Toni Montesinos (Barcelona, 1972) es uno de los escritores, periodistas culturales y críticos literarios más importantes con los que contamos hoy día: autor de cuatro novelas como Solos en los bares de la noche o Hildur,ha incurrido también en la poesía con títulos como El atlas de la memoria, Labor de melancoholismo o La ciudad gris y desde hace años realiza una importante labor en el diario La Razón, amén de colaborar en revistas culturales de prestigio reconocido como Cuadernos Hispanoamericanos o Clarín.
Pero es en el ensayo donde descuella por la combinación feliz entre rigor y nítida exposición, algo raro y extraño en un país que hizo suya aquella anécdota de Eugenio D´Ors que preguntaba a su criada si lo que le había dado a leer lo entendía y si ésta decía que sí, volvía a reescribirlo oscureciendo el texto hasta convertirlo en objeto hermético, con títulos como La pasión incontenible. Éxito y rabia en la narrativa norteamericana; El triunfo de los principios. Cómo vivir con Thoreau; La ocasión fugaz: ensayos sobre poesía española e hispanoamericanay un delicioso libro de viajes, Los tres dioses chinos. Un viaje a Pekín, Xian y Shanghái, desde Nueva York y hasta Hong Kong que, me atrevo a asegurar, es el título más largo dado a un ensayo en el género publicado en España en los últimos años, en clara competencia con los que frecuentan nuestros historiadores.
No habrá muerte. Letras del Gulag y del nazismo. De Boris Pasternak a Imre Kertész, es el título del último libro de ensayo de Montesinos, un libro importante en lo que tiene de relación sistemática de la historia de los horrores a que dieron lugar los dos grandes totalitarismos del siglo XX en Occidente: la Revolución Bolchevique en Rusia y el régimen nacionalsocialista en Alemania, que Montesinos completa con referencias a otros lugares pero que fueron consecuencia directa de estos avatares, como la Guerra Civil Española y en cierta manera la Italia fascista de Mussolini.
La bibliografía sobre el horror es imponente y ha conocido un inusitado interés en los últimos años, debido quizá a una mayor sensibilidad ante el racismo, en lo que entramos de lleno otra vez en el problema del Holocausto, el exterminio de buena parte de la población judía y gitana y acrecentado ahora por las reivindicaciones de colectivos como el LGTBI, que hace que se vuelva a retomar ciertos aspectos poco publicitados o no con tanto énfasis como ahora, como la persecución de los homosexuales en la Alemania Nazi, que dio origen a la bandera multicolor del Movimiento Gay, o en la extinta URSS, en un país donde aún hoy se fomenta una calculada homofobia.

Toni Montesinos
El mérito de este libro consiste en haber sistematizado y esclarecido, algo necesario en esta selva de títulos que amenaza con anegar al interesado lector en el tema que no sabe de qué manera nadar en este proceloso mar de publicaciones, lo mejor que se ha escrito en los últimos años sobre la cosa y, además, haciéndolo asequible al lector medio español pues Montesinos se preocupa en primer lugar de poner énfasis en las publicaciones traducidas al español y de fácil adquisición y, de paso, dar preferencia a autores españoles que se hayan ocupado del tema de una u otra manera. El resultado es un libro que se lee de un tirón, pues Montesinos nos ofrece un depurado estilo muy acorde con la manera anglosajona de dar cuenta de ciertos acontecimientos históricos, donde lo narrativo se une con el rigor informativo en feliz combinación, algo impagable por estos pagos donde el rigor parece habitar en el ámbito especializado, mientras se deja lo didáctico a escritores dotados de una fina textura estilística pero donde el rigor a veces deja mucho que desear.
Así, ese contraste que hallamos en muchos periodistas y escritores de los años treinta que en libros de gastronomía o en crónicas de viajes lo literario prima sobre aquello que nos cuentan, que las más de las veces no dejan de ser siervos de los tópicos del momento. Ejemplos abundan en demasía, pero a bote pronto se me ocurren las crónicas de Paul Morand sobre Nueva York o los libros, divertidísimos por otra parte, que sobre esta ciudad escribió Julio Camba, amén de La casa de Lúculo, estupendo libro si apartamos la vista crítica de algunas opiniones sobre vinos o cócteles o tradiciones culinarias orientales de las que se nota no es muy ducho…
No habrá muerte... comienza con una crónica de la Revolución Bolchevique y despliega razones del horror que esa revolución llevaba consigo desde sus comienzos: entre ellas el que se produjo en un país que durante siglos interminables había conocido sólo el horror del hambre, de la sumisión esclavista y del terror al amo, lo que llevaba como consecuencia a que la vida no tuviese mucho sentido, a una concepción mística de la existencia y a un anhelo secreto de humillación que tenía que ver mucho con un masoquismo que ocultaba un miedo atroz a la libertad.
De ahí que la Revolución Bolchevique, con su terrorífica maquinaria de exterminio y de imposición brutal de su ideología, no tuviese prácticamente una verdadera oposición por parte del pueblo ruso, lo que explicaría el triunfo de los bolcheviques en la Guerra Civil que asoló el país hasta los primeros años veinte, años que conocieron, además, la persecución implacable de los artistas, debido al papel de oposición efectiva que habían tenido durante el zarismo y del que se habían nutrido los teóricos bolcheviques que ahora se sentían amenazados por lo que ellos mismos habían representado en el pasado.
Comienza así la época del Gulag, sobradamente conocido desde que en Occidente se dieron a conocer los escritos de Alexander Solzhenitsyn, sobre el que Juan Benet escribió entonces un desgraciado artículo en El País donde afirmaba que mientras hubiese escritores tan malos como el citado los campos de concentración estaban justificados, y que dieron lugar a una avalancha de crónicas de los horrores del Gulag con nombres señeros de la poesía y de la cultura rusa, tal Marina Tsvietáieva, Anna Ajmátova, el caso Pasternak, Joseph Brodsky… y tantos, tantos otros.
Especialmente valioso es el apartado dado a la emigración rusa en Occidente, caso muy poco conocido y mal estudiado, y al que Montesinos da una importancia justa: baste decir que nombres como Iván Bunin, Vladimir Nabokov o Nina Berberova se hallaban entre esos afortunados que conocieron el desarraigo, el hambre, la necesidad, pero que tuvieron el privilegio de no encontrarse en una tierra que los hubiese llevado al terror, a la inanición, a la anhelada muerte.
Y ahora el nazismo. Y aquí, sobre todo, hay que detenerse en el Holocausto, aunque no sólo. Y acuden nombres como el de Primo Levi, claro, el de Kertécz…hasta constituir legión y luego la posguerra y lo acontecido en los paises del telón de acero, Polonia, la RDA, Checoslovaquia… y aquí aparecen nombres como el de Vaclav Havel, Milan Kundera, Czelaw Milosz o Wislawa Szymborska…
Leyendo este libro, este catálogo de nombres se convierte en una narración de personas de carne y hueso con su rimero de sufrimientos, penalidades y alegrías y, lo más importante, una lección impagale, la del anhelo de libertad.
Sólo por esto, por esa esperanza, este libro debería leerse con interés y deleite. Merece la pena.
Toni Montesinos. No habrá muerte. Letras del Gulag y del nazismo. De Borís Pasternak a Imre Kertész. Fórcola Ediciones. Madrid. 2018. 241 pp