La espera
La vida arquitectónica de Luís Gutierrez Soto es el título de la última exposición de Damián Flores (Acehuche, Cáceres. 1963) que durante los meses de noviembre y diciembre muestra la Galería Utopía Parkway, una galería que desde hace años apostó por una serie de pintores que, por aquello de etiquetar, se adscribieron a esa definición difusa de “nueva figuración”.
Flores frecuenta diversas técnicas plásticas, acuarela, grabado, serigrafía pero donde se encuentra más a gusto es en el óleo, tanto en tela como en madera, que es el soporte más común en sus últimos trabajos, unas obras que continúan una indagación iniciada muchos años antes ante el paisaje urbano y su consecuente antecedente en la llamada pintura metafísica, en Giorgio de Chirico, en Carlo Carrá, en Giorgio Morandi y su consecuente antecedente en Edward Hopper o en esa coincidencia enorme con la obra de un pintor y cartelista que realizó obras en los años treinta para el New York Times, Robert Goldstrom, donde perspectivas sobre la ciudad y la elección de unos colores planos pero difusos propios de un cartelista y la ausencia, aunque no siempre, de la figura humana, le otorgan una afinidad curiosa con nuestro pintor.

Barceló
Todo esto entra dentro de esa necesaria fascinación por las correspondencias de que gustan críticos y estudiosos, juegos de correspondencias que poseen una ambivalencia terrible, ya que si bien suman esa obra a la órbita de éstas, ya clásicas, por otro lado suelen eludir lo que constituye la verdadera única e irrenunciable mirada que vale para cualquier manifestación del arte, la relación única entre obra y espectador en su atracción y diversos modos de expresión que esa fascinación trae consigo.
Ante esta exposición sería fácil llevarme por digresiones sobre la aparición del paisaje como elemento único de la mirada en la literatura y el arte que comienza con los poetas lakistas, a tremenda distancia de la mirada oriental que llevaba siglos indagando sobre la trascendencia del paisaje por sí mismo, o del desierto como expresión no de un paisaje árido sino como sinónimo de ausencia de hombres; de la conjugación de ambos que acontece en las vanguardias de principios del siglo XX y que tiene como consecuencia la adecuada ausencia de la figura humana tal y como se la conocía en nuestro Occidente y cuya carencia o adecuación raquítica en forma de elementos esféricos o cónicos que semejaba un maniquí , para definir la auténtica máscara del hombre en tiempos mecánicos y científicos y cuya magnífica correspondencia literaria la encontramos en la declaración de amor más increíble y terrible de la literatura del siglo XX: aquella en la que Madame Chauchat le declara su amor a Hans Carstop mandándole una radiografía de su busto.

Bar M. Cristina
ería fácil recurrir a la especial conformación del objetivo de la mirada, es decir, la perspectiva en estos cuadros de color o ausencia fingida del mismo en las gradaciones de grises, o escribir lo ya sabido sobre la arquitectura racionalista en los años treinta en nuestro país y del que Gutiérrez Soto es una muestra señera de esa corriente llena de talentos; sería fácil referirme a la obsesión indagatoria de ese movimiento en Damián Flores y la traducción que lleva a cabo este artista desde un siglo después de que la mayoría de estas obras se construyeran, una traducción posmoderna si se quiere ver así, en cualquier caso una versión que tiene a la arquitectura de Gutiérrez Soto como motivo… y pretexto.
La muestra consta de 32 cuadros, óleos en tela y madera, la mayoría rectangulares aunque hay alguno como “Patio de luz” o “Piscinas Las Arenas” de contorno redondo, formato que se le da especialmente bien a Flores.

La escalera
Las obras se muestran con justa luz y ubicación idónea, y sirva como muestra el cuadro “Escaleras”, óleo en madera de pequeño formato, 27 x 23, ubicado al final de la muestra. Cuando entré y desde la mitad del espacio de la galería miré hacia el espacio final mis ojos fueron dirigidos a ese cuadro, lo que tuvo como consecuencia que de manera un tanto incongruente me señalara a mí mismo ese cuadro como el mejor de la muestra. Algo absurdo pero sólo a medias pues estamos en espacios cargados de subjetividad pero no de gratuidad y el cuadro posee una fuerza aliada al misterio que surge de la invitación a subir por esas escaleras… Dejémoslo aquí.

Cine Europa
Otros: la especial conmoción e inquietud que se desprende de”Cine Europa”, al que puede denominarse el Barceló obrero y que Flores nos muestra en la guerra civil, con la calle Bravo Murillo bombardeada pero ordenada, con un muro que circunda el espacio donde se halla el cine y un coche y un personaje mirando el vehículo. Digo… inquietante.
Y luego otros de feliz resolución como los bares, el del Barceló, el Aquarium, el María Cristina, el interior de Chicote… invitación a la vida relajada y al olvido…

Edificio Assicurazioni Generali
Al igual que los de la piscina La isla o Las Arenas, por no hablar del “Club de golf Sotogrande”, que Flores colorea en azul y cuyo resultado es una luz fantasmagórica llena de esplendor o ese sesgo muy a lo Moholy Nagy en la famosa fotografía de los balcones de la Bauhaus de Dessau en el cuadro”Edificio Assicurazioni Nazionalli”…
Tantos otros… lo que vale decir el resto no citado… me animo y me refiero a otro cuadro,”La espera”, óleo sobe madera de enorme contraste entre lo angosto del primer plano y los aviones que significan mundos anchos, aventuras.

Bar Aquarium
Gutiérrez Soto, sus obras, vistas por Damián Flores… la vanguardia traducida un siglo después… resta el vacío, que no se ha llenado desde que se pintó el primer cuadro de este modo allá por los años de la Gran Guerra e incluso antes… me iba, ahora, a referir a un pintor belga, simbolista, que dibujó a finales del XIX una plaza de un pueblo cercano a Brujas desierto, sin elemento humano… sereno… extrañamente lineal, casi racionalista pero al modo aún de Boullé y su “Cenotafio de Newton” pero ese juego de correspondencias sólo sirve a veces para aumentar el misterio de estas obras referidas a Flores. Creo mejor dejar que digan ellas lo que tengan que decir…