Hay un gran árbol muy frondoso al borde del camino donde apenas la luz juega en el reflejo de las hojas. Hay dos personas en él. Dos artistas. Dos Soñadores. Uno llega al encuentro del otro con una guitarra, afinando las cuerdas, es músico de cámara. Quien está también en la escena es nuestra entrevistada Rocío Urquiza de General Roca (o Fiske Menuco). Es ilustradora, hace historietas, toma la vida del sol y de algunas mañanas grises también. Juan Andrés Rivero, su esposo compone y ella abre el color y las formas. Mal de Humores está abierto en la mesa, junto a un mate, a un termo con agua caliente, a las preguntas que van anotadas en la pantalla de la computadora.

“Maitena es mi primera referente feminista” explica ante la afirmación que la sitúa en linea con la Humorista y Escritora de renombre internacional. Muchos afirman que Urquiza es una buena heredera del trabajo de la prestigiosa artista. El halago es visible pero ella niega esa comparación. “No me atrevería a compararme con ella”.

Un lápiz hallado. Una hoja sin dueño. Parodiando una vieja canción rastreo el momento en la infancia donde apareció el don, donde irrumpió una forma de conocer y expresar el mundo en las manos de nuestra protagonista. “ Herede el humor de mi vieja, ácido, autocrítico, irónico, capaz de transformar una tragedia en algo que después pueda ser motivo de risa”. Así también ubica un segundo nacimiento, ahora de su obra prima “Mal de Humores” editada por el Fondo Editorial Rionegrino (FER).

Rocío Urquiza escribe, piensa y dibuja enamorada de su esposo Juan. Lo describe como un hombre inteligente cuya música la han inspirado muchas veces. El arte es un diario acontecer, no es una imagen de permanente creación sino de esfuerzos, de compañía, de cosas que no siempre salen al principio. “Hemos pasado horas dibujando y haciendo música juntos”.

El diseño gráfico es la profesión que ejerce diariamente donde ella misma se define “insoportablemente perfeccionista”. Este rol laboral, convive todos los días, con ese otro yo que sale a pasear, que se transforma en ilustradora volcando en el ser la propia esencia. En sus palabras, la visión que tengo de mi misma y del mundo, sea o no funcional (que es lo primero que busco en un diseño), mis errores, mis aciertos, las cosas tal cual las veo desde un punto de vista más relajado. Ambas partes se complementan mucho y conviven en paz”.

Hablamos del humor de su mamá. Ahora hablamos del Papá. Lo destaco porque participa siempre, dentro de las posibilidades de las actividades que realiza Rocío. Lo recuerdo en primera fila en Cipolletti, orgulloso de los logros de su hija. Estaba allí brindando el apoyo que ella necesitaba. “De él aprendí que hay situaciones en la vida que simplemente no podemos cambiar y tenemos que ser felices con lo que nos queda, lo esencial, lo simple, la compañía, el amor, un plato de comida, una ducha caliente. En estas cosas sencillas “Mal de Humores” tiene parte de su éxito.

¿Mal de Humores por qué?

“Porque me gusta darle un giro un poco irónico a todo. Elegí un juego de palabras que me ayudara a identificar mi mal humor, presente y recurrente como en cualquier persona, como una situación que puede revertirse en algo humorístico, en pocas palabras, encontrar la forma de reírme de mi misma”.

Una de sus mayores influencias es el feminismo. “Me ha levantado de mis cenizas, me secó las lágrimas y me echó a andar. Reconstruyó mi autoestima y me hizo sentir acompañada en todos los sentidos” Emocionada las palabras van construyéndose a partir de los recuerdos, de la memoria que no deja de cesar.

Toma una pausa.“De a poco fui atreviéndome a integrarlo a mi obra casi como agradecimiento, voy aprendiendo todos los días de un grupo de amigas de todo el país y alrededores, donde nos contenemos, cuidamos, apoyamos y sostenemos diariamente entre todas. Son mujeres increíblemente fuertes a quienes admiro y de quienes aprendo todos los días”.

El Diario Río Negro te hizo recientemente una nota que tituló la niña a la que no dejaban estar triste, mi pregunta no es por qué no la dejaban estar triste sino porque quería estar triste esa niña. Y la segunda pregunta es ¿quien era esa niña?

“La niña, la adolescente y la mujer estaba triste igual, lo que no podía comprender era por qué las personas insistían en necesidad de esconder las emociones tristes. El hecho de “querer estar triste” es parte de la libertad individual de cada persona de permitirse sentir, para poder sanar situaciones, y permitir expresarse libremente sobre eso. Hay como una corriente de frases y afirmaciones (casi obligaciones) de ser positivo ante todo el 100% del tiempo. Creo que esto nos roba la libertad de llamar a las cosas por su nombre, que, si estamos mal, tenemos derecho a vivirlo y procesarlo como podemos”.

El rol de la tecnología es parte del trabajo artístico de hoy. Lejos de idealizaciones ni rodeado de ángeles, ni abducciones divinas, el oficio exige mucho y las herramientas digitales son una gran aliada. “No solo permite perfeccionar la calidad de mis trabajos (sin contar que me permitió diseñar mi libro a mi gusto) sino que también agiliza la difusión a cualquier parte del mundo, mediante redes sociales principalmente”.

Ratifica. “Si me das a elegir, siempre voy a preferir y amar los libros de papel, el poder tenerlos a mano para desconectarme de las luces y las pantallas. Pero el uso tanto de herramientas como plataformas digitales de difusión me parecen esenciales para difundir y promocionar cualquier tipo de trabajo, y que llegue a los ojos de quienes no cuentan con la posibilidad de comprar un libro físico”.