El viejo incendio, de Elisa Shua Dusapin, (Automática editorial) es una novela que gira en torno a la memoria familiar y los sentimientos entre dos hermanas que se reencuentran después de quince años. Dusapin, conocida por su estilo escueto y lírico, ofrece una narración íntima ambientada en la Dordoña francesa. La protagonista de la novela se mueve entre diferentes culturas e historias personales, lo que es una constante en las obras de esta autora de padre francés y madre surcoreana.
El personaje central de la novela es Ágata, una joven de ascendencia mixta. Trabaja de guionista en Nueva York y regresa a su ciudad natal en la Dordoña francesa, en medio de un paisaje frío y montañoso. El lugar le resulta familiar y extraño a la vez, y aunque lo dejó atrás después de su infancia, nunca pudo escapar emocionalmente de él. Este escenario se convierte casi en un personaje en sí mismo, ya que las descripciones que Dusapin hace del paisaje reflejan el aislamiento que siente la protagonista.
Tras una separación de quince años, Ágata, se reencuentra con su hermana pequeña y afásica, Vera, en la casa familiar en la que han crecido. La van a vender y disponen de nueve días para vaciar el lugar y arreglarlo. Vera se comunica con su hermana a través de la pantalla del móvil y Agata tiene dificultades para entenderla. Es una relación marcada por la incapacidad de conectar, un sentimiento de una historia no resuelta y el dolor de las palabras no dichas.
El viejo incendio que da título a la novela es también metafórico: simboliza algo que se cuece a fuego lento en el interior, tanto en términos de pasión como de destrucción. Podría interpretarse como el fuego interior de su agitación emocional o los problemas no resueltos de su pasado. Dusapin consigue que el escenario refleje el mundo interior de sus personajes, y el estado de la casa el sentido de identidad fracturado de la protagonista.
La protagonista no sólo vuelve a visitar el espacio físico, sino también a lidiar con el pasado, en particular con su fracturada relación familiar. Gran parte de la intensidad emocional de la novela proviene de estas interacciones, o de la falta de ellas.
La novela juega con la sensación de liminalidad. La protagonista es, en cierto sentido, producto de múltiples mundos, pero no se siente en casa en ninguno de ellos. Este asunto de la dislocación cultural es recurrente en la obra de Dusapin.
La novela cuenta con otros personajes que contribuyen a la atmósfera de melancolía y alienación de la novela. Todos forman parte de un mundo que el tiempo ha dejado atrás, como la propia protagonista.
Ágata debe enfrentarse a recuerdos que ha reprimido durante mucho tiempo. La escritura de Dusapin difumina hábilmente la línea entre el pasado y el presente, a medida que los recuerdos se inmiscuyen en la conciencia de la protagonista, a menudo sin previo aviso.

Elisa Shua Dusapin
Otro asunto significativo es la sensación de estancamiento emocional. La protagonista está atrapada en un bucle de sentimientos no resueltos y palabras no dichas. Esta parálisis emocional es palpable en la prosa precisa y minimalista de Dusapin. La autora utiliza la contención con gran efecto, dejando que lo que no se dice tenga tanto peso como lo que se dice.
La prosa de Elisa Shua Dusapin en El viejo incendio es sobria pero evocadora. Crea una atmósfera fría, tanto literal como emocionalmente. Lo que destaca en el estilo de Dusapin es su capacidad para transmitir las emociones con muy pocas palabras. Su escritura es minimalista pero cargada de fuerza. Puede que este estilo no resulte atractivo para los lectores que busquen acción o un drama, pero si para quienes gusten de las narraciones reflexivas e intimistas.
Elisa Shua Dusapin nació en Francia en 1992. De padre francés y madre surcoreana, creció entre París, Seúl y Porrentruy, en el cantón suizo del Jura. Dusapin recuerda su infancia y su educación como un proceso marcado por dos culturas. En 2014 se graduó en Escritura Literaria en el Institut littéraire suisse de Bienne, Suiza, y en 2016 cursó un máster en Francés Moderno en la Universidad de Lausana. Ha intercalado sus estudios con algunas estancias en Asia Oriental, concretamente en Japón y Corea del Sur, y con residencias literarias en Estados Unidos. Su obra, que incluye las novelas Un invierno en Sokcho y Vladivostok Circus (ambas publicadas en Alianza) y El salón de Pachinko (Automática, 2023), se ha traducido a más de veinte idiomas y ha recibido multitud de galardones internacionales. El viejo incendio es su obra más reciente y, entre otros, ha obtenido el Prix Feneon, el Prix Millepages y el Prix de l’Académie Romande.

Forto de Ugo Mulas

