
Paul Koolker
Holandés de nacimiento, Paul Kooiker, tambien es escultor y artista de instalaciones, lo que explica que todo lo que fotografía tengo un aspecto «escultural», aunque también deberíamos hablar de lo “rubenesco” y barroco desde una perspectiva voyerística y también fetichista. Sin embargo, sus referencias son mas bien actuales, como pueden ser, pongamos por caso, Hans Bellmer o Hans-Peter Feldmann. La mayoría de las fotografías que capta Kooiker son de formas femeninas voluptuosas; sin embargo, uno no parece fijarse en el tamaño del cuerpo, ni siquiera en la desnudez, sino en la forma en que la piel se pliega sobre sí misma. Curiosamente, la identidad de los sujetos de Kooiker nunca se revela en su obra, lo que añade otra dimensión de misterio.
Presta una atención constante a la coherencia entre la forma y el estilo, que consigue plasmar en sus series, que a menudo resultan extrañas, inquietantes y enigmáticas. Tras estudiar en la Escuela de Fotografía de La Haya y en la Rijksakademie van Beeldende Kunsten de Ámsterdam, ganó el Premio de Roma en 1996 y posteriormente recibió el Premio A. Roland Holst por su obra. La fotografía de Kooiker nos enfrenta a lo que consideramos aceptable a través de la fascinación por el morbo que predomina en su obra. El hecho de que los sujetos fotografiados no enseñen su identidad demuestra que su trabajo nos llama la atención sobre las inseguridades a las que nos enfrentamos en la sociedad actual sobre la naturaleza del voyeurismo, y la idea de perfeccionismo que se exige a una foto, más que al propio cuerpo.