“Para muchos, Eduardo Chillida fue el mejor escultor español de la segunda mitad del siglo XX”, observa el director del Instituto Cervantes de Roma, Ignacio Peyró, (https://x.com/ignaciopeyro/status/1787353639222190350) con motivo de la exposición de 41 obras del escultor vasco que se exponen en la sede romana del Instituto hasta el 11 de enero de 2025.

Cuando, tras recibir el Diploma de Honor en la Trienal de Milán de 1954 y ser premiado en 1958 en la Bienal de Venecia como mejor escultor, lo que le supuso el reconocimiento internacional, en 1963 Chillida realizó un largo viaje a Italia. Así que fue a Roma, donde conoció al escultor Medardo Rosso y se encontró con las obras maestras de Gian Lorenzo Bernini; y luego estuvo en la Toscana donde estudió la obra de Piero della Francesca en los frescos de la Basílica de San Francesci en Arezzo, en los que el artista italiano utiliza la luz para dar profundidad a las obras, obteniendo así esa tercera dimensión que Chillida siempre ha depurado en su trabajo. Pero en cierto momento los cielos de Roma e Italia le parecieron demasiado “blancos” a su alma vasca, que confesó sentir nostalgia por las atmósferas más oscuras del Atlántico. Entonces volvió a trabajar en España. Pero, evidentemente, regresó a Italia varias veces, a raíz de su éxito. En 1987 recibió el Premio Lorenzo il Magnifico en Florencia. En 1990 se le dedicó una retrospectiva el Museo Ca’ Pesaro de Venecia, durante la Bienal de ese año. En 1992 realizó una exposición en Roma, en la ya desaparecida galería Cleto Polcina. En 1997 el Museo Nivola de Cerdeña le dedicó una exposición. En 1998 recibió en Palermo el Premio Novecento. En 1999, tres años antes de su muerte, regresó a Venecia para exponer en la Colección Peggy Guggenheim.

 

Eduardo Chillida recibe il Gran Premio della Escultura del Presidente della Repubblica Italiana, Giovanni Gronchi, en la Biennal de Venezia de 1958. Archivio Eduardo Chillida

 

Y Chillida regresa ahora a Italia para una exposición organizada por el Instituto Cervantes (https://cultura.cervantes.es/roma/es/eduardo-chillida-/172516) en su sede de Roma, en la Sala Dalí de Piazza Navona 91. Del 23 de octubre al 11 de enero de 2025 (https://www.aise.it/cultura/eduardo-chillida-la-personale-al-cervantes-di-roma/211314/135). El comisario Javier Molins, presentando las 41 obras expuestas, precisamente recordó en la presentación la matriz barroca del arte de Chillida y su amor por Gian Lorenzo Bernini, como por todo el gran arte del pasado. Y como la sede del instituto cultural español domina, con un escaparate, el gran teatro de agua y piedra de la Fuente de los Ríos de Bernini en la plaza Navona de Roma, “la exposición permitirá admirar la obra del español y la del italiano en un juego de referencias” (https://www.ilgiornaledellarte.com/Mostre/Eduardo-Chillida-basco-e-barocco). Mientras que la confesión sobre el contraste entre el aire de Roma y el del País Vasco la contó en la presentación su nieto Mikel Chillida.

 

 

Mikel también habló de otras cosas de su abuelo. Por ejemplo, que empezó a crear obras con la mano izquierda, precisamente para experimentar algo nuevo. Luego de la única vez que lo convencieron para realizar obras en serie, dijo que se sintió como un zapatero cuando vio el resultado y que nunca más repetiría la experiencia. En la presentación también se recordó cómo Chillida fue portero de la Real Sociedad, pero con 26 años, en 1950, tuvo que abandonar el deporte por una lesión en la rodilla: “¿Quizás el arte no sea la consecuencia de una necesidad?”, se preguntó una vez iniciada su carrera. Y es que en la exposición también se pueden ver los primeros dibujos figurativos del artista, en los que el tema son sus manos, es decir, esa parte del cuerpo que unía su pasado como portero con su presente-futuro como escultor y diseñador. “Cuando ya era escultor, incluso antes cuando era portero de la Real Sociedad, decía lo mismo, que estaba trabajando en el tiempo y en el espacio, un momento de interacción entre ambos”, recuerda Mikel del abuelo. “Decía que el portero en un campo de futbol es la única figura en un campo que está midiendo todo lo que sucede, midiendo todo el espacio y el escultor de alguna manera hace lo mismo, juega con ese espacio y esa materia que ocupa un espacio y a la vez lo crea” (https://www.larazon.es/cultura/eduardo-chillida-dialoga-bernini-roma_20241025671b5db3d8f8950001cfd5b8.html).

En ese punto, las sugerencias se vuelven muchas. ¿Ikaraundi, una escultura de hierro de 1957 expuesta en esta exposición, no evoca en su estructura extraída el salto de un portero? “Sí, más de una persona lo ha observado”, asiente Mikel a la pregunta. Mikel también explicó que su abuelo odiaba el pegamento, y por eso las Gravitaciones que también se exponen aquí están fijadas con cordel y alfileres. “¿No evocan también una portería de fútbol?” “Sí, es posible”.

 

 

La exposición comienza con una serie de dibujos figurativos de Chilida, para dar paso a una sala con cinco dibujos a mano, uno de los asuntos más recurrentes en su obra, y otra con 17 gravitaciones, entre sus obras más características. La exposición concluye con una sala dedicada al pabellón español en la XXIX Bienal de Venecia, que llevó a Chillida a ganar el Gran Premio Internacional de Escultura en 1958, lo que como se recuerda supuso un gran impulso a su carrera. Esta sala reúne tres esculturas y un relieve que formaron parte de aquella exposición. Una de las esculturas es un préstamo de la Galería Nacional de Arte Moderno de Roma.

 

INFORMACIÓN

  • Fecha: Del 23/10/2024 al 11/01/2025
  • Horario de visita:De martes a viernes: de 14:00 a 20:00Sábado: de 10:00 a 14:00 y de 15:00 a 20:00
  • Observaciones: Entrada libre
  • Lugar: Instituto Cervantes (Roma) – Sala Dalí
    Piazza Navona, 91
    00198 Roma
    (Italia)