LÓPEZ VIEJO
Pienso
en el amor y todo lo que el amor conlleva. Y digo lo que pienso, o mejor lo que
siento. Pienso lo mejor del amor amor, del amor fiel y sereno. De la pasión lo
hago muy relativamente. No siempre pienso que la pasión sea lo mejor aunque
entendamos sea esencial en el amor.
La pasión puede ser caduca y, generalmente,
lo es, y terminar, por muy fantástica, por muy divina y eterna que haya sido. Por
muy febril y vehemente, continua y ascendente, acaba perdiendo su intensidad y fulgor.
amor amor no. El amor mayúsculo tiene eternidad en sí mismo.
la rosa roja viene a expresar pasión, eso dicen. Todo el mundo parece
emocionarse con ella, con un ramo de rosas rojas. Al recibirlas, algunos
inclinan su cabeza ante ellas, cierran sus ojos e inhalan su perfume. Otros se
emocionan o, inmediatamente, se implican en una mirada seductora tras ellas, se
hacen cómplices. Más vehementes, muchos las estrechan contra su pecho, a su
corazón.
rojas, pasión. Será así, pero a mí no me ocurre lo mismo. A mí la rosa roja me
abruma, me provoca un ligero espasmo, una cierta sensación desagradable,
desasosegante. Me resultan más mórbidas que vivas, su presencia me puede poner
nervioso, el efecto de su entrega lo siento más decadente que apasionante.
me gustan las rosas rojas. Es un terciopelo que no.
original rosa rosa sí, la de su propio color. Es dulce como la miel, tierna
como una caricia, es la belleza amable, exalta la sonrisa y la alegría. Clásica
y eterna, es perfume en sí misma. Es la más rosa de todas las rosas, y en
inglés lleva sobrenombres tan divinos como Sexy
Rexy o Lovely lady.
evanescentes, flores champaña, muchas doradas, muchas crema, como la que llaman
la rosa nevada… tan divina ella. Las espléndidas rosas amarillas y las naranjas,
la que llaman Remeber me, flores que
son reinas coronadas en la exaltación de sus pétalos, alegres satinados para
vestir momentos plácidos y tranquilos. Son flores de calma, pero también de
placer.
azules, -que los floristas las han creado-. Hay rosas añil, muy atrevidas. Hay
rosas azules con todos los tonos existentes en el firmamento y el agua. La rosa
celeste que ilumina la nostalgia de la infancia, el recuerdo de los sueños adolescentes.
Algunos dicen que las rosas azules evocan la ausencia o el deseo de presencia. El
azul de las rosas a veces duele del anhelo y del recuerdo, por lo que muchas
veces sólo trasmite tristeza. En días más optimistas, el azul de la rosa quiere
confundirse con el cielo, ofrecerse milagroso cuando lo acercas a tu rostro
respirando su perfume. Dicen que es la rosa azul es la flor del olvido, yo no
lo creo.
como para no creérselo, (pero que casi existen), hay rosas negra s, origen de extravagantes
leyendas. No son negras propiamente, pero sí muy oscuras, vienen del rojo de la
sangre de la propia flor. Son un terciopelo casi negro. Sabáticas, perversas,
malditas. Rosa negra en los sueños, en los deseos, en la piel, en la esquina de
la noche. ¿Qué decir de una rosa negra?
es el blanco de la rosa blanca el más versátil, el más dúctil, tierno y condescendiente.
Una luz, un pequeño sol en la mirada. Su aliento amoroso. Puede parecer seda o
algodón, puede convertirse en un tul o una muselina, un organdí. Cuando brilla,
fulge con la pureza más fascinante, siendo la imagen prístina de la belleza en
esencia.
la rosa blanca, el rosa blanco y la blanca rosa, la calma del amor reposado,
del amor tranquilo, del que se pretende eterno, que no se altera. La pasión
pasa, el amor es para siempre, siempre que sea verdadero amor. True love. Dicen que los poetas han de
ser apasionados. A mí se ocurre que ello no es en absoluto necesario. Que no
tiene por qué ser así. Que uno puede limitarse a observar.
ocurra que el poeta está cansado, fatigado de otras pasiones vividas. Uno puede
pretender la calma de un verso, de un verso o dos, de un beso, de dos, tres, el
dulce placer de besar el blanco de una blanca rosa.
distintas clases de rosas, Troika, Marcangelli que los ingleses llaman
snowball, bola de nieve. La Freedom, la sweet magic, pero el nombre que dejamos
para este punto final, es la rosa Albertine, nos parece la más literaria.
que las rosas evitan los venenos y nada más chic que un rosa en el lavamanos
junto a los vasos en la mesa. Nada más elegante que a la derecha de la última
copa del vino dulce que beberemos antes de los licores, esté dispuesto un
pequeño bol con una rosa de cualquier color flotando en el agua. Es un buen
consejo.
abuelo de un buen amigo mío plantó el jardín de las mil rosas en el Sardinero,
ciudad de Santander.)
Enrique
López Viejo
(Valladolid, 1958-Madrid 2016). Es el autor de Tres rusos muy rusos.
Herzen, Bakunin y Kropotkin (Melusina, 2008) Pierre Drieu la
Rochelle. El aciago seductor (Melusina, 2009) y La Vida crápula
de Maurice Sachs (Melusina, 2012), Francisco Iturrino, memoria y semblanza
y La culpa fue de Baudelaire (El Desvelo, 2015).