Escena de la serie de televisión «Catalina el Grande»
Siempre me ha llamado la atención el éxito de la novela histórica entre los lectores de nuestro tiempo, como lo demuestra la buena salud del género por la cantidad de títulos publicados y de cuyas últimas novedades nos ocuparemos en la segunda parte. La primera respuesta es que ofrecen un entretenimiento escapista mediante una relectura del pasado desde el presente, para entenderlo mejor o enderezarlo a los gustos de hoy día.
Sin embargo, antes que nada, una buena novela histórica debe ser capaz de trasladar a los lectores a épocas y lugares diferentes. En un mundo cada vez más acelerado y estresante, muchos lectores recurren a este género como forma de evasión. Las novelas históricas, con sus detallados escenarios y ricas descripciones, ayudan a sumergirse en una época lejana.
Ya se trate de vivir en la antigua Roma, la elegancia de las cortes renacentistas, la España medieval, o la crudeza de una Europa devastada por las guerras del siglo XX, la ficción histórica ofrece a los lectores una forma de experimentar el pasado de una manera amena. Esta sensación les permite sentirse como si estuvieran caminando en las calles de la antigua Roma o combatiendo en las trincheras de la Primera Guerra Mundial.

Escena de la serie de la televisión Vikingos
Muchas novelas históricas se basan en hechos o personajes reales, lo que proporciona a la narración una sensación de autenticidad que refuerza la credibilidad de lo que se cuenta. A diferencia de los libros de Historia, que a menudo pueden resultar áridos y repletos de datos y notas, las novelas históricas nos cuentan asuntos personales que dan lugar a experiencias muy sentimentales, como grandes amores, traiciones, luchas por el poder… Además, permiten a los lectores comprometerse emocionalmente con acontecimientos sobre los que no saben demasiado. Esta conexión emocional con personas y acontecimientos reales ayuda a la comprensión de la Historia real.
Otra de las claves es que la mayoría de estos libros tienen una profunda relación con asuntos contemporáneos. Temas como la desigualdad social, el papel de la mujer, la corrupción política, la guerra, la emigración y las tensiones raciales son tan relevantes hoy como lo fueron en siglos anteriores. La Historia se repite y lo que cambian son los matices porque los protagonistas son las personas y la condición humana no cambia.
Por ejemplo, Yo, Julia (2018) del escritor Santiago Posteguillo, está ambientada en el Imperio romano de finales del siglo II, y narra las vicisitudes de Julia en medio de un panorama político muy complejo y repleto de conjuras que son parecidas a las luchas políticas del presente. Estos puentes entre el pasado y el presente confieren a las novelas históricas una relevancia que los lectores encuentran esclarecedora y les puede hacer pensar.

Escena de la serie de television «Those About to Die»
Mezcla de géneros
La capacidad de la novela histórica para mezclarse con otros géneros también contribuye a su popularidad. La ficción histórica a menudo se cruza con lo romántico, la novela negra, el género fantástico y el thriller, lo que le aumenta su atractivo para un público amplio. En El nombre de la rosa (1980), de Umberto Eco se cuentan las investigaciones de un fraile, Guillermo de Baskerville, y su ayudante, el novicio Adso, en una abadía benedictina en la que se ha producido un asesinato.
Actualmente, las novelas históricas dan voz a individuos o grupos que la Historia ha marginado o pasado por alto, especialmente las mujeres, otras razas, colectivos y clases sociales. De este modo, aparte de cumplir con los cánones vigentes se ofrece otra perspectiva.
La mejor ficción histórica no se limita a utilizar la historia como telón de fondo, sino que permite que los acontecimientos del pasado den forma e influyan en las personalidades, decisiones y luchas de los personajes. Estas historias suelen explorar el amor, la identidad, la supervivencia, la pérdida…

Escena de la serie de televisión «Los Bridgerton»
En Hamnet, de Maggie O’Farrell, la vida y la muerte del hijo de Shakespeare se exploran a través de las experiencias emocionales de su madre, creando un rico estudio de personajes sobre el dolor, la maternidad y la resistencia. La ficción histórica a menudo inventa personajes cuyas vidas resultan muy actuales a los lectores, incluso si vivieron hace siglos.
Además, los lectores a menudo salen de con una mejor comprensión del período de tiempo en el que se desarrolla la historia. Otra veces es justo lo contrario. Se manipula el pasado para adaptarlo al presente. Pero en su mayoría las novelas históricas impulsan a los lectores a aprender más sobre los periodos o acontecimientos sobre los que han leído, ya sea leyendo otros libros o viendo documentales y películas.
En el auge de este género no podemos olvidar la creciente popularidad de las películas y series de televisión históricas. Muchas de estas adaptaciones se basan en novelas históricas populares, y su éxito ha provocado un renovado interés por la lectura de este género que permite a sus lectores enfrentarse a experiencias humanas universales con el catalejo puesto en un pasado que también es actual.

Escena de la serie de televisión «Spartacus»