Antonio Machado

Probablemente, pocos asuntos consigan conciliar tanta unanimidad como el de señalar a Antonio Machado como uno de los poetas españoles del siglo XX, junto con Federico García Lorca, que han gozado de mayor fortuna critica y bibliográfica. Se diría que de ambos se ha dicho todo, de su obra, de su vida  y sobre todo de su muerte, tan diferente pero tan semejante en sus ribetes trágicos y  en su estrecha vinculación con la Guerra Civil. Así parece demostrarlo la existencia de una bibliografía apabullante y de tradición, elaborada desde prácticamente la desaparición de los dos escritores. De ambos no solo se ha estudiado su obra y su vida con detenimiento y rigor, a fondo , sino también, como en el caso de Antonio Machado, los aspectos personales, concretamente los afectivos, en los que están presentes Leonores y Guiomares, y que son de dominio público.

No es de extrañar que, sea por la falsa sensación de creer que ya se sabe todo acerca del escritor sevillano, por la inercia que nace de lo conocido o, mejor, de lo muy oído, pueda sorprender la aparición de un nuevo trabajo sobre Antonio Machado. Sin embargo, una vez más, como demuestra el reciente libro de Juan Malpartida dedicado al poeta sevillano Antonio Machado. Vida y pensamiento de un poeta (Madrid, Ed. Fórcola, 2018) siempre la mirada inteligente y aguda, la perspectiva original y el conocimiento de su obra, puede dar una nueva vuelta de tuerca a un asunto que cuenta con una ingente bibliografía como son los asuntos machadianos. Y todo además en un volumen de unas pocas páginas que demuestra, para espanto de divulgadores de generalidades archiconocidas de corta y pega editadas en volúmenes, digamos, divertidos, cual es la forma rigurosa de acercarse a la vida y obra de un escritor, prescindiendo de promociones y efectos que más que apoyar sirven para esconder el desconocimiento de la bibliografía más elemental al respecto, cuando no de la propia obra del autor al que se acercan con más sans façon que rigor.

Dada la conocida trayectoria literaria de Juan Malpartida -ensayista, poeta y novelista de largo recorrido, de obsesiva y rigurosa preocupación por la escritura y las ideas-, no es de extrañar que su acercamiento a la figura y producción de Antonio Machado sea un volumen novedoso y una aportación de interés al corpus dedicado al poeta. Para empezar, lo obvio. En este libro es un poeta el que habla de otro poeta, y es un escritor entregado a la filosofía el que hace lo propio con el creador de Abel Martín y Juan de Mairena. Dicho esto, no es de extrañar que desfilen por sus páginas, y siempre en relación con la obra machadiana, Husserl, Bergson, Heidegger, Unamuno, su amigo y maestro Octavio Paz, y sobre todo Kant, tan próximo a Antonio Machado como nos señala Malpartida. A estos secundarios de oro que circulan por el libro se puede añadir un poeta muy cercano al autor como es Paul Valery. Antonio Machado. Vida y pensamiento de un poeta es un trabajo realizado desde una proximidad evidente, desde una afinidad electiva goethiana como la que señala el propio autor, que arranca de su juventud y se confirma a lo largo de una vida. Es un acercamiento que se diría se realiza desde la pasión de la razón, combinando con equilibrio crítica e inclinaciones en una obra que está llena de sugerencias, de reflexiones.

Nos dice Juan Malpartida  que su deseo es presentar un Antonio Machado en movimiento que da lugar a lo que llamaríamos una biografía dinámica que, sin desdeñarlo, va más allá del contexto histórico, a veces tan cegador de otras realidades, como sucede con la tragedia de Colliure. Pero también quiere superar el corsé filológico y las exigencias de la crítica literaria en las que se han movido una parte considerable de los estudios. Para empezar, la mirada del poeta y del filosofo que es Malpartida, se dirige hacia la vida de Antonio Machado en unas páginas magnificas, las del extenso primer capítulo, en las que se detiene especialmente en sus aspectos más humanos, que son naturalmente aquellos que van a  determinar su obra: su entorno familiar -su relación con su hermano Manuel y con su madre- y su vida afectiva, es decir, amorosa y erótica. Son páginas magnificas, tan alejadas de la hagiografía como próximas al hombre, es decir, a la poesía, que confirman su vocación de dialogar con Machado, a quien se acerca en términos de proximidad compartida, de complicidad literaria y personal, de poeta a poeta. El resultado de su lectura proporciona una visión tan novedosa como completa y original de la vida de un poeta que a veces se ha mirado desde una perspectiva forzada, a veces algo bobalicona y por tanto falsificadora. Ahora, leyendo a Juan Malpartida en un capítulo que es una delicia, se entiende mucho mejor la obra del escritor sevillano al saber qué lugar ocupaban entre sus prioridades e intereses y que representaban en la vida de Machado las figuras de Leonor y Guiomar, es decir, Pilar Valderrama, o la propia condición femenina, sin olvidar las cuestiones más domésticas.

Juan Malpartida

La obra nos  muestra a un hombre, no otra cosa es el poeta, contradictorio pero también lúcido en el amor y muy especialmente en política, en sus juicios y en su actitudes ante los decisivos y tremendos acontecimientos históricos que le tocaron vivir. Destaca su indudable compromiso con la República, tan excepcional en los del Noventa y Ocho, especialmente en los días de la Guerra Civil, que le llevaría a un efímero aunque tremendo exilio que finalizó en la tragedia de Colliure, no por conocida menos destacada.

En las páginas dedicadas a la obra de Antonio Machado, Malpartida se detiene con interés en los apócrifos, en los conocidos personajes Abel Martín y Juan de Mairena, al que considera, con entusiasmo, el personaje más inteligente de la literatura española. Rechaza la equiparación de los apócrifos machadianos, a los que considera de sorprendente modernidad, con los heterónimos de Fernando Pessoa. Para Malpartida, los «otros» creados por el escritor portugués son verdaderamente otros, unos personajes diferentes de su creador, quien los padece. Por el contrario, Juan de Mairena y Abel Martín son «los otros» que imagina Machado como una prolongación enmascarada de sí mismo, como unas posibilidades de expresión distintas.

También nos habla Malpartida de la cercanía de Antonio Machado a la filosofía, siendo a su juicio el escritor más próximo a esta disciplina, aunque al mismo tiempo sea el que más intensamente ha vivido la lírica como problema. Insiste el autor de Antonio Machado. Vida y pensamiento de un poeta en la metafísica de la obra machadiana y en su búsqueda de fundamentos más allá de lo sensible, en la insistencia en la realidad del yo y del otro. Su conocimiento de los textos del poeta le lleva a presentar la figura de un Machado kantiano -de hecho, Juan de Mairena recomienda la lectura del filosofo de Koenigsberg- a fuer de subjetivo de un poeta no muy  cercano a la cultura francesa, distante tanto del romanticismo, del simbolismo como  del más próximo surrealismo. También muestra la desconfianza del poeta sevillano ante  la disolución de las fronteras entre los géneros que traía la modernidad, lo que él llamaba «nuestro tiempo», y cuyo contenido deshumanizador, al igual que a Ortega y Gasset, no se le escapó. No faltan las alusiones a un infrecuente Machado como crítico literario, señalando su inclinación hacia José Moreno Villa, ni tampoco a sus fuentes en las letras hispanas, a su filias y fobias, aunque de todos ellos reconozca su valía.

Ya hemos aludido a la escritura de Juan Malpartida, de la que hay que decir que en este libro aparece pulida, con una pureza notable, adecuándose al contenido de manera más que acertada, afortunada. Tras leer los análisis inteligentes, las sugerencias e hipótesis realizadas por el autor de Antonio Machado. Vida y pensamiento de un poeta,expresadas en una prosa fina y rigurosa, en ocasiones lirica, se confirma que este trabajo no solo es una nueva y notable contribución a la bibliografía y al conocimiento del poeta sevillano, sino algo más. Es la demostración de que la publicación de un libro dedicado a un escritor de estas características solo tiene sentido cuando hay alguna aportación crítica acerca de su vida y obra, aunque sea controvertida o discutible. Son estas propuestas, y no las cuestiones domésticas o personales más o menos divertidas, pero siempre ligeras, las que hacen literatura.

 

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