
Colombia, 1950s

Colombia, 1950s

Colombia, 1955

Habana, 1958

Cuba, 1950s

Cuba, 1956

David Hockney, London, 1978

Ernest Hemingway, Cuba, 1957

Francis Bacon, London, 1978

Guatemala, 1950s

Guatemala, 1950s

Jorge Luis Borges and his mother, New York, 1961

José Bergamin, Madrid, 1979
A lo largo de más de tres décadas, entre 1952 y 1986, el fotógrafo y artista cubano Jesse A. Fernández, nacido en La Habana en 1925 y fallecido en París, en 1986, residió en una serie de países americanos y europeos, desde su Cuba natal a su España de procedencia, pasando por México, Colombia, Guatemala, Francia, Italia o Estados Unidos. En todos ellos mostró su interés por la realidad y por los personajes del mundo cultural de la urbe en que se encontraba, pero también en todos estos lugares buscó el denominador común, el enlace con lo hispánico que siempre inspiró su obra, en las personas y en el paisaje.
Jesse Antonio Fernández abandonó su isla natal a los siete años en compañía de su madre y su hermano, huyendo la dictadura de Gerardo Machado. En España se instala en Asturias, la tierra de sus padres. Al estallar la guerra civil española, en 1936, su familia regresa a Cuba a bordo del último barco procedente de Santander. “A mi llegada a Cuba experimenté un verdadero choque cultural… pero, como soy muy cubano, pasé sin problemas mi juventud a ritmo del ‘danzón’.”
Dotado para el dibujo, a los quince años de edad, Jesse A. Fernández ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro en La Habana. Pocos años después, se traslada a Filadelfia para iniciar estudios de ingeniería electrónica, una carrera que pronto abandonará para dedicarse exclusivamente al arte. En Nueva York, estudia pintura con George Grosz. En 1948, conoce a Wilfredo Lam quien le facilita el encuentro con artistas europeos residentes en la época en Nueva York: Marcel Duchamp, Estéban Francés y Friedrich Kiesler, entre otros. En las reuniones del “Painter’s Club” de la Octava calle, entabla amistad con Willem de Kooning, Jackson Pollock, Robert Motherwell y Milton Resnik.
Entre 1952 y 1954, trabaja en una agencia de publicidad en Medellín (Colombia). Allí conoce a Fernando Botero y a Gabriel García Márquez. Es allí mismo donde inicia su andadura como fotógrafo: “la fotografía es para mí una forma de contacto con la realidad. Es allí donde encontré mi propia técnica. No tenía ni idea de lo que era la fotografía, no sabía ni lo que era un diafragma. Me encerraba con toneladas de libros y así conseguí aprender. Soy un purista y en mi trabajo se nota la influencia de Henri Cartier-Bresson y de Walker Evans.”
De vuelta a Nueva York, trabaja como foto-reportero y, a través de Gamma, sus fotografías se publican en importantes revistas de la época. En 1958 es nombrado director artístico de la revista Visión. Viaja por toda América Central y fotografía, en 1959, a petición de su amigo Guillermo Cabrera Infante, a Fidel Castro y los inicios de la revolución cubana para Revolución y Lunes de Revolución.
A finales de 1959, regresa a Nueva York y se dedica a la pintura: “De vuelta a Nueva York me di cuenta de que había cambiado y decidí comenzar de cero. Es así como surgieron las primeras calaveras. Muchas de esas calaveras son paisajes… Recomenzaba una y otra vez. Había llegado el día en que, a mi modo de ver, me había librado del simbolismo. Era simplemente una cuestión de espacio.” Como vecino del “Village”, coincide frecuentemente con Jorge Luis Borges, Juan Miró, Antoni Tápies, Antonio Saura, e imparte clases de pintura en la School of Visual Arts.
A finales de la década de los 60, en búsqueda de un clima favorable a la creación, alterna la docencia neoyorkina con estancias en Puerto Rico donde escribe críticas para el San Juan Star y donde también expone sus trabajos.
Entre 1974 y 1976, vive entre la ciudad de Toledo, a la que considera “la más bella ciudad del mundo”, y Madrid donde expone con regularidad, especialmente sus “cajas” – síntesis simbólica de asociaciones entre su lectura personal de la historia y la cultura universal. En 1977 se instala en Francia donde realiza fotografías de arquitectura y retratos de artistas como Joan Mitchell, Francis Bacon, Henri Moore. También participa en numerosas exposiciones personales y colectivas.
A principios de los años 80 se publica Retratos que reúne sus numerosos retratos de artistas y escritores y Les Momies de Palerme, “reportaje alucinante”, según Dominique Fernandez, fruto de dos meses de tomas de miles de cuerpos momificados de las catacumbas sicilianas. Jesse A. Fernández muere en Neuilly-sur-Seine el 13 de marzo de 1986, y sus restos mortales descansan en el cementerio parisino de Père-Lachaise.
Importantes retrospectivas celebradas en el Museo nacional de Arte Reina Sofía de Madrid, en 2003, en la Maison de l’Amérique latine, en París, en 2012 y en el Nelson Atkins Museum de Kansas City, en 2016, han permitido redescubrir la obra de Jesse A. Fernández. Sus obras figuran, entre otras, en las colecciones del MoMa y del Museo del Barrio en Nueva York, del Centre Pompidou en París, o del Museo nacional de Arte Reina Sofía en Madrid, así como en numerosas colecciones privadas.
(Biografía de https://jesseafernandez.com)

Jesse Fernandez. Foto de Hans Hartung, Paris, 1986

Mario Vargas Llosa, New York, 1968

Mexico, 1950s

Lovers, Mexico, 1950s

In the Bowery, New York, 1955

Broadway, New York, 1958

New York, 1956

New York, 1950s

New York, 1960s

Towards Jamaica station in New York’s subway, 1950s

New York, 1962

Times Square – 42nd street subway station, New York, 1960s

New York, 1950s

Salvador Dali, New York, 1957

Susan Sontag, New York, 1957