Prisioneros aliados en un campo japonés en Sumatra durante la Segunda Guerra Mundial
Los «Cinco meses de invierno» de James Kestrel (Salamandra, 2025) es una buena novela donde a los arquetipos del género negro (el policía, el crimen, la mirada escéptica, la tensión narrativa…), se suma una reflexión sobre la culpa y la redención. Kestrel ha situado el escenario del crimen en los prolegómenos de la guerra del Pacífico, lo que le proporciona no sólo los ingredientes bélicos sino también la épica del sobreviviente. El resultado es una fusión de géneros que que nos lleva del género policiaco a una historia de transformación interior.
La novela comienza en Honolulu, en 1941, cuando el inspector de la policía de Hawái Joe McGrady debe investigar el asesinato del sobrino de un almirante destacado en la zona y una chica japonesa, matados cruelmente. Todo hace pensar que detrás de esas muertes hay algo más complejo que un simple crimen, lo que implica un reto para un detective que encarna tanto el prototipo clásico de la novela negra, como es el hombre solitario, audaz y capaz de buscar la verdad incluso cuando las bombas caen alrededor suyo, como del héroe de las tragedias griegas. En este último caso un personaje que comete un error fatal que es la causa de su derrumbamiento. Este tipo de héroe no es ni bueno ni malo, aunque la valentía y el carisma lo hacen admirable, pero también vulnerable a su destino.
La investigación obliga al policía a trasladarse a Hong Kong y otras ciudades asiáticas, lo que estira demasiado la cuerda narrativa, justo en el momento en que los japoneses atacan por sorpresa la base naval norteamericana de Pearl Harbour. Entonces la novela se transforma en un drama bélico y existencial. McGrady es capturado por los japoneses e internado en un campo de prisioneros. El policía se deshumaniza y crea una nueva identidad durante este terrible cautiverio para sobrevivir. La investigación del crimen permanece en segundo plano y el verdadero misterio de la novela pasa a ser el alma de McGrady, aunque ni siquiera el conflicto detendrá al solitario y valiente policía en la búsqueda de la verdad del crimen.

Desde un punto de vista narrativo, Cinco meses de invierno es una obra de una precisión admirable con algún mínimo desajuste y cuyos protagonistas nos recuerdan a los clásicos maestros del género como Ellroy. La estructura responde al esquema simbólico del viaje del héroe con la partida, el descenso a los infiernos -la guerra del Pacífico- y el regreso a casa.
Durante el viaje inicial, leemos una novela negra tradicional con un caso por resolver en un ambiente corrupto y sensual, mientras el protagonista se mueve entre la ley y la moral. En el descenso hacia el abismo, la novela se adentra en el cautiverio que Kestrel que lo cuenta con sobriedad y que tal vez más que un infierno resulta ser unpurgatorio. Durante esos meses de confinamiento, McGrady pierde su profesión, la nacionalidad e identidad. Lo único que conserva es la obstinación por seguir vivo.
Cuando finalmente logra regresar, el hombre que vuelve ya no es el mismo. Ha atravesado su propio invierno interior. Ahora debe reconstruir una identidad y buscar la redención.

El tránsito del crimen urbano al infierno bélico es la clave de la novela. La guerra prevalece sobre todo y el lector percibe que entre sufrimientos, traiciones y amores el misterio inicial no se resuelve con un culpable, sino con una transformación del alma.
El título Cinco meses de invierno resume la esencia metafórica de la novela. El invierno es la estación de la muerte y el silencio, pero también de la semilla de la renovación. Por eso los “cinco meses” del título de la novela además de una información cronológica acerca de la duración de la investigación, que en realidad son los cinco años que dura la guerra, es también un espacio donde el protagonista atraviesa la oscuridad para reencontrarse con la vida.
Kestrel utiliza esa imagen para explorar la idea de que el sufrimiento puede ser una forma de conocimiento. McGrady emerge del infierno como un hombre distinto: más consciente de su fragilidad, pero también más capaz de amar y perdonar.
«Cinco meses de invierno» demuestra la elasticidad del género negro y que si a un asesinato se le enmarca en una larga y destructiva Guerra podemos intentar responder a la eterna pregunta de qué implica vivir cuando se ha perdido todo.

James Kestrel
