ENRIQUE
LÓPEZ VIEJO
LÓPEZ VIEJO
Escribir es una ocupación, una manera de pasar el tiempo
y comentar algunas cosas, de entretenerse con ciertos asuntos, de observar lo
que ocurre en este mundo grande o pequeño que se tiene cerca. O de lo que ha
ocurrido, o de lo que ocurrirá. Realidad o ficción. A mí me gusta más la
realidad y el pasado, el futuro no me gusta demasiado en la medida que no soy
adepto al progreso por si mismo, no soy fans
del avance ilimitado, me gustan a la par el progreso y la tradición, pero
prefiero la lentitud que la aceleración y el futuro futurista no presenta muy
buen aspecto ni tiene una estética que me seduzca demasiado.
y comentar algunas cosas, de entretenerse con ciertos asuntos, de observar lo
que ocurre en este mundo grande o pequeño que se tiene cerca. O de lo que ha
ocurrido, o de lo que ocurrirá. Realidad o ficción. A mí me gusta más la
realidad y el pasado, el futuro no me gusta demasiado en la medida que no soy
adepto al progreso por si mismo, no soy fans
del avance ilimitado, me gustan a la par el progreso y la tradición, pero
prefiero la lentitud que la aceleración y el futuro futurista no presenta muy
buen aspecto ni tiene una estética que me seduzca demasiado.
La lentitud permite un mayor conocimiento de todo y un
mayor disfrute de ese todo. Envidio a los lentos de pensamiento, aquellos que
tienen un espíritu calmado, que no se precipitan y hacen del análisis y la
reflexión las columnas de su pensar y proceder.
mayor disfrute de ese todo. Envidio a los lentos de pensamiento, aquellos que
tienen un espíritu calmado, que no se precipitan y hacen del análisis y la
reflexión las columnas de su pensar y proceder.
Fue sir John Franklin, el ártico explorador inglés de
mediados del siglo XIX, un paradigma de la lentitud y un encantador adalid del
progreso que para ello se hizo descubridor. Su mirada y pensamiento eran tan
lentos que tras observar un perfil de costa determinada podía reproducirlo
cartográficamente, y su conocimiento de cualquier geografía era providencial.
mediados del siglo XIX, un paradigma de la lentitud y un encantador adalid del
progreso que para ello se hizo descubridor. Su mirada y pensamiento eran tan
lentos que tras observar un perfil de costa determinada podía reproducirlo
cartográficamente, y su conocimiento de cualquier geografía era providencial.
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Sir John Franklin |
Fue un marino único. Como valiente capitán de sus
expediciones, no puso freno alguno al riesgo del progreso que suponía un
descubrimiento geográfico como el que pretendían, una de las aventuras
principales del mundo de la exploración internacional que protagonizaba la
Inglaterra Victoriana, y el sobrio Franklin apostó su vida en ello. La perdió,
que fue lo propio y el inicio de una leyenda trágica, muy trágica.
expediciones, no puso freno alguno al riesgo del progreso que suponía un
descubrimiento geográfico como el que pretendían, una de las aventuras
principales del mundo de la exploración internacional que protagonizaba la
Inglaterra Victoriana, y el sobrio Franklin apostó su vida en ello. La perdió,
que fue lo propio y el inicio de una leyenda trágica, muy trágica.
De Tasmania donde tuvo un primer destino, en las
colonias penitenciarias, fue enviado a buscar la quimera geográfica que era el
Paso del Noroeste, una vía a través del mar muy por encima de los Grandes Lagos
Canadienses, un canal practicable que atravesase el Círculo Polar Ártico y condujese
al Pacífico. Franklin lo intentó y no lo encontró, murió, y como era lógico en
él, lo hizo lentamente, congelado y a la deriva del hielo. A él tampoco lo
encontraron y eso que tanto el Almirantazgo inglés, como la Real Sociedad
Geográfica, además de su esposa, poeta y viajera, armaron distintas
expediciones en su búsqueda. Su búsqueda fue un reto nacional.
colonias penitenciarias, fue enviado a buscar la quimera geográfica que era el
Paso del Noroeste, una vía a través del mar muy por encima de los Grandes Lagos
Canadienses, un canal practicable que atravesase el Círculo Polar Ártico y condujese
al Pacífico. Franklin lo intentó y no lo encontró, murió, y como era lógico en
él, lo hizo lentamente, congelado y a la deriva del hielo. A él tampoco lo
encontraron y eso que tanto el Almirantazgo inglés, como la Real Sociedad
Geográfica, además de su esposa, poeta y viajera, armaron distintas
expediciones en su búsqueda. Su búsqueda fue un reto nacional.
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La muerte de Sir John Franklin |
Fue un héroe muy querido en una sociedad en la que los
exploradores eran los protagonistas principales del Imperio que estaban
creando, época de los grandes descubrimientos de los europeos en las regiones
árticas y africanas, de personajes como Richard Francis Burton o Samuel Baker.
Sir John Franklin fue especialmente querido por sus coetáneos, como David
Livingstone poco más tarde. Decenas de preciosas baladas se escribieron en su
recuerdo, la imaginación popular quedó cautivada por el héroe desaparecido y
por la intensa búsqueda que suscitó, expediciones al Polo Norte que traerían un
mayor número de catástrofes e importantes descubrimientos. Antes que Chaplin,
fue “el hombre que se comió la suela de
sus zapatos”, así imaginaron sus coetáneos el hambre que sufrieron. Un
hambre diferente al de los pícaros y truhanes de las novelas de Dickens, al de
nuestras joyas literarias del Siglo de Oro.
exploradores eran los protagonistas principales del Imperio que estaban
creando, época de los grandes descubrimientos de los europeos en las regiones
árticas y africanas, de personajes como Richard Francis Burton o Samuel Baker.
Sir John Franklin fue especialmente querido por sus coetáneos, como David
Livingstone poco más tarde. Decenas de preciosas baladas se escribieron en su
recuerdo, la imaginación popular quedó cautivada por el héroe desaparecido y
por la intensa búsqueda que suscitó, expediciones al Polo Norte que traerían un
mayor número de catástrofes e importantes descubrimientos. Antes que Chaplin,
fue “el hombre que se comió la suela de
sus zapatos”, así imaginaron sus coetáneos el hambre que sufrieron. Un
hambre diferente al de los pícaros y truhanes de las novelas de Dickens, al de
nuestras joyas literarias del Siglo de Oro.
Hay un precioso libro que se llama El descubrimiento de la lentitud
del polaco Sten Nadolny que trata sobre el concepto del conocimiento reposado y
sobre este famoso capitán Franklin que fue en su día, en su época, una
verdadera estrella… polar.
del polaco Sten Nadolny que trata sobre el concepto del conocimiento reposado y
sobre este famoso capitán Franklin que fue en su día, en su época, una
verdadera estrella… polar.
Enrique
López Viejo (Valladolid, 1958-Madrid 2016).
Es el autor de Tres rusos muy rusos. Herzen, Bakunin y
Kropotkin (Melusina, 2008) Pierre Drieu la Rochelle. El aciago
seductor (Melusina, 2009) y La Vida crápula de Maurice
Sachs (Melusina, 2012), Francisco Iturrino, memoria y semblanza y La culpa
fue de Baudelaire (El Desvelo, 2015).
López Viejo (Valladolid, 1958-Madrid 2016).
Es el autor de Tres rusos muy rusos. Herzen, Bakunin y
Kropotkin (Melusina, 2008) Pierre Drieu la Rochelle. El aciago
seductor (Melusina, 2009) y La Vida crápula de Maurice
Sachs (Melusina, 2012), Francisco Iturrino, memoria y semblanza y La culpa
fue de Baudelaire (El Desvelo, 2015).