Foto de Erik Johansson
En el “Manifiesto del surrealismo cien años después” (Akal, 2025) Loreto Casado no escribe una retrospectiva ni una crónica académica, sino una meditación lúcida y apasionada sobre la persistente relevancia del surrealismo, un movimiento que buscaba, por encima de todo, liberar al ser humano de cualquier coacción, ya fuese lingüística, psicológica o política.
Surgido tras la Primera Guerra Mundial, el surrealismo fue un grito contra la razón convertida en arma de destrucción, contra una civilización que se precipitaba hacia otra Guerra Mundial más mortífera que la anterior. En este sentido, Loreto Casado destaca que el espíritu rebelde del surrealismo no fue solo una respuesta histórica, sino una postura ontológica que cuestiona las propias categorías con las que definimos la realidad, la libertad y el deseo.
Como estudiosa de la literatura francesa del siglo XX, Loreto Casado aporta rigor académico y sensibilidad poética. Y en un panorama cultural atado al ultracapitalismo, al pensamiento algorítmico y a unas vidas interiores cada vez más vigiladas, la apuesta surrealista por el sueño, el amor, la locura y la intuición poética sigue siendo un acto revolucionario.
En su libro destaca los orígenes ideológicos y poéticos del surrealismo; su desarrollo internacional, el papel de las mujeres; y los enredos políticos con el comunismo. Traza también las complejas relaciones del surrealismo, desde sus raíces en el idealismo romántico hasta sus compromisos más militantes con la revolución a principios del siglo XX.
También hay que destacar su enfoque en la dimensión hispánica del movimiento. Figuras como Salvador Dalí, Joan Miró, Luis Buñuel y Oscar Domínguez suelen ser bastante conocidas visualmente, pero Loreto Casado también se centra en poetas como César Vallejo, César Moro, José María Hinojosa y Octavio Paz, haciendo hincapié en el origen poético del movimiento y habla de las diferentes recepciones del surrealismo en España y América Latina.
Una de las partes más interesantes del libro es su tratamiento del género y el papel de la mujer en el surrealismo. A menudo marginadas como musas u objetos pasivos del deseo, Loreto Casado reivindica su protagonismo, no solo como participantes, sino como fuerzas centrales del movimiento. Leonora Carrington, Remedios Varo, Dorothea Tanning… aparecen no solo como símbolos, sino como cocreadoras, intérpretes de la libertad y agentes de subversión. Sus contribuciones se consideran desde diversos ángulos: revolucionarias, poéticas y, en algunos casos, transgresoras hasta el punto de la criminalidad.

Annie Le Brun. © Jean-Luc Bertini © Flammarion
Esta atención está sin duda influenciada por la estrecha relación personal e intelectual de la autora con la pensadora y escritora francesa Annie Le Brun (1942-2024), a quien el libro es en parte un homenaje. Le Brun, considerada una de las pensadoras surrealistas más importantes de la era postbretoniana, fue poeta, crítica literaria y una intrépida disidente cultural. Se unió al grupo surrealista en 1963, a los 21 años, y siguió siendo una de sus voces más firmes durante la segunda mitad del siglo XX. Su obra se caracterizó por un feminismo radical que desafiaba la mercantilización del deseo y la estetización de la política, al tiempo que defendía el poder subversivo de la poesía y el erotismo.
Loreto Casado adopta el compromiso de Le Brun con la claridad poética y el coraje crítico, en particular en la resistencia a la mercantilización del pensamiento surrealista en las últimas décadas. En una época en la que «surreal» se utiliza a menudo de forma casual para describir cualquier cosa extraña o inesperada, el “Manifiesto del surrealismo cien años después” insiste en recuperar la intensidad y el peligro que el surrealismo significaba originalmente porque el verdadero surrealista no es aquel que imita el pasado, sino el que se atreve a soñar con los ojos bien abiertos.

Loreto Casado
Loreto Casado ha sido Profesora Titular de Filología Francesa, en la especialidad de Literatura del siglo xx, hasta el 2016. A lo largo de su carrera ha ejercido docencia en diferentes universidades (Valladolid, Nantes, Berlín, Sevilla, País Vasco) Se doctoró con una tesis sobre Julien Gracq y ha escrito numerosos artículos en particular sobre el lenguaje poético de autores como Reverdy, Breton, Aragon, Bataille y el propio Julien Gracq.
Es asimismo autora de traducciones de obras vinculadas al surrealismo (Memorias de un amnésico de Erik Satie, Tratado de estilo de Louis Aragon, Las aguas estrechas de Julien Gracq) o dedicadas a la relación entre las artes (De Mozart en Beethoven, ensayo sobre la profundidad en la música de Eric Rohmer) y específicamente poéticas (Quiebros y poemas deSamuel Beckett, La vida puede ser una lata de Pedro Casariego Córdoba, al francés: C’est peut-être du toc, la vie. Paris, Le Nouveau Commerce). Recientemente acaba de publicarse, también de Samuel Beckett el Sin/Sineidad, versión francesa e inglesa, en colaboración con José Francisco Fernández, en Árdora Ediciones (Madrid), donde igualmente han aparecido las otras obras citadas.