El escritor William Burroughs con su mujer Joan Vollmer a la que mató jugando a emular a Guillermo Tell. Foto de Allen Ginsberg.

 

La vida entre rejas se parece bastante a la vida frente a un escritorio, afirma la escritora italiana Daria Galateria en Condenados a escribir. Escritores entre rejas (Impedimenta, 2025) bien traducido por Francisco Campillo. Por eso la mayoría de los escritores que aparecen en el libro y que fueron encarcelados por las más diversas causas, aprovecharon la experiencia para crecer como autores.

En el libro hay encarcelamientos “breves” y “mayores”, condenas sin consecuencias y penas que marcan la vida del escritor preso. No se trata de establecer un juicio moral. El centro de gravedad narrativo está puesto en la estancia en la cárcel, el motivo de la condena y las consecuencias en la vida y obra de estos cuarenta y tres breves apuntes biográficos que recorren los últimos tres siglos.

Comienza la serie Voltaire, cuyos panfletos y razonamientos le condujeron varias veces a la prisión. El Marqués de Sade procuró seguir con sus “aficiones” con mayor o menos éxito ya que estuvo la mayor parte de su vida encarcelado. Denis Diderot empezó a trabajar en la Encyclopédie, que fue todo un éxito cuando se publicó. También lo fue la fuga de Giacomo Casanova de la cárcel de Venecia y que contó en sus memorias.

 

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Oscar Wilde se pasó dos años preso y dejó la mejor obra carcelaria de todos los tiempos, La balada de la cárcel de Reading, aunque la prisión le convirtió en un hombre roto. Robert Louis Stevenson fue detenido en Francia unas horas por vagabundo y presunto espía alemán. Jack London lo fue también por vagabundo y logró salvar su integridad física con diversas argucias en la cárcel de Buffalo, pese a ser un guapo muchacho de dieciocho años. A Guillermo Apollinaire le atribuyeron haber sido cómplice del robo de la Gioconda, lo que no era cierto. El fundador del futurismo Filippo Tommaso Marinetti entró en prisión con el traje de gala que llevaba cuando lo detuvieron en la Scala, y el cineasta François Truffault fue acusado por el padre de robo a los 16 años.

El alcohol fue también causa de encarcelamientos. Francis Scott Fitzgerald se peleó con un taxista que le había intentado estafar en Roma. Estaba bebido y arremetió de paso en contra del gendarme que intervino en la pelea. El alcoholismo de Malcolm Lowry en México fue el origen de varias detenciones que luego reflejó en las alucinaciones del mescal en “Bajo el volcán”.  

El alemán Hans Fallada Fallada fue encarcelado a menudo por reunir la condición de toxicómano y alcohólico, aparte de antinazi. Escribió en la cárcel El bebedor y fue otro de los escritores presos por intentar matar a su mujer. William Burroughs lo consiguió jugando a ser Guillermo Tell en un estado mental no óptimo y Norman Mailer apuñaló a la suya.

 

Daria Galateria

 

La Segunda Guerra Mundial y los totalitarismos aumentaron la cuota de ingresos en cárceles o campos de concentración. Curzio Malaparte fue confinado en Lipari por el fascismo y luego en una elegante villa, fiel a su estilo de vivir en hermosas residencias.

El poeta Robert Desnos se unió a la resistencia francesa. Fue detenido en 1944 por la Gestapo y sobrevivió a varios campos de concentración, pero murió de tifus semanas después de su liberación. Pelham Wodehouse encontró en el campo de prisioneros alemán «un entretenimiento único» y escribió tres libros y varios relatos cortos.  A Jorge Semprún la poesía le ayudó a sobrellevar en Buchenwald.

En el campo contrario, el colaboracionista francés Robert Brasillach fue detenido tras la ocupación alemana y condenado a muerte. A Ezra Pound sus compatriotas lo encarcelaron en una jaula de dos metros durante tres semanas en Pisa debido a sus emisiones radiofónicas de propaganda fascista. Louis Ferdinand Céline, condenado a muerte por la resistencia, se refugió en la Alemani nazi y fue detenido al final de la guerra en Dinamarca. El premio Nobel noruego Knut Hamsun, fue detenido a los noventa años por sus simpatías nazis.

 

Ficha de Ezra Pound y la jaula donde estuvo detenido en 1945

 

Por una carta en la que criticaba a Stalin en 1945, Aleksandr Solzhenitsyn acabó en el gulag. Un siglo antes, Fiódor Dostoievski, fue arrestado en 1849 por su participación en un grupo socialista utópico en Rusia. Condenado a muerte la pena le fue conmutada por un campo de trabajo en Siberia. Las novelas posteriores, como Crimen y castigo y Los hermanos Karamazov, están impregnadas del sufrimiento, la redención de su experiencia.  Václav Havel fue preso político en la Checoslovaquia comunista tras la Primavera de Praga.

Tampoco faltan los criminales de verdad, como el asesino en serie y poeta Pierre François Lacenaire que escribió sus memorias mientras esperaba la ejecución. Otros decidieron cambiar de vida tras pasar por la cárcel. Chester Himes se convirtió en escritor en la cárcel donde estaba condenado por robo. Jean Genet vivió la mayor parte de su vida en prisión.

Entre la representación femenina tenemos a Louise Michel que participó en la comuna de París. Deportada a Nueva Caledonia una vez libre no quiso regresar a Francia. “En la cárcel eres libre. Por la noche te sientes viva, puedes escribir. Las pocas horas de reposo que he encontrado en mi vida han sido en la cárcel, solo allí”, escribió en sus memorias. La escritora italiana  Goliarda Sapienza fue encarcelada tres meses por un hurto en 1980. “En prisión se experimenta una especie de libertad, sobre todo si se trata de las mujeres, que están habituadas a vivir encerradas con adictas a la paciencia y la resignación, a lo manual, a las argucias para sobrevivir”.

El tono ligero y ameno hace fácil la lectura. Frente a la dureza de la prisión, queda claro que en muchos casos el encarcelamiento beneficia a la escritura sin que con ello se pretenda decir que pueden ser una alternativa a los actuales talleres literarios. La cárcel por muy cómoda que sea, no lo es tanto como para desear permanecer dentro de sus muros. Un buen libro de Daria Galateria que apunta en muchas direcciones a cada cual más atractiva. 

 

Goliarda Sapienza