Ya el título mismo, Los abracadabras, alude al misterio pero revestido de cierta ironía que otorga una distancia salvífica para aquello que se está contando. El libro reúne toda la obra cuentística de Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz,1960) a la que se han añadido algunos relatos hasta ahora inéditos y esta publicación tiene su importancia  porque los cinco libros de cuentos que hasta ahora había publicado, Un mundo peligroso; Maneras de perder; Fragilidades  y desórdenes; Cada cual y lo extraño y Por regiones fingidas a estas alturas eran muy difíciles de encontrar, algunas se hayan descatalogadas, por lo que se hacía urgente que volvieran a ser asequibles al lector pues estamos tratando con una de las obras cuentísticas más importantes de la literatura española de los últimos años por su temática, por la originalidad con que están revestidas esas historias que se cuentan, en un panorama que se caracteriza justamente por lo contrario, por cierto convencionalismo atento a las modas, por su cuidado estilo y, sobre todo, por la ironía que desprenden gran parte de ellos, lo que otorga esa media distancia que se muestra idónea para expresar ese lado dislocado de la realidad que la indaga mejor y más certeramente que nuestra tradición, salvo excepciones, Álvaro Cunqueiro, Juan Perucho, Méndez Ferrín, Pere Calders… que se ha movido en gran parte en un realismo un tanto romo.

Benítez Reyes es un autor dotado de una gran versatilidad: desde luego es, ante todo, poeta, Pruebas de autor; Sombras particulares; Vidas improbables; Las identidades; Ya la sombra… lo que no le ha impedido escribir una importante obra narrativa, entre novelas y cuentos, Chistera de duende; El novio del mundo; El pensamiento de los monstruos; Mercado de espejismos, entre otros, amén de los cinco libros de relatos antes mencionados, e inmiscuirse en el ensayo con obras de varia temática y calado, desde las páginas dedicadas a Rafael de Paula a un estudio sobre el Qujote y don Juan pasando por un libro de viajes por la serranía de Ronda o una suerte de diario, La maleta del naufrago o en el teatro, Los astrólogos errantes y traducir autores especialmente queridos, así, el T S Eliot de Prufock y otras observaciones o una rareza como son los Poemas, de Vladimir Nabokov.

 

Felipe Benítez Reyes

 

Donde Felipe Benitez Reyes está más a gusto es en el relato corto por la forma en que parece idear sus cuentos, hechos de una primera intuición que normalmente sale a escena al final del relato, en su resolución, pero cualquier afirmación de este tipo hay que cogerla cum grano salis pues a veces es desmentida por otros relatos cortos que apuntan a otras maneras de `plantear y resolver el cuento. 

Hay algunos, como el titulado “La cosa” que entra dentro de esa tradición del juego a lo Jardiel Poncela o Georges Perec: “Ayer salí temprano, entre otras cosas porque tenía que hacer varias cosas. Nada más pisar la calle me topé con un conocido, “Qué, ¿cómo va la cosa?”, me preguntó , y le contesté que bien, que la cosa iba bien, dentro de lo bien que pueden ir las cosas y me despedí apresuradamente:  “Bueno, te dejo, porque tengo muchas cosas que hacer”, le dije”, otros, como el titulado “Un borrador de Borges encontrado entre los papeles neoyorkinos de Abelardo Linares” es un relato de malevos escrito a la manera de… que es sencillamente delicioso, como “Trafalgar: 13 simetrías”, donde se juega como en un espejo entre diversos momentos de la muerte de Churruca y  las maniobras que un marinero realiza al que ha  encomendado un cañón en el  San Juan Nepomuceno y la vista del cañón en 2004 de ese barco cuando el submarinista J.F.G. , buscador de pecios lo divisa en el fondo marino y que termina como ornamento de una casa que está restaurando F.B.R., amigo de J.F.G…, otros, como “ El mundo como juego de billar” atiende a una de las obsesiones del autor, la importancia del azar, de lo imprevisto dentro de algo hasta entonces planeado sin fisura alguna… pero confieso que tengo debilidad por los llamados “Formulaciones  tautológicas. Informes y collages” donde, al lado de un collage realizado con papel, tijeras y pegamento se da paso a una historia contenida en el dibujo que sabemos podía dar lugar a otra, como el dibujo del niño con dos cabezas en el collage que abre el relato titulado “El mar”: “Como todos los niños bicéfalos de Baltimore, Leopold, hijo único del magnate Dowson, era un lector empedernido de ficciones. El problema radicaba en que una de sus cabezas era incondicional de Herman Melville, mientras que la otra lo era de Joseph Conrad”… 

Muestras menudas de una obra cuentística que fascina por su inteligencia y buen hacer y que reunida en un solo volumen da cuenta de su enorme importancia.

 

 

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