El personaje de Lucien Chardon en «Las ilusiones perdidas» de Honoré de Balzac. Grabado de Célestin Nantueil para una edición de 1874.

 

Vivir bien sin dinero es un arte que no está al alcance de todo el mundo y que puede ser muy útil cuando se está mal de dinero o se cobran sueldos mileuristas. Honoré de Balzac (1799-1850), que de deudas y acreedores sabía mucho, escribió un libro como evitar pagar las deudas y seguir disfrutando del dinero del prójimo sin tener que pagar un franco.

Cierto es que Balzac no lo logró ya que siempre vivió a expensas de sus acreedores lo que le hizo escribir, ayudado en parte por la cafeína, más de noventa novelas entre 1830 y 1850. No se puede negar que ganó dinero pero gastó más de lo que ganaba en justa correspondencia a un hombre que todo lo que emprendía lo hacía en enormes cantidades. Pero eso no le impidió vestir bien, frecuentar todo tipo de ambientes y vivir a fondo y todo lujo. Cuanto más ganaba más gastaba, y como entonces no existían las tarjetas de crédito eran los prestamistas quien ejercían de tales.

“El arte de pagar sus deudas sin gastar un céntimo” fue editado anónimamente en 1827, en la imprenta del propio Balzac en colaboración con su amigo Emilio Marco de Saint-Hilaire, escritor que se especializó luego en la historia de la época napoleónica. El “Manual del hombre de negocios”, que fue su título original, fue ofrecido a finales de 1828 al librero y editor Levavasseur y por el que Balzac recibió 200 francos de adelanto aunque el libro nunca llegó a entregarse ni, por lo tanto, a editarse.

 

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El manual de Balzac tiene como subtítulo “Manual de Derecho Comercial, para solicitar créditos por parte de la gente sin dinero, los trabajadores ocasionales sin un empleo estable y todos los consumidores sin un centavo y que no tienen intención de defraudar a sus acreedores, sino con mucha imaginación e ironía sugerir como recortar lo más posible las deudas y hacer frente a los acreedores demasiado insistentes”.

Desde un punto de vista práctico, no tiene demasiada utilidad y menos en los tiempos que corren. Pero nos da muchas pistas acerca de Balzac y su amor por la vida, lo que le lleva a disfrutarla más allá de sus posibilidades, pues se endeudaba con la misma pasión con que comía, amaba y escribía.

En el libro se recomienda tener buena salud para hacer frente a las consecuencias de las deudas, no desanimarse, y se hace un retrato psicológico de los funcionarios judiciales, incluyendo una reflexión sobre el encarcelamiento por insolvencia en la célebre prisión parisina de Sainte-Pelagie, así como se refiere al egoísmo, la codicia, el arribismo, la maledicencia y la hipocresía que rodean a deudores y acreedores.

Para Balzac contraer deudas puede resultar una actividad social sana, ya que cualquier acreedor que no proporciona crédito está inevitablemente condenado a la quiebra, ya que cuanto más crédito se concede, más intereses se cobran por las deudas, y más préstamos se pueden otorgar y más dinero se gana. Algo que hoy día cualquier entidad financiera conoce bien y por eso ofrece los más variados créditos.

 

Caricatura de Balzac de Neale Osborne