Sin duda la pandemia nos ha cambiado el modo de actuar y ver la vida. Todos hemos adaptado un lugar de casa para interconectarnos virtualmente, realizar nuestro trabajo y otras actividades que este confinamiento nos exige. Por eso muchas actividades han cambiado de presenciales a un modo virtual como los talleres literarios. En este caso entrevistamos al escritor Ignacio Molina (su último último libro publicado es Todos los minutos para vos, Falsotrébol,2020), para que nos hable de lo virtual y del taller literario que imparte

 

 

¿Qué tienen en común todos tus alumnos a la hora de empezar a explorar sus propias voces?

No sé si todos los alumnos y todas las alumnas (aunque yo prefiero decirles “participantes”) de mi taller tienen algo en común. Quienes vienen al taller lo hacen con diferentes intereses, objetivos y expectativas. Y esa diversidad se mantiene durante todo el proceso. La búsqueda de la voz propia es lo más interesante en un taller literario. Hay quienes la encuentran y a quienes les cuesta un poco más, pero lo más interesante e importante es la búsqueda.

¿Se puede narrar desde la felicidad?

Sí, claro. Salvo desde la angustia, creo que se puede narrar desde todos los estados de ánimo.

 ¿Se puede mezclar realidad y ficción de tal manera que el lector no distinga las partes?

Sí, claro. Si el lector no distingue entre realidad y ficción en un texto, puede ser producto de un gran mérito del autor.

¿Notas algo diferente, entre escribir antes de la pandemia y escribir durante la pandemia?

La verdad que no, al menos en mi caso.

 

¿Con qué expectativas llegan los participantes a la clase?

Como decía antes, las expectativas siempre son diferentes. Hay quienes quieren dedicarse a la escritura de una manera más seria y vienen con la idea de mejorar sus textos y de encontrar un espacio de contención y estímulo para su escritura, y quienes vienen a escuchar y aprender de textos y de ideas ajenas y a charlar de escritura y literatura (que también es una manera de dialogar sobre la vida). Esos serían los dos extremos; en el medio hay una amplia paleta de expectativas. Y todos los colores de esa paleta son más que válidos y bienvenidos. 

 

Ignacio Molina