“Misterio en el Barrio Gótico”, de Sergio Vila-Sanjuán, ganador del Premio Fernando Lara 2025, es una novela que moderniza el género de misterio. A través de la investigación biográfica, la indagación histórica y artística, e incluso la reflexión filosófica, que lleva a cabo el veterano periodista Víctor Balmoral, «un investigador de vidas», se intentan desentrañar enigmas personales y cívicos.
Balmoral recibe unos anónimos que le llevan a descubrir unos misterios que ocurren en el Barrio Gótico de Barcelona. La trama se desarrolla a partir de varias líneas que se entrecruzan: las cartas amenazadoras, el robo de algunos objetos de incalculable valor histórico, una amenaza de bomba contra la catedral, el descubrimiento de un cadáver emparedado en un Palacio, la desaparición, hace décadas, de una hippie que formó parte del ambiente contracultural de la ciudad en los años setenta… Estos misterios se entrelazan con la memoria cultural, la historia, la política urbana… De este modo, la novela explora la idea de que no todos los misterios pueden —o deben— resolverse, sino que la búsqueda en sí misma es una forma de comprensión.
El Barrio Gótico se retrata como un palimpsesto viviente, donde “conviven” capas de las épocas medieval, franquista e incluso postolímpica. El profundo conocimiento de Barcelona por parte del autor le permite situar los acontecimientos de la novela en un lugar donde la realidad y la ficción son apenas distinguibles. Aquí, los traumas históricos sin resolver, los recuerdos controvertidos como la desaparición de un obispo durante la Guerra Civil, los bombardeos de la aviación italiana en la misma época y las ansiedades de la modernización son parte del viaje personal de Balmoral.
La novela no deja a un lado la transformación urbana y la masificación turística. El Barrio Gótico, que en su día fue un laberinto denso y misterioso de historias olvidadas, ha sido gradualmente reconstruido, mercantilizado y, en ocasiones, falsificado. Barcelona, sugiere la novela, se ha convertido tanto en un símbolo del orgullo cultural europeo, pero también es víctima de su propio éxito. Esta tensión entre la conservación y la comercialización, entre el romanticismo y la autenticidad, es otro de los ejes de la novela.
Balmoral, al que amenazan con jubilar, aquejado por problemas de próstata y atrapado entre viejas amistades y nuevas incertidumbres, no es un detective al uso, sino una figura de tranquila complejidad y encanto. Pertenece a una tradición de protagonistas de novelas de misterio que no hacen uso de la fuerza, sino de la inteligencia, la paciencia y la profundidad emocional.
Balmoral no es nuevo en la narrativa de Sergio Vila-San Juán. En “El informe Casabona” (Destino, 2017) investigó a Alejandro Casabona, un empresario corrupto, oportunista político y benefactor cultural, que encarnaba la ambivalencia del poder y que aquí regresa como un inquietante recordatorio de que la claridad ética es a menudo un lujo, no una realidad.
Balmoral añade peso emocional a la narración. Es un hombre que lleva bien su edad. Es escéptico, pero no cínico. Su investigación es tanto interna como externa, lo que le obliga a revisitar a las personas y los acontecimientos que han marcado su vida. El fantasma de un viejo amigo, las tensiones sin resolver con su pasado reflejan el misterio más amplio del Barrio Gótico: ¿qué sabemos del pasado y cómo vive dentro de nosotros?
Sus interacciones con otros personajes, como las gemelas Eva y Eugenia, o la astuta alcaldesa Berta Vives, desarrollan aún más su personalidad de cara al lector. Balmoral es alguien que ha perdido gran parte de sus antiguas certezas, pero sigue buscando y cuestionando. Sus investigaciones demuestran que las verdades suelen ser ambiguas, que las vidas no pueden reducirse a blanco y negro, y que el tiempo es una de las fuerzas más misteriosas con las que convivimos.
El Barrio Gótico, con sus callejones sombríos, sus reliquias olvidadas y su belleza decadente, se convierte en una metáfora de lo que se esconde bajo la ciudad moderna: secretos, historias reprimidas y ecos de violencia. La historia de Regina Suelves, en parte hippie y en parte fantasma, vincula el presente con el pasado bohemio de Barcelona. Del mismo modo, las referencias al intento de asesinato de Fernando el Católico, Carlos V y la Guerra Civil Española sitúan la historia en un pasado presente.

Fachada de la catedral a finales del siglo XIX y en 1913.
La novela utiliza la historia y el arte como otra forma de investigación. Las exposiciones, los debates arquitectónicos y el papel de los conservadores y mecenas se convierten en escenarios de distintas visiones sobre el patrimonio cultural. Sin embargo, la novela nunca pierde su sentido de la ironía. Ya sea en la sátira política de las interacciones de la alcaldesa Berta Vives con la independentista presidenta de la Generalitat, a las afectuosas pullas al diseño urbano posmoderno, la novela enseña la complejidad de la historia sin mitificarla y critica la modernidad sin desesperarse.
El misterio en el barrio gótico es también una reflexión sobre lo que significa vivir en una ciudad construida sobre capas de piedra, memoria, ideología y deseo. Y deja al lector con más preguntas: ¿Cuál es el precio de la conservación? ¿Quién decide qué historias se cuentan? ¿Qué misterios se esconden no solo en las calles de una ciudad, sino en las vidas que llevamos?
De este modo, Vila-Sanjuán consigue redefinir la novela de misterio para nuestro tiempo, no como un género obsesionado con la muerte y la revelación, sino como una forma de indagación cultural que conecta lo personal con lo político, el pasado con el presente y lo visible con lo oculto. El Barrio Gótico es un espejo, un laberinto y también un misterio que no se puede resolver, solo verlo y vivirlo.

Sergio Vila-Sanjuán. Foto de Ana Jiménez