Chema Cobo. Adam´s family Smith. 1981
                                  
En ese preciso momento comprendí mi realidad y me desesperé. No supe a quién llamar; de repente, la gente que conocía se había desvanecido. Se me hizo una laguna en mi cabeza. Me sentí angustiado, frustrado y confundido. Deseé más que nunca desaparecer, me sudaban las manos. Sentí que el mundo se demolía; era más fuerte que yo. La debilidad se apoderaba de mí, no pude afrontar la situación. Como polvo y arena mis sueños se esfumaban delante de mis ojos.
Solo estábamos nosotros.
El efecto de  mezcla recorría nuestras venas. Dejé la pistola en la mesa, él la tomó con firmeza y se le llenaron los ojos de lágrimas. Se apuntó a la sien.
El otro se negó a participar… desde aquel rincón sentado en el enladrillado lo observó todo. Consigo mi turno con el pulso retemblando. Proyecté entre mis ojos. Corrió distintamente su turno. Ya estábamos jugados. A consecuencia de la emanación. Colocó el arma de fuego en la boca y comprimiéndola con los dientes, detonó la descarga. Su cuerpo se desplomó en el suelo, la pared regada de sangre. Todo había empezado como un juego. Salimos corriendo por la calle asfaltada. Justo pasaba la policía. Seguimos caminando solo un par de cuadras. Mi amigo sustrajo una moto, yo seguí caminando exacerbado. Estaba más que deseoso de fumar un escueto cigarro. Hice un par de cuadras, crucé la avenida, me dirigí al barrio del club deportivo rival. Esto era peligroso. Busqué a Johnny en la esquina de siempre pero él ya no estaba. Me encontraba al borde de hacer cualquier locura; sustraje un vehiculo pero una mala maniobra hizo que me estrellara contra algo. Simplemente recuerdo el impacto de mi cuerpo con el volante del vehículo.
                                                                                   Chema Cobo. Adam´s family Smith. 1981
      
Un día cualquiera en mi vida se repetía una y otra vez, nunca hubiese imaginado como la suerte caería entre nosotros Salí de mi habitáculo cuando la mayoría regresaba, esa tarde me había dado un baño, rápidamente había improvisado una muda de ropa del viejo mueble sin puertas, las mismas zapatillas. Me había calzado el revolver que aquella vez trajo Johnny. Y sólo por diversión habíamos planeado jugar una partida de truco, fumar algo, salir quizás a dar una vuelta por la zona.
Sandra Ávila.
Buenos Aires, 1980