Vincent van Gogh La casa amarilla
VAN GOGH (2)
10.
EL TALLER DE ARLÉS
El taller de pintura que Van Gogh soñó con fundar junto con Gauguin y su hermano Theo en Arlés solo existe en sus cartas. No por imaginado es menos real. Las causas y las circunstancias que motivaron este sueño son muy variadas.
Durante su estancia en París, Van Gogh sufrió un profundo descorazonamiento. Las discusiones sobre pintura y las intrigas propias de un medio de esa clase, le obligaron en cierta forma a emigrar al Sur.
También es muy probable que las relaciones con su hermano Theo jugaran un papel importante en su decisión. Lo cierto es que Van Gogh pensaba que este nuevo taller aliviaría su situación económica, siempre difícil y problemática para ambos hermanos, y que de alguna forma iba a compensar moralmente a su hermano por la ayuda recibida hasta entonces.
Los pormenores que tenemos para conocer cómo iba a ser y a funcionar este taller son numerosos. Su dormitorio lo quiso excesivamente simple, pero con muebles cuadrados y anchos: la cama, las sillas y la mesa todo de madera blanca. Abajo el taller y otra pieza que serviría al mismo tiempo de estudio y cocina. Desea que su hermano Theo lo considere como una residencia en la que pueda pasar sus vacaciones y piensa que Gauguin y ellos dos podrían estar juntos y que así habrán formado “un taller que perdurará y permanecerá como una estación necesaria para todos aquellos que quieran venirse al Sur”.
La idea del nuevo taller expresa el sentimiento de que este sea fundamentalmente un espacio compartido, habitable. El taller tiene que ser el símbolo que anuncie a todos el espacio común de la pintura. Para hacer esto visible, Van Gogh proyecta una decoración para el taller: “En la esperanza de vivir en un taller nuestro con Gauguin quisiera hacer una decoración para el taller. Nada más que grandes girasoles”.
Vivimos con Van Gogh estos detalles y el drama que anuncian. En este sentido, es importante que nos detengamos un momento en esa decoración y en la idea que encierra. Nos parece que esa decoración es el signo que mejor revela el drama del artista. Sin duda es un hecho original que un pintor pretenda realizar una decoración ex profeso para el espacio donde se desarrollará el trabajo. Pero, si nos fijamos bien, los girasoles son todo un símbolo: algo así como el emblema de una mirada obsesiva que pretende por medio de este recurso vigilar de cerca el avance del trabajo. La habitación que describe, aunque sencilla y elemental, es también un símbolo de irrealidad.
No cabe duda de que todos estos signos contribuyen a esclarecer el sentido del taller. Van Gogh sueña con fundar algo sólido y duradero. Un taller de renacimiento y no de decadencia, por utilizar sus palabras. Cada uno de estos detalles ensancha su sueño, afirma su deseo. Si propone un taller organizado es porque esta idea afianza en sus sueños la raíz del taller.
Lo que se enraíza solidariamente, podríamos afirmar imaginando sus palabras, produce un impulso mayor hacia adentro. El taller es como el talismán que le protege imaginariamente de la miseria y de la soledad.
El taller de Van Gogh representa una idea de enraizamiento. Se corresponde con la restallante e intensa primavera arlesiana. Con Van Gogh el taller no aspira a situarse en la superficie de la naturaleza, sino a formar parte suya, como algo tan simple y duradero como una raíz.
Los Alyscamps, Van Gogh