejando fuego es una doctora en Literatura Inglesa y americana, Eboli de Merr. Ella se autodefine como una “ativista literaria”, aunque la definición que más le agrada es la de «juglaritz» debido a ese apoyo a la oralidad literaria.
Eboli de Merr comenzó Cortejando Fuego en diciembre de 2015, tras participar y colaborar con el movimiento de Poesía en los bares de Madrid de forma intermitente. Quiso alargarlo a Pinto, y el Pub 82 le pareció el indicado.
En las citas de Cortejando fuego participan muchos poetas de Madrid, algunos de Pinto. También colaboran músicos, bailarinas, a veces un mago y otras sorpresas. Lo que más le gusta de todo ello es la vitalidad que genera, la metáfora del fuego poético y musical que se extiende, ya que de sus recitales se genera un contenido diferente cada vez e implica a muchas personas.
Para la organizadora, resulta evidente que se trata de poesía leída, recitada y que a veces se transforma en una performance.
“Este tipo de eventos logra que la poesía se extienda, se mueva, salga del anaquel de la biblioteca y se acerque un poco más. Es como recuperar un poco la figura del juglar, o el aedo, esos cantores épicos de la antigua Grecia que transformaban su poesía en oralidad. De ahí que me defina como «juglaritz». Además de escribir poesía, textos e interpretarlos, también pretendo que los textos de otros artistas se extiendan y lleguen a través de sus actuaciones”, concluye.