Hay algo triste en ver correr tratando de ocultarse a un pobre cochinillo entre los adobes de las casas de alguna aldea en un desierto musulmán. Animalito que recién llegado al Planeta Tierra tiene que andar escondiéndose de determinadas gentes porque los antecesores de éstos tuvieron problemas gástricos que los proscribieron ad aeternum en aquella zona del mundo y de una religión que sumaría a miles de millones de individuos de varias razas y condición. Los musulmanes no quieren saber nada de los porcinos y ello me parece una estupidez. Que un animalito tan agradecido, que nos regala su existencia entera, sea odiado por millones de humanos, pues no me parece bien.

Con esta imagen, la del cerdito corriendo asustado me despierto de una larga siesta en un hotelito bereber.  El animalito despistadísimo corriendo con sus rabos entre las piernas por una calle donde había más turbantes que adoquines, y que, en parte, la ocupaba una terraza de un café con sus fumadores de narguiles estupendos, con la calma que se respira con ese olor a manzana de la shisha. Delicias musulmanas.

La tarde ofrece un delicioso silencio para permanecer tumbado y hacer ciertas reflexiones, vanas por lo demás, sobre el mundo islámico que tanto ajetreo nos reporta al resto de civilizaciones, sobre algunos de sus aspectos contradictorios que ni con la más mínima lógica, la más absurda muchas veces, son difíciles de comprender.

Por seguir con locución tan expresiva, como es la de “con el rabo entre las piernas”, pienso de inmediato, en temas más serios, mucho más tristes y complejos, algo que no sé si me va a apetecer hacerlo. ¿Por qué tienen que andar los homosexuales de esta religión exageradamente proscritos cuando se practica la sodomía comúnmente sin mayor asunción de pecado grave? Sé que toda civilización tiene sus contradicciones, pero éstos del Islam son unos cachondos. Son humanos.

O no se entiende bien (yo al menos), el odio que tienen al fermentado de la uva y de los destilados espirituosos (siendo tan espirituales como dicen serlo), y bebiéndolos como en realidad hacen muchos de ellos. Entiendo que no es lo mejor dormirse sobre la botella de Johnny Walker en la almohada, con los calores que hacen en aquellas geografías. Pero un copita… Lo cierto es que se la toman con frecuencia, y lo sabemos bien en el mundo entero con el dispendio alcohólico que hacen en sus mansiones y superlativos yates sus gerifaltes.

 

Muchos pueblos musulmanes beben raki, arak, verdadero aguardiente, en culturas tan importantes como la turca suní, el Egipto eterno, padre de todas las madrassas, la Siria en conflicto actual. ¿Por qué se engañan? No sería mejor tomar una copa todos juntos -sin complejos-. Yo he visto a muchos árabes con sus Black Labels en las terrazas de los pantalanes, en las popas de sus barcos rodeados de beldades con refrescos de colores. ¿Por qué sus élites se lo permiten a sí mismos y lo prohíben a sus gentes? Campeones de la doble moral. Sí, es verdad, como nosotros. Humanos.

Qué necesidad tienen de andar rezando todo el día. Qué razones observan para no permitir ver un solo pelo a sus mujeres en algunos de sus países, reinos formados de la nada en muchos casos. Entiendo que para combatir el calor lo mejor es cubrirse, ¿pero no es un poco exagerado tapar a sus mujeres hasta el iris de sus ojos no siendo nada feas, por cierto? No es comparable la alegría pectoral de una joven rubia y lozana con la exposición de un burka cubriendo por completo a una muchacha presuntamente hermosa tumbada en una preciosa cama turca. Sé que hay absurdos en todas las religiones, pero en el mundo musulmán se observan cosas muy lejanas a lo meramente humano. Absurdos que parecen abortar o, al menos, “resecan” algunos sentidos. Este es asunto más que serio, el valor de la mujer en el Islam, algo alucinante en general y que provoca una grave estupefacción en muchos casos. Un grave delito histórico, supone un ocultamiento de seres humanos que no me parece tenga demasiada gracia. Ninguna.

¿Es agradable tener poblaciones esclavizadas como lo están los filipinos en los Emiratos? El comportamiento de sus oligarcas, su horrenda justicia, siempre tremebunda, haciendo de ella un sangriento espectáculo propio de pueblos envenenados moralmente. Con la petulancia que se quiera… no llego a comprender como una cultura como la persa, -la iraní-, o los turcos bizantinos, tan europeos como lo son los griegos o el francés mediterráneo. Que la mucha gente musulmana cultivada no quiera vivir como lo hacemos nosotros, incluso asumiendo toda nuestra basura, excrecencia moral y demás “plásticos éticos” que consumimos. No es un problema de superioridad cultural o moral, es que muchas de sus costumbres, que elevan a ley, son de no creérselo. Tampoco puedo entender que digan “creer” tanto. No se pueden creer todo lo que dicen, no me lo creo.

 

Poniendo hielo en el vaso me digo: no te metas en filosofías, aparta el té y la hierba buena de la mesilla, y sírvete es buen vodka siberiano que he conseguido, con una amarga rodaja de limón, mientras refresco manos, cuello y cabeza en el lavabo enfrente de la cama. Hay argumentos más simpáticos y cómicos como para no amargarse la tarde pensando en la esclavitud que practican algunos musulmanes, y el ánimo violento que les inspira desde el perverso invento de La Guerra al infiel. Nosotros, al menos, decimos, Ama a tu prójimo como a ti mismo. Hay una diferencia. No sé, somos humanos todos, pero me parece que nosotros lo somos un poco más.

Jean Lecomte du Nouy (1842-1923)

No es como de risa que se empeñen en comer con una sola mano teniendo cuberterías de todo tipo, teniéndolas de plata y oro como muchos las tienen, de oro negro. ¿No es más cómodo el caballo que el camello? ¿Sirve de algo estar desde por la mañana con un kalashnikov colgando del hombro mascando kat, tumbado en una esquina, como están cientos de miles de ciudadanos del Golfo Pérsico y a orillas del Índico? Que diversión supone ir con el último modelo de Masserati al mall, febriles por un bolso de Prada o de Gucci, y del mall al wellness. Yo creo que lo pasa mejor el leñador del Maine, o el desconocido humano subido en la rama de un árbol amazónico. Dame un temporal en las Islas Marquesas antes que un paseo por Abu Dabi a medio día, aunque las bolsas de las compras las lleve el chofer en el Ferrari que ayer pintaron de amarillo. ¿Es normal el comportamiento de los líderes árabes, políticos y religiosos, con sus actitudes ultra rigoristas, su manifiesto desprecio por sus semejantes, su horrenda exposición de su injusta riqueza adquirida?

Que la confesión musulmana tiene mucho de sabia es algo que yo no voy a discutir, pero podrían en su conjunto hacer un esfuerzo que nos sirviese a todos para un mejor entendimiento, menos sufrimiento y más felicidad. Podrían ser más simpáticos, menos agresivos, y mucho menos liantes de lo que son desde que vienen siendo, que muerto Mahoma, gran profeta, discutieron desde el primer califato o el siguiente, que ahora con el primer trago de vodka evito esforzarme en recordar. Todo el follón chií y suní.

Hoy es el día  que no es que se peleen con todo el mundo en esta terrible guerra globalizada por la tecnología y la autoinmolación, sino que se siguen pegando los del barrio de arriba con los del de abajo, Hamás y  Hezbollá, kurdos y turcos, yemeníes y osmanlíes, sudaneses y somalíes, de Níger y nigerianos. Los de Malí y los salafitas argelinos, los Daesh, los Isis, los persas chiitas contra todos. Les gusta el lío.

Mientras, casi todos los pueblos hemos cansado brazos y neuronas, a estos reinos de la Arabia Feliz les arreglamos su existencia y dineritos, su tremendo poder actual, con sólo frenar su nomadismo y dibujar unas fronteras controladas por algunas tribus con cierta tradición histórica en la zona. Anduvieron listos en política internacional los ingleses y franceses en la desintegración del Imperio Otomano.

Jean-Léon Gérôme (1824-1904)

Me gustaría que no fuera como es. Que ellos viviesen tranquilos y a nosotros nos dejasen en paz, pero no están así las cosas, mal formuladas desde el principio. Es una lástima. La cosa tiene difícil arreglo político y las propuestas de solución del mismo traen mayores complicaciones, más enfrentamientos.

En absoluto tengo fobia a gran parte de la cultura y civilización musulmanas, sería nómada, sería camellero si fuera necesario, mercader o versador. Incluso no me importaría lo del Bentley aparcado junto a la jaima. Me gustan sus lunas y sus dunas, los divanes y las narguiles, sus turbantes y colores, me gustan sus baños y sus dulces, sus damascos y caligrafías, parte de un pasado glorioso en que nos enseñaron a cuidar del agua, la astrología, mucha de la cartografía, de la botánica y de los mosaicos y cerámicas. Pero.

Tarde de calor, siesta y vodka de media tarde. Me da pena pensar en la vida que llevaría el cerdito perdido en la kashba, o en la señorita –presunto bellezón- que observo desde mi ventana, sudando la pobre su interior Chanel, oculta hasta su mirada, soportando los humos y aires de su amo y señor.

Acabo el aguardiente de los Altai de un trago y me dispongo a volver con Morfeo. ¿Por qué los musulmanes hacen las cosas que hacen? Sé que cada cultura tenemos lo nuestro y que a veces, se entra en conflicto. ¿Pero por qué esa inquina contra un pobre cerdito ?