Ilustración de Squint Opera

 

Las recientes inundaciones ocurridas en Valencia por la DANA me han recordado una novela del autor inglés Richard Doyle Flood  “Inundación”. Publicada en lengua inglesa en el 2002 ofrece un retrato de los inmensos daños producidos en Londres por una gigantesca inundación.

Doyle (Saint Saviour, Guernsey, 1948 – Oxford, 2017) describe una inundación catastrófica para tratar la vulnerabilidad medioambiental, la arrogancia humana y la relación entre la naturaleza y la vida urbana. La narración la recuerdo como emocionante, aunque también invita a la reflexión, y plantea importantes cuestiones sobre lo preparados que estamos para los tipos de desastres naturales que el cambio climático podría hacer más frecuentes.

En “Inundación” una tormenta implacable, unida a mareas altas y con unas defensas contra inundaciones desbordadas, provocan la inundación de Londres. Doyle describe cómo, en cuestión de horas, grandes partes de la ciudad quedan sumergidas, y sus habitantes se ven obligados a sobrevivir.

 

La peor inundación que sufrió Londres fue en 1928

 

Flood se publicó cuando la preocupación por el cambio climático y la subida del nivel del mar ocupaba un lugar destacado en el discurso público, aunque mucha gente seguía considerando que las catástrofes naturales a gran escala eran raras o improbables. La novela de Doyle sirve de advertencia premonitoria sobre los riesgos a los que se enfrentan ciudades como Londres en un mundo que se calienta. Aunque Inundación es una obra de ficción, subraya las consecuencias de no adaptarse a los cambios medioambientales.

En la narración aparecen desde funcionarios del gobierno y personal de emergencias hasta ciudadanos normales y cada uno se enfrenta como puede a la inundación que sume a la ciudad en el caos, el destrozo y el desgaste psicológico de sus habitantes.

Uno de los aspectos más curiosos de la novela son las descripciones de cómo se produce la inundación. Vemos los puntos débiles de las  barrera del Támesis, lo que crea una sensación de fatalidad inminente, dejando claro que el desastre no es un simple acontecimiento aleatorio, sino el resultado de una serie de fallos previsibles, y que para los que hemos vivido en Londres nos lo hace muy creíble.

 

Ilustración de Squint Opera

 

En el fondo, Inundación es una novela sobre la creencia de que podemos conquistar la naturaleza, controlar nuestro entorno y construir ciudades inmunes a su furia. Doyle sugiere que esta arrogancia es, en última instancia, nuestra perdición, ya que la inundación abruma una ciudad que se creía protegida por la ingeniería moderna.

La novela critica la miopía de las políticas gubernamentales y la planificación urbana que dan prioridad al desarrollo económico sobre la resistencia medioambiental. Los responsables de la toma de decisiones en Inundación han invertido en infraestructuras e industria, pero no han abordado plenamente la inminente amenaza que suponen el cambio climático y la subida del nivel del mar.

Al comienzo de la novela, los funcionarios debaten sobre la probabilidad de que se produzca una gran inundación, y algunos sostienen que el riesgo es demasiado bajo para justificar el gasto de reforzar aún más la barrera del Támesis.

Junto al retrato a gran escala de la catástrofe, la novela se adentra en las experiencias personales de sus personajes, ofreciendo una perspectiva humana del impacto de las calamidades naturales. A través de los ojos de los individuos -desde los funcionarios del gobierno obligados a tomar decisiones imposibles, pasando por los equipos de emergencia que arriesgan sus vidas, hasta los ciudadanos de a pie cuyos hogares son arrasados por las aguas-, Doyle describe el coste emocional y psicológico de la catástrofe.

 

Mapa de alertas de inundaciones en Londres

 

Por ejemplo, Doyle muestra cómo las poblaciones vulnerables -las que carecen de medios para evacuar o las que viven en zonas bajas- se ven mucho más afectadas por la inundación. Plantea interrogantes sobre la ética de la preparación y la respuesta ante las catástrofes, y sobre si la sociedad valora realmente todas las vidas por igual cuando sobreviene una catástrofe. Al hacerlo, Doyle critica implícitamente la noción de resiliencia urbana, sugiriendo que la verdadera resistencia de una ciudad no reside sólo en sus infraestructuras, sino también en su capacidad para proteger y apoyar a todos sus ciudadanos.

Richard Doyle, por lo que he visto en internet, vivió en Trípoli, Etiopía, Kuwait, Kenia, Marruecos, Libia, Beirut, Barbados, Antigua, Francia, Grecia, Irlanda y Estados Unidos. Durante varios años tuvo una plantación en las Antillas, luego en Cape Ann y más tarde una torre fortificada.

Deluge, la primera novela de Doyle, se publicó en 1976. Imperial 109 se publicó al año siguiente y se convirtió en un éxito en el Reino Unido como en Estados Unidos, vendiendo más de un millón de ejemplares. Su novela de 2002, Inundación, fue un éxito de ventas y se adaptó al cine en 2007. Se le consideraba un experto en asuntos relacionados con el cambio climático y las inundaciones. Sobrevivió a varios terremotos, dos huracanes y un tsunami. Su penúltimo libro fue “Volcán”, traducido al español en el 2008 y donde el hundimiento en el mar de la ladera oeste de Cumbre Vieja, en La Palma, como consecuencia de una erupción volcánica y el consiguiente tsunami que provoca es el tema central de la novela. El última novela publicada, en 2012, se titula Mute. Con anterioridad escribió Diluvio (1976), Imperial 109 (1977), Pacific Clipper (1987), Especial Habana (1982), Acción Ejecutiva (1998) e Inundación (2002).

 

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