LUIS DE LEÓN BARGA

Los
personajes de Auguste Dupin y Sherlock Holmes, creados por los escritores Edgar
Allan Poe y Arthur Conan Doyle,  pueden
ser considerados  los bisabuelos de la
actual novela negra, un género literario cuyos protagonistas reflejan los
distintos cambios ocurridos en nuestras sociedades a lo largo de estos dos
últimos siglos y en la narrativa de género policial.

Dupin
y Holmes inauguran en el siglo XIX la novela de detectives. Tanto uno como otro
reúnen ciertas características comunes lo que les confiere, al ser más o menos
contemporáneos, cierto parentesco. Ambos nacen durante el desarrollo de la
sociedad industrial y en su forma de actuar para resolver los casos a los que
deben enfrentarse, representan el triunfo de la razón.
Los
dos son personajes que razonan sin dejarse arrastrar por ningún tipo de
sentimentalismo. Dupin es más cerebral que Holmes y resuelve sus casos pensando
como si fuese el criminal. No es un policía ni detective profesional y crea la
novela negra. Un género literario que hasta la llegada del comisario Maigret de
Georges Simenon y la novela negra norteamericana, estará protagonizado por
detectives cuyo motivo para ponerse a investigar un  delito no es el salario que perciben sino más
bien, su empeño en poner a prueba su inteligencia. Un poco como si tuvieran que
resolver un jeroglífico. Por eso narrativamente lo que interesa no es el
misterio en sí,  sino la forma  de resolverlo.
Si
Dupin es una cabeza pensante, una máquina de racionalizar, Holmes es un
personaje literario más evolucionado. Desde luego lo mismo que Dupin se sirve
de su inteligencia y la observación para resolver sus casos. Pero resulta más
humano. Le gusta disfrazarse si le ayuda en su trabajo, tiene un amigo, el
doctor Watson que es el testigo y ayudante ocasional de sus avatares, toca bien
el violín, boxea y sigue los adelantos científicos de su tiempo.
Incluso
tiene sus debilidades, como su adicción a la cocaína que consume por vía intravenosa
cuando no está resolviendo algún caso. La adicción será una constante en los
detectives. Pero una vez metidos de lleno en 
el siglo XX y en la guerra contra ciertas drogas, el alcohol es quien
mas adictos tiene. El mas conocido será Sam Spade, el protagonista del escritor norteamericano Dashiell Hammett.
Además, acorde a la dureza de los tiempos que viven, estos héroes novelescos son
inflexibles, cínicos y duros. Ssus métodos de investigación no tienen nada que
ver con el de sus padres, cuyo placer y objetivo, como en el caso de
Sherlock Holmes, se encuentra en el análisis intelectual para solucionar sus
casos.
 

Sherlock  Holmes y Watson
A
comienzos del siglo XX nos topamos con los dos detectives más famosos de la
escritora inglesa Agatha Christie: Hércules Poirot y miss Marple. Puestos a
seguir con la genealogía familiar, diríamos que son los hijos mayores de los
anteriores por edad y tiempo. Además, la solterona Marple inaugura la presencia
de la mujer  en la novela negra como
investigadora, pues si en el caso de Dupin la presencia femenina es marginal en
Sherlock Holmes se respira cierta misoginia.
Poirot
es un personaje que se mueve en un ambiente aristocrático. Solo un esnob como él
puede desenvolverse como pez en el agua en esos hoteles de lujo que frecuentan ricas
herederas en peligro y nobles decadentes. Poirot sería un personaje de la
“belle epoque”. Años después, la escritora inglesa creará de su costilla una
versión más actualizada: un ex oficial del ejército británico que sirve de
contrapunto al primero y es una especie de doctor Watson. Estamos hablando del
capitán Arthur Hastings a quien Poirot, como si fuese un general, enseña los
trucos del oficio y lo trata de una forma algo desdeñosa.
Miss Marple es una anciana solterona y
solitaria, un personaje con quien Agatha Christie debió sentirse bastante
cómoda por ciertas afinidades vitales, y que vive en un pueblo de la campiña
inglesa, St. Mary Mead. Como sus antecesores, le gustan los  misterios, y posee una capacidad analítica no
tanto producto de su inteligencia natural, como de su experiencia vital sobre
la condición humana.
Por
supuesto que Poirot y Marple no aceptan cualquier caso ni tampoco buscan
trabajo como investigadores en una agencia de detectives lo que les diferencia
de sus hermanos pequeños, el comisario Maigret y los héroes de la novela  negra norteamericana.
Agatha
Christie vio enseguida que después de la 
Primera Guerra Mundial y los problemas de la industrialización, con sus
secuelas de conflictos  y revoluciones,
exigían unos personajes capaces de hacer frente a los problemas surgidos en la
Europa convulsa de la época de entreguerras.
 

Agatha Christie
Este
es el origen de Thomas Beresford y Prudence. Un matrimonio joven y entusiasta que
responden al diminutivo de Tommy y Tuppence. Aquí la novela negra se mezcla con
el género de espionaje y nuestros protagonistas, durante cuatro novelas,
incluso viajarán fuera del Reino Unido, cuyo imperio está en peligro. Pero ojo,
no se trata de dos aficionados. Ambos tienen una agencia  de detectives y, otra novedad,  el personaje femenino es la que lleva la  voz cantante. Ya no se trata de investigar
robos de joyas, sino documentos secretos, descubrir espías nazis y cuestiones
similares.
Junto
a los grandes problemas políticos y sociales del momento, también nace el
detective que investiga el lado
humano del delito, por llamarlo de algún modo. Si el comisario Maigret del
escritor belga George  Simenon es el
campeón absoluto de este modalidad, donde lo humano prevalece sobre la intriga
y el resultado final es  ambiguo, acorde
con una época  donde los valores
tradicionales están en crisis, cuatro años más tarde, en 1934, aparece un nuevo
filón a manos de Agatha Christie.
Parker
Pyne se dedica a los asuntos del corazón. Intenta que el bien prevalezca sobre
el mal o al menos devolver la felicidad a quien la ha perdido. Desde luego no
desdeña investigar el delito, pues tiene una 
agencia de detectives, pero la esencia de su trabajo trata de
separaciones, chantajes, estafas…

Y
para terminar de erigir los cimientos dela novela negra sólo nos falta el
detective con poderes mentales. El señor Satterthwaite y su socio el señor Quin,
son una extraña e inquietante pareja que actúa de una forma rara. Sobretodo
Quin que parece llegar de otro mundo o de una novela gótica. Es un ser
fantasmal cuyos poderes mentales le permiten resolver todos los casos. Pero en su
forma de  actuar es “antiguo”. Él
soluciona el caso pero deja la gloria a su socio Satterthwaite, algo imposible
de  pensar en nuestros días pero en algún
modo, es también el padre de todos los detectives mentalistas que han nacido en
estos últimos años.