Hace unos días, como cada fin de semana, subimos en la revista unas fotos seleccionadas especialmente sobre la lectura y los libros. Los comentarios de esas fotos me hicieron recordar la  la calle Corriente de Buenos Aires, la ciudad que nunca duerme, cuando estábamos atravesando una crisis económica, política y social, y los locales de esa avenida no podían sostenerse porque con los sueldos bajos que apenas cubría las necesidades básicas no había gente que pudiera gastar dinero.

En los años 2000 y 2001 podías pasar por estas librerías que estaban una al lado de la otra y te vendían los libros por kilo, si, así como Ud. lo está leyendo. Los paquetes ya venían armados. A la librería le convenía. Recuerdo haber pasado por esas vidrieras miles de veces y una voz en mi cabeza me decía: detente, me detenía y sujetaba las persianas e intentaba leer los lomos de los lotes de libros que eran una cantidad infernal. Muchos tenían las letras en color oro y las tapas eran de cuero bordo, negro o azul. Lo único que podía hacer era mirarlos, contemplarlos como si fueran helados de frutillas que se derretían en mi boca, era gracioso y dramático verlos desde la reja y desearlos y ahí termina la historia, por que no tenía un centavo para comprar ni siquiera un fascículo coleccionable de la historia del Rock.

Me temo que los exdueños de dichas colecciones debieron desprenderse de ellos por problemas de fuerza mayor, no, porque ocupasen doble fila en sus bibliotecas y los estantes ya se doblaban como bananas, o porque sus hojas eran amarillas, o ejemplares repetidos, o aventuras nunca antes mejores narradas, quizás también los hay quienes no tienen herederos, o el factor era meramente económico porque cuando hay crisis la gente suele desprenderse de objetos de valor para pagar gastos y aguantar la olla. Me imagino que fueron unas muy tristes despedidas, una desgarradora situación de tener que embalar todo en cajas y en bolsas para poder llevárselas al mejor postor. Muchas de estas colecciones hoy se las pueden hallar buceando en internet, muchas veces en lotes o por separado, las hay de música, arte, cine, medicina, psicología. Si tenes suerte conseguís el envió gratis. Hay muchas colecciones que tienen la suerte de pasar por varias manos y deleitan con su contenido.

Hay libros que se extravían en mudanzas, o que son entregados con moños para regalos, otros que son prestados y jamás de los jamases vuelven a sus dueño, otros donados a bibliotecas, otros jamás leídos ni tocados, otros que han sufrido el maltrato y la golpiza de los niños pequeños que aún no saben el verdadero significado de la palabra escrita, otros subrayados, con corchetes y comentarios, acotaciones y significados que realzan su significancia.

Hay libros que deslumbran y te dejan esa fascinación por largo tiempo, hay libros que toman diferentes significados según la edad en la que lo hayas leído e interpretado. Hay libros que te dejan cierta angustia, aunque sabemos de antemano que todo lo leído es ficción, hay libros que superan la ficción, hay libros que te dan ejemplos a seguir, hay libros que son realmente lecciones de vida.

Los libros siempre serán un tesoro invaluable y especial porque con ellos la vida es aventura, adrenalina y magia.