Como manda el canon esta novela negra, El túnel de Oliva, empieza con el descubrimiento del cadáver de Raúl, un taxista que también era un pequeño traficante de drogas. Su novia, Rebeca, es íntima amiga de Oliva, una chica de diecinueve años que esa noche ha celebrado su cumpleaños en una discoteca situada en un polígono industrial del sur de Madrid. El novio de Oliva, Manuel, un ambiguo policía municipal encuentra el cadáver de Raúl con una jeringuilla clavada en la yugular.
Lo que en las primeras páginas puede parecer una historia de jóvenes poligoneros en el sur de Madrid a finales de los años noventa, deriva pronto en algo más complejo, como es la radiografía de un medio ambiente que no solo es el simple hecho de salir a bailar los fines de semana y drogarse. En el fondo, al autor de esta buena novela, Jorge Sánchez López, le interesa más el contorno social que la investigación policial de un crimen y una desaparición.
La noticia de la muerte de Raúl y la desaparición de Manuel se propaga rápidamente entre el grupo de amigos, generando una profunda conmoción en cada uno de ellos. Rebeca y Oliva viven en un estado de incertidumbre y angustia, lo que agrega una carga emocional significativa a la historia.

Jorge Sánchez López
A través de todos ellos y de los policías que llevan a cabo la investigación nos adentramos en su mundo personal, familiar y laboral, incluidos las parejas de algunos policías, en un cruce de perspectivas que lleva a cabo el narrador de la novela a través de un estilo libre indirecto. De este modo, El túnel de Oliva es una novela que alarga el punto de mira y se convierte en una novela de formación, sobretoto en el caso de Oliva, que se ve obligada a rehacer su vida.
Jorge Sánchez López, finalista del Premio Planeta 2021, recorre una geografía urbana que puede ser el de tantas otras periferias, a veces espacios ocultos de la mirada pública. La ambientación de la novela está bien conseguida, los personajes son creíbles y se ofrece cierto coloquialismo en los diálogos que proporciona mayor verosimilitud.
A medida que la trama se desarrolla, la novela se adentra en una exploración más profunda de los personajes y su contexto. Conocemos a grandes y pequeños traficantes, porteros de discoteca, gente de tribus urbanas y poblados donde se vende la droga. Pero también arroja luz sobre la corrupción policial que prevalece en ese entorno. A lo largo de la historia, el policía Almanzor se encuentra con obstáculos y resistencia por parte de ciertos policías que están vinculados a las redes de corrupción. El autor no se conforma con una simple representación de la corrupción policial, sino que explora las motivaciones detrás de este comportamiento.
A medida que los personajes se ven obligados a confrontar la realidad de su entorno y tomar decisiones que afectarán sus vidas en otros ámbitos, tanto en nuevas relaciones amorosas como en el trabajo, la familia, la vivienda, se desencadenan una serie de reacciones que tensan la intriga.
El túnel de Oliva es mucho más que una novela negra convencional. Es una obra que nos hace reflexionar sobre las injusticias y las desigualdades. A través de personajes enteros y una trama apasionante, el autor nos invita a reflexionar sobre la delgada línea que nos separa a unos y otros, y como las fuerzas corruptas pueden afectar y distorsionar la vida.
No es una novela de bueno y malos, ya que todos los personajes tienen su luces y sombras porque cada uno debe tomar decisiones difíciles. La muerte de Raúl y la desaparición de Manuel son el catalizador de una serie de transformaciones personales que empuja a buscar justicia, encontrar respuestas y superar las adversidades. En definitiva, crecer y hacerse adultos. Como el título del libro, el túnel de Oliva viene a ser también la metáfora de lo que le toca atravesar a la protagonista de esta novela, Oliva, que no es solo salir a la luz tras la oscuridad que ha vivido, sino culminar el rito de paso y desembocar en la edad adulta.