DEGAS

 

6.

MEMORIA DEL ESPACIO

 

Para quien la pintura es una reconstrucción mental y un ejercicio de la memoria, es lógico que el natural apenas contase. De los artistas impresionistas, Degas fue el único que no pintó del natural. Para él, los recuerdos y la fantasía del artista debían quedar libres de la tiranía que ejerce la naturaleza sobre el artista.

Vollard, el marchand de Cézanne, nos cuenta que la vida de Cézanne estaba reglada como una partitura. Tenía verdadera dificultad para abandonar su taller, en el que solía encerrarse desde por la mañana hasta por la noche. Fue un artista que fundamentó su existencia y su arte en el orden más estricto. A diferencia de los otros impresionistas, quienes viajaron mucho, Degas apenas si abandonó París en alguna ocasión. Tampoco necesitó, como aquellos, darse grandes caminatas para encontrar un motivo que pintar. Cuando viajó a Nueva Orleans, se sintió desplazado de su medio habitual, como observa en sus cartas, aunque se sintiese fascinado por el tono local de aquella ciudad. En un momento de su vida escribe: “Tengo sed de orden, sueño con algo bien hecho, todo muy ordenado”.

Si para Monet, Renoir o Cézanne, el motivo elegido en la naturaleza supone la fuente de sus sensaciones, para Degas, su ausencia determina otra opción de taller, más moderna, pues deja de estar referido, vinculado, a un ambiente inestable. Con Degas el taller se convierte en un espacio autónomo. La virtualidad de este taller está representado por un estado del ojo previo al tema y a su tratamiento.

 

Edgar Degas