Aunque deberíamos rodear, todos, este túmulo de la gloria donde van a reposar tus cenizas, para cantar Bye, bye, American Pie, como en la película de Ruppert Everett y Madonna, no lo vamos a hacer porque no nos la sabemos. Así que date por cantado, querido Enrique, que tú eres también nuestro pastel castellano, hecho de piñón, genuino sabor de tu tierra de pinares.
Pero aunque estemos tristísimos y no sepamos esa canción, no vamos a dejarte sin celebrar tu vida con aquello que más te gustaba: la palabra.
Me ha tocado a mí oficiar y lo hago convencido de que me acompañan los ecos de todos tus amigos y seres queridos. Mi voz es su voz pues lo que tengo que decir es indiscutible.
Has amado la vida hasta el delirio y así has sabido trasmitirlo con tu energía, tu humor, tu palabra escrita.
Recuerdo cuando te conocí pues yo era más de la quinta de tu hermano Chuchi. Fue por tu gran amigo Guri, cuando hicisteis aquel fin de semana moderno, que yo rubriqué en el periódico, y tu diste a conocer aquel inquietante, y magistral corto que se llamaba Irma y yo deseamos morir.
Para mi fuiste el epítome de los ochenta, más allá del recreo de la movida. Guri fue setentero a tope pero tú tuviste tus años de universidad donde viste a las mejores cabezas, incluido tu amigo Pablo Pinedo entregadas a la religión marxista leninista, sección troskista soviética o maoísta.
Decidiste que aquello no era lo tuyo y te entregaste a otra de nuestras religiones: la música.
Dejaste Valladolid por Mallorca y una tienda de música por un templo social donde escuchar música con una copa en la mano o, más bien, que la gente se quedara absorta por tu conversación.
Tenías más cultos, claro, pues has sido hombre polifacético y renacentista. Y entre ellos el más genuino: la adoración a la mujer. Pero aquí el destino te reservaba la mejor corona, pues como a Dante, Virgilio te acompañó por los círculos de la Comedia Humana y, tras entregarte la corona de laurel de los autores, te llevo hasta el paraíso donde esperaba Beatriz.
filosofía. Individualista acérrimo, antes preferías ver la gloria de lejos que acodado a tu ventana. Eras contra corriente, zumbón y predicabas el buen vivir como mandamiento número uno.
y Filosofía Pura. Escritor y periodista apasionado por los escenarios
históricos, ha publicado novelas de
fondo histórico tales como Serrano Suñer,
valido a su pesar, Amor es rey tan
grande (ficción de la pasión y martirio de Leonor de Guzmán), La ruta de las estrellas (sobre el
explorador del Nuevo Mundo Juan de la Cosa), El druida celtibero y Por El Empecinado la libertad (intensa
peripecia vital de este guerrillero liberal).